PROLOGO

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Meredith.

Para conocer mejor la historia de alguien, se debe comenzar desde el principio, y que mejor comienzo que explicando lo sucedido hace un año, cuando logre salir del Olimpo haciendo un trató con Cupido, admito que no fue mi mejor momento de cordura, pero después de aquellos dos años en los que viví tratando de mantenerme viva, sabía que tomar un pequeño atajo sería lo correcto, o eso es lo que yo esperaba.

La lluvia, esa noche, cada vez era mas intensa; y mi vestimenta no ayudaba en nada, si bien el vestido rojo que llevaba estaba empapado, el peso de este mas los zapatos de tacón que traía puesto, me hacían imposible movilizarme con mas facilidad, mire de un extremo a otro de la calle asegurándome de que nadie me estuviera siguiendo.

Por los grandes edificios, estaba segura de que me encontraba en Nueva York, lo cual, en parte, era un gran alivio, pero por otro lado, estaba en medio de la lluvia sin un solo dólar para poder pedir un taxi, me detuve en la entrada de un callejón abandonado, si bien la noche era fría e intensa, sabía que no duraría unos cuantos minutos sin que algún monstruo me encontrara, no había intentado otro viaje desde que me encontraba en compañía del dios hijo de Afrodita, mas que nada por que sabía que a donde quería dirigirme estaba en otro continente. Antes de siquiera darme cuenta, estaba caminando a través del callejón, tratando de encontrar valor, y una sombra, para poder hacer mi recorrido un poco mas rápido.

"Meredith." una fría voz a mis espaldas me hizo paralizar del susto.

Yo sabía a quien pertenecía esa voz, lo que no me esperaba es que viniera a buscarme.

"Padre." me di la vuelta para poder encontrarme con mi progenitor, su cabello negro estaba un poco mas largo, tenia una barba que para ser sincera no le quedaba nada mal, y sus ojos seguían siendo negros y fríos como la ultima vez que lo vi. "Ah pasado mucho tiempo."

"¿Donde has estado?" que gran manera de saludar.

"En muchos lados, en muchos continentes." admití cruzándome de brazos.

Eso era algo que no podía evitar, responder de mala gana parecía ser un don natural en mí y eso era de las pocas cosas que lo hacían enojar.

"Estoy hablando enserio, Meredith."

"También yo, padre. Más bien me honra que te presentes ante mi, al parecer si te importo."

Hades suspiro antes de pasar sus manos por su rostro, el cansancio que sentía era evidente y yo no le hacía las cosas para nada fáciles.

"No tengo tiempo para esto." murmuro antes de extenderme su mano "Debemos irnos."

¿Irnos?

"¿Que?"

"Tu vienes conmigo," aclaro "Persefone, quejándose, preparo una habitación para ti en el palacio, estarás cómoda un tiempo hasta que sepamos que hacer." 

Al momento en que su fría mano toco mis hombros me aparte como si de una enfermedad contagiosa se tratara.

"¡Yo no pienso irme contigo!" exclamé "No vengas a querer ser un padre, cuando ni siquiera sabes lo que es ser uno. ¡Me tratas como si yo fue un problema del cual hay que deshacerse lo más pronto posible!."

Mis palabras lo habían hecho enojar, lo sentía solo que él no quería demostrarlo, creo que eso es lo que nos hace tan similares, yo era su punto débil, era una exacta copia suya, solo que en versión femenina, es por eso que no se atrevía a ser tan severo conmigo, a fin de cuentas era fruto del amor que, alguna vez, tuvo con mi madre.

Mi madre, de seguro deben saber quien es ella, Eliza Blackthorne, una nefilim hija de Zeus, que llego al campamento a punto de cumplir los 16 años y desapareció tiempo después de completar su misión para luego volver a los 17 conmigo en su vientre, ella paso parte de mi infancia alejándome de la profecía que me llevaba a una muerte segura, pero como dicen los dioses, el destino al final te alcanza, tarde o temprano llega a ti y a veces no de la mejor manera. Y, si que tenían toda razón, ¿Cómo lo sé?. Mi madre murió frente a mi en mi sexto cumpleaños, a unos metros del campamento, y todo por que ella conocía su destino y, había aceptado que por mas que lo deseara, no podía hacer nada para cambiarlo.

"Se que estas enojada" mi padre hablo lentamente ", pero créeme cuando te digo que es mejor que vengas ahora, conmigo."

A pesar de todo, negué ante sus palabras.

"Discúlpame, padre." dije alejándome lentamente "Debo ver a mi familia, debo ver a mis amigos."

No pude ni dar tres pasos, antes de que un cuerpo enorme me detuviera abruptamente.

"Caronte." sonreí al reconocerlo.

"Hola princesa. Siempre es un gusto volver a ver su rostro."

Estaba claro que no iba a dejar que me marchara.

"No te lo estoy preguntando, Meredith." dijo Hades llegando a mi lado "Tu vendrás conmigo, ahora."

Fue lo ultimo que dijo antes de, junto a Caronte, desaparecer en medio del callejón a lo que yo suponía era el Hades, solo estuve una vez en persona, las otras solo en sueños, y lo único que puedo rescatar de ese lugar es que extraño jugar con Cerbero.





Percy Jackson y La Maldición del Titán || Percy Jackson Y Tu || [En curso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora