Capítulo 1

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Invitación.

Los primeros rayos de luz se hicieron visibles en el cielo, traspasando tus cortinas blancas hasta impactar sobre tu cara relajada. Al notar la intensidad del sol sobre tu rostro, abriste los ojos con dificultad, muy lentamente.

No tardaste en desperezarte sobre la cama y retorcerte sobre los suaves almohadones, donde escasos minutos atrás, habías estado sumida en un profundo sueño.

Entonces suspiraste.

Giraste tu cuerpo hacia la derecha y te quedaste boca arriba sobre el colchón, mirando un punto fijo de la pared mientras tu mente se preparaba para el comienzo de semana.

Era lunes, y eso implicaba vuelta a la rutina. Volvían a empezar las clases de la universidad.

Aunque era tu segundo año estudiando allí, seguías igual de motivada que el primer día que decidiste matricularte en la carrera de criminología en la universidad de Tokyo.

Podrías mentir, diciendo que lo que te impulsó a querer dedicarte al oficio de la investigación y resolución de crímenes, fueron las increíbles series de acción que veías a diario, en las que los policías luchaban con los malos y resolvían casos macabros y espeluznantes, imposibles de imaginar que eso cupiera en una mente humana. Pero la realidad era diferente.

Lo que realmente te empujó a querer pertenecer a ese mundillo, fue el nacer sin don.

En una sociedad regida por Quirks, nacer sin uno era la peor de las desgracias.

Siempre tuviste claro que querías ayudar a los demás. Por que ya desde bien pequeña, tuviste un gran sentido de la justicia, el cual incrementó cuando nació tu hermano menor, Midoriya Izuku, todo un fanático de los superhéroes de la nación, sobre todo de All Might: El número uno.

No podías negar que sentiste una decepción tremenda cuando, a los cinco años de edad, tras unos intensos exámenes médicos, te dieron la noticia de que tu quirk no iba a manifestarse nunca. 

Todo se cayó para ti, incluido tu sueño de ser una superheroína. Todo eso fue aplastado trágicamente y sepultado bajo miles de cimientos.

Pero pasaron los años, y tu madurez junto al apoyo incondicional de tu madre y tu hermano, te devolvieron la esperanza de luchar por tu sueño de proteger a las personas.

Si no podías ser una heroína, entonces serías la mejor agente de policía de todo Tokyo para implantar el orden en la ciudad, perseguir a los malos, y proteger a todas las personas que pudieras.

Eso mismo fue lo que juraste el día que ingresaste en la facultad de criminología.

Tras unos largos minutos revolviéndote entre las sábanas, dejaste la pereza a un lado y te levantaste somnolienta de la cama para ir al baño y tomar una ducha vigorizante antes de desayunar y marcharte a clase.

A pesar de vivir sola en un pequeño apartamento, estabas muy agradecida por ser capaz de valerte por ti misma y mantener tu pequeño, pero acogedor apartamento sin ayuda de nadie.

A fin de cuentas la independencia no era tan mala como la pintaban. Estaba claro que tenía sus desventajas, pero para ti, las cosas buenas superaban con creces las malas.

Tenías que ocuparte de todo tú, la limpieza, el orden, el mantenimiento del hogar... Pero a cambio, podías hacer lo que te daba realmente la gana sin darle explicaciones a nadie.

Tu ponías tus propias normas.

Aunque para eso, tenías que trabajar.

Estudiar una carrera tan difícil como la tuya y trabajar a la vez los findes de semana, no era nada fácil de sobrellevar.

La obsesión del jefe - OverhaulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora