La cena.
Tu medio día se te hizo eterno. Las clases parecían no tener fin.
Apenas lograste concentrarte cuando el profesor explicaba la lección, pues estabas lo suficiente nerviosa para que tu mente se mantuviera puesta en los estudios durante tantas horas.
Cuando las clases terminaron, recogiste todas tus cosas y te fuiste a tu apartamento sin entretenerte con nadie por el camino. Por suerte, tu casa no estaba muy lejos de la universidad, pero sí lo suficiente para cansarte al ir a pie. Sabías que pronto debías ahorrar para comprarte un coche, pero en tu lista de necesidades básicas siempre había algo más importante. Alguna cañería que se había roto, facturas del agua y de la luz, material para la universidad... Y un sin fin de cosas innecesarias que al final acababas anteponiendo con alguna excusa para no tener que meterte en otro préstamo.
Lo primero que hiciste al llegar fue prepararte algo ligero para comer. Después, aprovechaste tu tarde libre para limpiar toda la casa. Aunque eras algo exigente con la limpieza, últimamente el exceso de trabajo, tanto en la universidad como en la cafetería en la que trabajabas los findes de semana, te impidió dejarla tan pulcra como a ti te gustaba.
Aunque tus amigas te dijeran todo lo contrario cuando la pisaban. Para ellas el piso estaba más que impecable, y estaban seguras de que el problema lo tenías tú, que eras una obsesa con la limpieza.
Y podía ser.
Tal vez habías desarrollado ese pequeño trastorno por crecer en un orfanato rodeado de mugre.
Cuando ya tuviste la casa como los chorros del oro, te preparaste un baño. Las horas pasaban, y eso significaba que ya iba quedando menos para la quedada tan importante que ibas a tener esa misma noche. Necesitabas calmar tus nervios e inseguridades antes del reencuentro con tu padre biológico.
Una vez te sumergiste en el agua, te dejaste llevar por el agradable aroma a lavanda que inundó tus fosas nasales. Cerraste los ojos y disfrutaste del agua caliente aliviando la tensión de tus músculos.
De no haber sido por la vibración de tu móvil, que te sacó de tu momento desconexión, seguramente te habrías quedado dormida allá dentro.
—Ah, hola Izuku —contestaste amablemente cuando descolgaste, incorporándote sobre la bañera para que no se mojara.
—¡(Nombre)-chan! —te saludó con su característico vigor—. ¿Cómo estás?
—Pues...Bien, todo bien —Siempre que tu hermano te llamaba, conseguía contagiarte su mismo entusiasmo—. ¿Y tú? ¿Cómo está mamá?
—Bien. Mamá quiere que vengas hoy a cenar a casa, dice que ha preparado Yakisoba, y quiere que tú lo pruebes.
—Mmm... Eso es un plan muy tentador —elevaste la comisuras de tus labios al escuchar su agradable petición, pero cuando te diste cuenta de que ya tenías un compromiso, tu sonrisa fue desvaneciéndose—. Pero tendrá que ser otro día. Hoy no puedo.
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La obsesión del jefe - Overhaul
FanfictionUna llamada inesperada fue el detonante que llevo a (Nombre) a toparse con el criminal más temido de Tokyo, en el lugar y en el momento menos esperado. Drogas, sangre, muerte, traición... Son solo unas de las miles de cosas a las que tendrá que enfr...