Capítulo 1

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—Sabes muy bien que no quiero ser parte oficial de la pandilla —susurro insistente, casi al punto de morderme las uñas, como un fanático del chocolate quien espera una valija llena de estos, pero sin la sensación agradable y reemplazando esa codicia por mero desapego y repulsión.

—Lo sé y no lo estás, solo son trabajos como siempre, tu tranquilo yo nervioso, ya hablé con el jefe y está consciente de el papel que formas aquí.

—Eso espero, es la primera vez que me mandan a hacer trabajos fuera del área y me preocupé, es solo eso —suspiro más tranquilo — ¿Por qué me mandan a mi?

Me hizo una seña para que me acerque.

—Al parecer hay un nuevo en su equipo y queremos asegurarnos de que no se traiga un truco bajo la manga tu sabes como son y por lo mismo te dieron ese papel a ti ya que no estas dentro dentro, así no nos arriesgamos.

¿Un nuevo?

Interesante.

Y me mandan a mi a arriesgarme, claro.

—El jefe quiere que te presentes en su despacho para darte unas indicaciones antes de que salgas — Informó alguien por la puerta —, date prisa.

Enzo me dio una mirada de apoyo antes de salir del cuarto y dirigirme a la oficina del mayor. Apunto de tocar la puerta su voz se hace presente.

—Adelante.

Tomó aire y entro.

—Permiso, buenos días jefe.

—Siéntate —me recibió con una sonrisa lo cual me sorprendió —ya sabes lo que tienes que hacer ¿verdad? —asiento — Okey, entonces repítelo.

—Apenas esté fuera de la ciudad, en el primer poste de luz marco una línea con la brocha cubierta de pintura roja, llegando al lugar del encuentro activo el dispositivo que va a mandar la ubicación instantáneamente aquí; en cuanto me encuentre con el objetivo no debo dejar que me vean la cara ni sostener ninguna conversación comprometedora con la persona, solo entregar el paquete y retirarme inmediatamente de ser posible —concluí.

—Muy bien, sabes Adriel, me servirías mucho con tu trabajo y tu gran eficacia. Si no fuera por el acuerdo serías uno de mis mejores trabajadores, pero sabes que las puertas y las oportunidades siempre están abiertas para ti.

—Gracias, pero el trato está claro; solo estoy aquí porque necesito el dinero y en cuanto cumpla...

—...Diecinueve —terminó por mi — si, lo se, es solo por si cambias de opinión.

Asentí en forma de agradecimiento. Muy hipócrita de mi parte por cierto.

—Creo que ya tienes que ir a cumplir con tu trabajo, nos vemos luego y espero que no me falles.

—No lo haré señor.

Me levanto y salgo de la sala un poco angustiado por el trabajo que me toca hacer el día de hoy.

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—¿Y? — dice Enzo en cuanto entro.

—¿De que?

—El jefe — aclara— ¿No te ha dicho nada?

—Lo normal — digo recogiendo mi casco y la chaqueta de cuero —, me tengo que ir.

—Suerte y no la cages como siempre.

Le saco el dedo del corazón en respuesta y salgo del lugar.
Afuera me estaban esperando dos tipos que no conocía, siempre cambiaban de vigilantes por seguridad.

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