5. Laboratorio de ciencias.

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Quién diría que una semana atrás estaba leyendo tranquilamente un libro en los bancos que hay justo al lado de la entrada de la escuela comiéndome el almuerzo que me había preparado mi madre. Y ahora estaba aquí escapando del chico por el que he llorado cientos de veces. Esto solo me pasa a mí.

-Deja de seguirme- acelero mi paso hasta quedar casi corriendo.

-No hasta que hablemos tranquilamente- siento como empieza a correr a mi ritmo.

-No, no hay nada de lo que hablar-

-Vamos princesa solo párate un momento para poder hablar un segundo- 

Como odio que me llame princesa, no se como de pequeña podía haberme llegado a gustar. Aunque ya sé por que, más bien es por que lo dice él como esa voz tan áspera y penetrante. 

-Si dejas de llamarme princesa a lo mejor me lo pienso- me paro en seco para darme la vuelta y mirarlo a los ojos con seriedad.

-Vale vale lo que la dama exija- sube las manos como muestra de derrota.

-¿Y bien?- pregunto.

-Bueno... no podemos hablar en otro sitio más...- mira hacia todas esas personas, que  la mayoría son chicas,  nos observan- ¿privado?

-Sí claro, a la carta señor- me giro y sigo caminando por el pasillo.

No dice nada más solo se limita a seguirme. Está justo detrás mía a más o menos 2 o 3 pasos de distancia y así se queda todo el trayecto. Hasta que me paro en frente de una puerta y le obligo a pararse también. El cartelito que hay junto a ella especifica:

Laboratorio de ciencias

Abro la puerta y entro, Erick me imita y entra cerrando la puerta.

-¿Está bien que estemos aquí?- pregunta.

-Sí el profesor y yo nos llevamos bien no creo que nos regañe, además no va ha entrar nadie hasta dentro de 30 minutos seguramente- cruzo mis brazos y espero a que él comience a escupir lo que se supone que me tenía que decir.

Sus ojos me evalúan de arriba hacia abajo pasando por la coleta que me había hecho esta mañana en la casa de Jessica de la que ya sobresalían unos mechones,  mi cara sin maquillaje, mi jersey arrugado por no haberlo planchado esta mañana hasta terminar por la falda de mi uniforme donde se para sin desviar la mirada y veo que sonríe. Mis manos reaccionan y presionan la falda contra mis piernas en modo de verguenza.

-Si no vas ha decir nada me voy- empiezo  a caminar hasta la puerta.

Una mano se apoya en ella e impide que la pueda ha abrir. Erick utiliza su mano sobrante para agarrarme de su cintura y girarme hasta quedar frente a él. Me quedo mirándolo asombrada y su expresión es la misma que un lobo hambriento. ¿Dónde me había metido? Sus labios carnosos me dejan embobada, con la poca luz de invierno que se cuela por los ventanales puedo ver que su color es un rojo intenso pero giro la cabeza bruscamente para hacer desaparecer esos pensamientos. Tenía unas ganas inmensas de besarlo pero recordé que el que me gustaba era Rodrigo y volví a la realidad.

-Ana...- su voz era perfecta para pronunciar mi nombre y siento un gran calambre recorrer todo mi cuerpo.-quiero que sepas que yo nunca me he olvidado de ti.

-¡Mentira!-grito.- Te he extrañado tanto que nunca lo sabrías aunque lo exprese con palabras- empiezo a llorar y mi voz se rompe.

La mirada de Erick es de lastima y me agarra la cara con las dos manos con mucha delicadeza como si me fuera a romper si me cogía con mucha fuerza. Me limpia una lagrima con el pulgar y me susurra en el oído:

Incluso Si No Me AmasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora