El 3 NO

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Aun jugando con mis dedos alcé la vista viendo a Jeremías acercándose al sofá entregándome un vaso con agua, lo tomé de sus manos bebiendo de ella mientras él se sentaba a mi lado, se me quedó mirando por un momento lo cual generó en mi curiosidad.

Ben – volteé a verlo, estaba totalmente serio – ¿te quieres quedar?

Casi me ahogo con el agua, no entendí por qué me volvían a hacer la misma pegunta solo que viniendo de él era más difícil de responder en negativa; termine de beber el ultimo sorbo de agua colocando el vaso en la mesa y volteándome por completo hacia él.

Jeremías – mirándolo fijo – sabes que yo encantado de quedarme a cenar – suspiro – pero... como le dije a tu madre, se me hace complicado para después retirarme a mi casa.

No, no es eso – un leve sonrojar comenzó a cubrir su rostro – lo que quise decir fue... si quieres quedarte esta noche aquí.

¡¿Qué?! - mi asombro se hizo notar con rapidez y sin precaución – ¿me lo dices en serio?

Asintiendo con la cabeza con una sonrisa nerviosa. "Solo si tú quieres" las palabras de su madre cobraron sentido en mi cabeza ahora, de eso estaban hablando en la cocina. Sentí tanta emoción en ese momento que sentía que podía volar de la felicidad – Polvillo de hada es lo que faltaba - fue como recibir un regalo sorpresa y fuese justo lo que tanto deseaba.

¿Estás seguro? – Continué – no quiero incomodar en tu casa, ni a tu madre o a ti.

Sí, estoy seguro – sonriendo con más estabilidad - mamá fue quien me lo propuso y bueno a mí – mirándome tomó aire con sus mejillas enrojeciendo – tu no me molestas o incomodas... pero si no quieres, pues...

¡No! es decir ¡SI! – Reaccionando exaltado sin poder evitarlo – claro... por supuesto que quiero.

Me dedicó una sonrisa cálida levantándose del sofá.

Está bien – palpándose las piernas con las manos a los costados – entonces seguiré ayudando a mi mamá en la cocina.

Bueno- asentí con la cabeza mientras él se daba vuelta para dirigirse nuevamente a la cocina al encuentro con su madre –

Después de unos minutos comencé a sentirme algo incómodo en el sofá sin hacer nada, así que tomé la decisión de levantarme y dirigirme hacia donde ellos se encontraban; una vez allá, vi como los dos estaban haciendo cada uno su función, la madre en la estufa con una cuchara removiendo una salsa y Jeremías cortando con delicadeza una lechuga.

¿Puedo ayudarles en algo? –propuse llamando su atención –

Oh... hijo – me respondió su madre sin dejar de remover la salsa – no es necesario, eres nuestro invitado, además ya estamos terminando.

Mmm... vale – asentí con la cabeza sintiéndome inútil. Luego una idea llego a mí – entonces... déjeme ayudarle preparando la mesa.

Me quede callado esperando respuesta cuando se giró mirándome y sonrió.

Está bien – dándome aprobación – toma, ve llevando estos platos – entregándome en las manos con cuidado – y estos cubiertos, luego vuelve por los vasos.

Sonreí asintiendo con la cabeza y me retiré con sumo cuidado para dirigirme al comedor. Una vez allí, comencé a depositar lo que llevaba preparando, todo de manera que se viera uniforme colocando por partes iguales los platos, cubiertos, vasos y servilletas para tres personas; cuando culminé con ello fui a la cocina a ayudar y llevar la comida a la mesa colocando todo de manera meticulosa, para que a la vista se presenciara agradable y al mismo tiempo fuese fácil maniobrarla al ser servida.

Tanto nadar para morir en la orilla.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora