El 4 Ni Tan Sueño

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Cierro el grifo de la regadera saliendo de la ducha para tomar la toalla y secar mi cuerpo por completo dejando de ultimo mi cabello, poso la toalla en mis hombros, me coloco el bóxer pasando una pierna y luego haciendo lo mismo con la otra pierna, tomo el mono gris claro y me lo coloco de la misma manera, agarro la franela blanca con la mano derecha y salgo del baño secando aún el cabello con la toalla tomada en la mano izquierda, llego a la habitación de Jeremías y alzando la mano toco la puerta.

Adelante – se escucha desde el interior –

Tomo el picaporte y lo giro empujando levemente, la puerta se abre hacia adentro dejándome entrar en la habitación. Una vez adentro, veo a Jeremías de espalda viendo por la ventana posado cerca del escritorio, se voltea lentamente, estaba con los brazos colocados como si se estuviera abrazándose así mismo, me centré en su rostro el cual estaba con los ojos abiertos al igual que su boca y sus labios temblaban de manera frenética y se comenzaba a ruborizar.

¡¿Qué haces sin la franela puesta?! – sobresaltado –

Me... estoy secando el torso y el cabello, por eso no me la he colocado aún – respondí irónicamente –

Está bien – sonrojado se dirigió al armario abriéndolo y sacó unas cobijas limpias y las colocó en la cama, se quedó parado allí un momento con los ojos cerrados. Tomando aire se volteó hacia mi abriendo sus parpados – Ben,¿puedo pedirte un favor?

Si, claro – lo miré con curiosidad – ¿qué me quieres pedir?

Puedo... este – su rostro se colocó completamente rojo – ¿puedo tocar... tu pecho y espalda?

Amplié mis ojos sorprendido por la petición que se había formulado - en todo el tiempo que llevo conociendo a Jeremías nuca pensé que me pediría algo como esto y de la nada – tragando saliva me quede pasmado, parpadeando rápidamente tomé aire y lo miré a los ojos.

Eh... si, claro – me sentía avergonzado sin saber porqué – claro que puedes.

Él dio un paso al frente y luego otro hasta llegar frente a mí, en ese momento mi corazón empezó a latir frenético, mi respiración se incrementó, sentía que mis músculos se tensaban y relajaban con un pequeño temblar que acompañó mi cuerpo; él levantó su brazo derecho y su mano tocó mi pecho,sentí mi cuerpo erizarse y cerré mis parpados los cuales también temblaban, pasé mi lengua por mis labios y solté un gemido poco audible. Una nueva sensación llegó, su otra mano también se posaba en mi pecho y las dos comenzaron a pasearse en él tanteándolo con delicadeza y sumo cuidado. Sus manos fueron bajando una a cada lado tocando de una en una las costillas luego se desviaron al abdomen y dejaron a un dedo ser el que se paseara por cada uno de mis cuadros, luego otro dedo dio nuevamente presencia paseándose por mis entradas, después no sentí nada más, pero no abrí mis ojos sentía mi cuerpo ardiente sobre todo por donde fue paseando sus manos, un calor abrazador y placentero. De repente me tomaron por sorpresa sus manos, las cuales ahora se encontraban en mi parte posterior tocando mis omóplatos, frotándolos. Sus uñas se sentían ligeras, fue bajando poco a poco por la columna y luego dividiéndose por toda mis espalda baja.

Listo – soltó de un momento a otro haciendo que abriera mis ojos, me di la vuelta y lo vi aun sonrojado pero con una sonrisa de suficiencia - muchas gracias. – Dándose la vuelta – ya vuelvo.

¿A dónde vas? – curioso lo vi acercarse a la puerta –

Voy a buscar una colchoneta – contestó viéndome con la mano puesta en el picaporte – para que duermas.

¡¿Qué?! – Volví a preguntar con duda y con la frente arrugada – pero... yo pensé que dormiría contigo – volteó a verme y yo hice un puchero cruzándome de brazos –

Tanto nadar para morir en la orilla.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora