Capitulo 30

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Al otro día recibieron la visita del médico que revisó a Santana, y le dijo que estaba en perfectas condiciones, que si prometía quedarse en reposo se podría ir hoy mismo o mañana pero antes de que ella pudiera contestar Britt dijo que era mejor que se quede un día más porque conociendo a Santana, no estaría en reposo.
Ahora la rubia trataba de hacer que la latina comiera pero ella se rehusaba.

—San, tenes que comer— insistió.

—¡No! estoy en huelga de hambre ¿Por qué no dejaste que me fuera? Necesito saber qué pasó con Schuester, Pierce.

—No me digas Pierce— contestó— Y tenes la respuesta a tu pregunta en lo que dijiste. No podes trabajar Santana, te operaron hace dos días.

—Pero estoy bien, el médico lo dijo.

—Si, y también dijo reposo.

—¡Y lo voy a hacer! es solo ir a la agencia Britt, nada más— la rubia suspiró y negó con la cabeza— Si me dan el alta hoy o mañana es lo mismo, a penas salga de acá voy a ir.

—No podes ir, ambas sabemos muy bien que si algo sucediera no estarías quieta en la agencia.

—Obvio que no, es mi trabajo.

—¡Y esta es tu vida! no podes trabajar, no podes tener estrés o preocuparte por nada.

—No es nada Britt, es un capitán del FBI corrupto— respondió— Quiero verlo, prometo no hacer nada.

—No podes verlo— contestó cansada— Schuester escapó.

—¿Que?— se quiso parar de la cama y britt rápidamente la volvió a acostar cuando vio la mueca de dolor en su cara— ¡Ves! no estarías en reposo— la latina quiso contestar pero la rubia siguió— Schuester sigue bajo custodia esperando el juicio.

—¿Por qué me dijiste eso?

—Para ver que tan poco valoras tu vida— contestó— Preferís ir a verlo a él, o trabajar que recuperarte.

—Britt, estoy bien.

—¡Mierda Santana, casi te morís! No estás bien, y no podes salir a ponerte en peligro de nuevo en menos de tres días de tu operación— alzó la voz y se mareó.

—¿Britt, estas bien?— preguntó y tocaron la puerta.

—Lo siento, recién me entero. ¿Puedo?— preguntaron.

—Estoy bien Santana, pero no puedo ahora con tu terca cabeza, hace lo que quieras, pero yo te avisé— contestó levantándose de su silla y Santana quiso tomarle la mano, pero ella se la sacó.

—Rubia...

—Si queres darte el alta hacelo, acá está tu hermano— señaló a Noah— Que la firme, así podes ir a tu adorado trabajo— contestó saliendo de la habitación.

—Tiene razón, estuviste delicada— dijo su hermano al ver la cara de frustración de Santana.

—Lo se— respondió—¿Que haces acá?

—Sos mi hermana Santana ¿En serio me preguntas eso? apenas me enteré volé para acá— se acercó a la cama.

—¿Volaste?

—Puede que no me hayan mandado a un puto desierto— dijo riendo— Pero estaba en una misión en España. ¿Cómo te sentis?

—Estoy bi...

—La verdad, Tana.

—Estoy bien, estoy adolorida pero bien.

—¿Y te pensas que tu rubia no se da cuenta de eso?

Amor de AgentesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora