Capítulo 9

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Al otro día estaba mucho más animada. Me levanté temprano y fui a la dulcería local.

—¡Hika! ¡Hina! —llamé a las gemelas cuando llegué a la estación.

—¿Qué quieres tonta? —dijo Hikage.

—¿Me llamaste, tonta? —dijo Hinata.

—¿Eeh? ¿Acaso escuché la palabra tonta? Me temo que no habrá dulces para ustedes hoy —dije dramática.

—Danos los dulces por favor, nos portaremos bien —dijo Hina.

—Nos portaremos bien. Por favor déjanos probar los dulces —dijo Hika.

—Muy bien, pero no se los coman todos, ¿de acuerdo?

Les di la bolsa de dulces y saltaron de alegría. Comencé a reír cuando las ví tan animadas ¿de donde sacaban tanta energía?

—Te ves muy bien hoy —escuché decir detrás mío. Me volteé para ver que Konro me sonreía.

—Konro, buenos días. Me alegra ver que estás bien.

—¿Por qué no habría de estarlo?

—Benimaru me dijo que tu salud es muy delicada.

—Él siempre tan exagerado —me dijo. Y yo me puse algo seria al recordar mi conversación con Benimaru el día anterior, la frialdad con la que me habló, y el hecho de que no se había preocupado por mí. Konro notó el aura de trizteza que me había rodeado de pronto y cambió el tema—. Entonces, ¿fuiste a la dulcería? ¿habrá algún dulce para mí?

—Por supuesto —rebusqué en la bolsa pero no quedaba nada en ella. Hika y Hina habían sacado los dulces que le había comprado a Konro sin que me diera cuenta—. ¡Hikaaa! ¡Hinaaa! ¡Vengan acá pequeñas ladronzuelas! —grité furiosa pero ellas se echaron a correr a carcajadas.

—Jajajajaja —Konro comenzó a reír. Su risa era tan genuina y dulce que no pude evitar reír yo también.

—Qué divertidos los veo —interrumpió Benimaru que llegaba en ese momento—. De camino para acá me topé con Hika y Hina, se veían muy sospechosas así que las obligué a entregarme lo que escondían —extendió su mano con los dulces que le había comprado a Konro.

—Son los dulces que compré esta mañana.

—Son muchos, vamos a compartirlos entre los tres —sugirió Konro.

—Yo me comí varios de camino aquí, pero uno más no me hará mal —dije.

—A mi no me gusta el dulce. Traeré sake —agregó Waka.

Pasamos los tres un buen rato. Benimaru parecía estar de mejor humor que el día anterior. Descubrí que cuando tomaba sake era una persona diferente, reía e incluso hacía bromas. Cuando le miraba no desviaba la vista, simplemente me sonreía, aunque su sonrisa era algo extraña, aún así no me podía quejar, verlo alegre me hacía palpitar el corazón.

Luego de comer y beber hasta la saciedad, Benimaru se quedó dormido. Para una persona que no le gustaba el dulce era toda una proeza haberse comido la mitad de ellos. Konro y yo nos miramos y reímos cuando súbitamente Benimaru abrió sus ojos.

—¡Ah! —solté un pequeño grito del susto.

—Qué ruidosa.

—No puedo creer que haya fingido estar dormido solo para asustarnos.

—Estaba dormido, pero desperté porque recordé que debía ir a buscar los nuevos uniformes —explicó y lo miré con incredulidad.

—¿Por qué no aprovechas y vas con él? —sugirió Konro.

—¿Eh?

—Ve, Waka tiene algo que decirte.

—¿Es así? —miré a Benimaru de reojo pero no noté ninguna expresión en él que negara lo que Konro me había dicho. ¿Qué sería lo que me tenía que decir? Sentí mi corazón latir muy fuerte.

Y así, Benimaru y yo fuimos hacia el atelier donde estaban los uniformes. El camino se hizo incómodamente silencioso, no sabía que decir. Lo miré de reojo, se le veía muy relajado, a diferencia de los primeros días que estuve allí.

—Entonces… ¿Qué es lo que me tenía que decir, Capitán?

—Puedes llamarme Waka.

—Está bien —mis mejillas enrojecieron. El me miró curioso.

—Cuando lleguemos te diré.

Lo miré y sonreí. Él no me devolvió la sonrisa, sin embargo me miró intensamente. Sus peculiares pupilas se clavaron a las mías y luego las apartó para mirar el camino.

Luego de media hora de camino finalmente llegamos. Entramos al atelier y todos le dieron una calurosa bienvenida a Waka. Parecían apreciarlo mucho. Él no sonrió en ningún momento a pesar de todos los saludos, su personalidad era así, pero sabía que aunque no lo expresara, estaba realmente feliz.

—¡Trajiste a una chica! —dijo una de las costureras—. Finalmente conseguiste una novia.

—¿Eh? ¿Una novia? —dijo otra y me miró atentamente—. ¡Y es muy linda! Ajajajaja, nunca pensé que con ese carácter fuera a conseguir una novia señor Waka —rió a carcajadas. Yo no sabía que decir, estaba muy apenada.

—No digan tonterías y traiganme los uniformes de una vez. No tengo todo el día —dijo intentando ser duro, pero se le notaba que también estaba avergonzado. Sonreí un poco y, a pesar de que no era su novia en ese instante quise imaginar que lo era realmente.

—Aquí están señor Waka, los uniformes —dijo la costurera más vieja—, los uniformes anteriores ya estaban muy desgastados. Los chicos se pondrán muy contentos.

—¿Y el encargo especial que te hice?

—Aquí está —le entregó una ropa doblada—. Espero que haya acertado las medidas.

Miré curiosa el "encargo especial". Y mi estómago dio un vuelco cuando Waka se giró hacia mi.

—Toma, pruébatelo —me tendió las ropas dobladas. El encargo había sido para mi.

La costurera aciana me tomó del brazo antes de que pudiera decir nada y me llevó a un pequeño cuarto con espejo. Desdoblé la ropa, era una versión más corta de kimono, oscuro con bonitos bordados de flores color fuego. Era precioso y a pesar de su aspecto frágil y delicado estaba confeccionado con una tela resistente, jamás había sentido el tacto de una tela así.

—Está hecho con una tela especial resistente al fuego —explicó la costurera.

No dudé en sacarme la yukata azul poco femenina que traía puesta para meterme en ese hermoso kimono. Me quedó perfecto, se amoldó a mi cuerpo sin problemas. Me maravillé por lo cómodo que se sentía y por la movilidad que me proporcionaba en comparación con la yukata.

—Cuando termines sal, para que el capitán vea como te queda —me dijo la señora a través de la puerta y mi cara se puso toda roja. El kimono era bastante corto, por encima de las rodillas, me daba vergüenza que Waka me mirara.

Hice lo que me dijo y al verme, Benimaru abrió un poco los ojos. Su mirada se fue directo a mis piernas y luego a la cintura ajustada de mi uniforme. Se aclaró la garganta.

—Veo que no has perdido tus habilidades, vieja, buen trabajo —le dijo a la costurera anciana. Ella levantó la nariz orgullosa—. Dime, ¿te gusta? —esta vez se dirigió a mi.

—Me encanta, pero ¿por qué… —Benimaru interrumpió mi pregunta con un gesto de la mano.

—¿Te gustaría unirte a la séptima?

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Uyuyuyuii ͡° ͜ʖ ͡°

Si dice que no es porque es tonta :V
Bueno, ya se verá en el próximo capítulo.

:3 Recuerda votar :3

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Benimaru Shinmon y tú //// Fire Force FanficDonde viven las historias. Descúbrelo ahora