1. Eguisheim, Alto Rin

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🎵: The Weeknd— Save Your Tears

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PAULO DYBALA.

Acomodé la corbata nuevamente sobre mi pecho, mientras observaba mi estupido reflejo. Ojeé por octava vez el atuendo que estaba usando y otra vez, la mueca de desagrado se adueñó de mi cara al darme cuenta que estaba así para ir a la estupida fiesta de compromiso.

Detrás de mi, en el pequeño sillón de la habitación, había un sombrero del mismo color que la corbata. Lo miré durante varios segundos, realmente pensando en el consejo que mi mejor amigo me había dado.
De verdad que quería pasar desapercibido en aquella fiesta, porque si alguien se daba cuenta quien era y que estaba solo, iban a salir muchísimos rumores sobre una ruptura inexistente con mi novia, y sinceramente no tenía ganas de soportar a los periodistas de Argentina hablando de eso por meses. Además, tampoco me apetecía soportar los reclamos de mi pareja al ver que le había mentido sobre mi estadía.

Y es que, en palabras de mi amigo: ¿que mejor idea para pasar desapercibido que un sombrero? Tal como lo usaban en películas policiales.

Puse mis ojos en blanco, si usaba eso iba a llamar la atención de todos. Hasta de las patéticas personas que se encargaban de servir la comida.

El traje lo había comprado una vez que aterricé en el pueblo, mierda que me había costado encontrar alguno sofisticado y acorde con la situación. Al parecer, todo lo que se vendía eran prendas de ropa con alguna decoración de vinos y uvas. Porque claro, el estupido lugar era famoso debido a sus bodegas y a los estupidos turistas que venían solo para entrar las bodegas Hubert y Heidi Hausherr, reconocidos por fabricar uno de los mejores vinos de la zona.

Y todo esto, si mencionar que el novio era uno de los imbeciles fanaticos del vino y sus orígenes. Podía jurar por mi vieja, que los centros de mesas de la boda iban a ser botellas de vino.

Volví a tirarme un poco de perfume para luego guardar un poco de plata en mi billetera.

¿Acaso sabían que en una fiesta de compromiso había que llevar un regalo para los futuros...marido y mujer? Porque yo no.
¿Y que mejor ser yo el regalo para la sexy y estupida futura mujer? Obviamente, yo.

Aunque sería una actitud bastante fea envolverme en un papel de regalo e impresionar a todas las estupidas parejas que iban a asistir al lugar, preferí comprar el vino más caro de la bodega. Aquel vino que sabía que ni con un millón de sueldos mi ex mejor amigo podía comprar.

Acomodé todo en su lugar y me aseguré de llevar conmigo la invitación. Lo único bueno del lugar, es que como estaba todo tan cerca podía ir caminando sin necesidad de alquilar un auto. Creo que era lo único zafaba.

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