Laguz Chronicles: Destino oscuro

Capitulo 01DX: Jugando con fuego

¿Alguna vez conociste un Laguz de esencia oscura? Probablemente no, solo abras escuchado sobre nosotros. Naturalmente aun que todas las esencias pueden herir o asesinar, tienen un uso beneficioso en la vida cotidiana, para facilitar el día a día o ayudar a otros, esto no aplica con la esencia oscura o como le decimos algunos, esencia sombra.

La esencia oscura puede afectar el cuerpo negativamente, controlar y deformar las sombras, alterar la mente, entre otras habilidades retorcidas, en pocas palabras su única utilidad es el perjudicar a otros, por lo que las razones sobran para ser rechazados en el momento en que esta esencia se presenta.

El solo hecho de que todos somos descendientes de Echoes, cualquiera puede nacer con esta esencia, pero la probabilidad es altamente baja si en tu familia no hay nadie que te la herede, pero sabiendo lo tabú que es esto, probablemente lo halla y no lo sepas. La mayoría de nosotros no pasamos de la adolescencia, una edad en la que no podemos evitar tener interacciones con otros, en la que ya no podemos ocultarnos detrás de nuestros padres, en la que el mundo ya puede vernos claramente y pensamos que somos parte de él.

Yo fui muy afortunada de pequeña y no lo sabía, mis dos hermanos mayores fueron unos prodigios que desde temprana edad ya podían dominar sin problemas la esencia, acaparaban toda la atención de nuestros padres haciendo hermosas esculturas de hielo y pensé que a su edad podría hacer cosas maravillosas, pero cuando llegue a su edad tres años después, apenas podía congelar un vaso de agua, lo que era inútil ya que vivíamos en un lugar helado y todo el tiempo con nieve.

A sus diecisiete años la milicia lunar intento reclutarlos, rechazando la oferta dijeron que no estaban interesados en la violencia y por primera vez vi a mis padres regañar a mis hermanos, exclamándoles que esto podría ser una oportunidad única en la vida, entonces me acerque y dije ingenuamente querer ser parte de la milicia lunar, lo que provoco unos segundos de silencio seguido de unas risas de todos los presentes, como si hubiese hecho una clase de broma y solamente me quedo de otra que apartarme del lugar.

Dos años después nos mudamos de pueblo para asistir al mejor colegio de la zona lunar, para mis hermanos era la oportunidad que ellos esperaban mientras que yo solo esperaba mejorar mis vergonzosas habilidades de esencia pero fue todo lo contrario, las clases era ridículamente complicadas para mi, mientras que mis compañeros lo hacían de lo más natural, lo que me volvió el objetivo de burlas, no solo de mi penosa habilidad si no de mi apariencia, a pesar de que mis papeles decían ser hembra, no tenía nada de femenino por ninguna parte, podría decir ser un chico y lo crearían completamente.

Una noche regresaba tarde del colegio y de camino me tope con unos compañeros, estaban tomando y hablando cosas de chicos, cuando llegue a su altura me miraron insultándome como de costumbre por mi apariencia nada femenina, preguntándome que tendría entre las piernas, pensé que si les ignoraba pasaría sin problemas pero uno se puso en mi camino repitiendo la pregunta, entonces me hice a un lado e intente retomar mi camino, cosa que no le agrado, me sujeto de la ropa por detrás y dijo en voz baja "Vamos a averiguarlo", eso enseguida me alarmo e intente como pude zafarme, arañarlo y golpearle, pero sin ningún problema me sujeto y sus amigos se acercaron a ayudarle, entre todos me tenían sujetada, me cargaron y llevaron al callejón a un lado de ellos mientras les gritaba molesta que me soltaran, una vez en el callejón me colocaron contra un contenedor de basura y me arrancaron la ropa como animales salvajes, más que pedía que se detuviera, no hacían caso, aun que gritara que alguien me ayudara, los pocos que pasaban solo volteaban la vista y seguían su camino, por lo que así fue que perdí mi virginidad.

Horas después me soltaron y deambule por las calles frías casi desnuda, me preguntaba si podría regresar así a casa, me preguntaba cómo lo explicaría, mientras los que pasaban a mi lado solo me miraban y se hacían a un lado, como si yo hubiese cometido un crimen y no lo contrario. Un rato después me vio uno de la milicia y se acerco a preguntar por mí, entre llanto le explique brevemente lo ocurrido, se quito el abrigo y me cubrió con él, diciéndome que le acompañara a identificar a los culpables.