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Capítulo Once ／ Que sentimiento
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Hope despertó a la mañana siguiente animada y con un fuerte deseo de visitar a Julie. No, no era un deseo, era una necesidad.
—¡Julie! Buen día, siento venir muy temprano, pero necesito ver a los chicos.
—No hay problema, adelante, están en el garaje. Les daré un poco de privacidad, cualquier cosa, estoy aquí.
Al llegar a la puerta del garaje, notó una animada conversación proveniente del interior del lugar.
—I'm back, bitches! —exclamó mientras entraba, adoptando una pose graciosa.
—¡Al fin puedo saludarte con un abrazo! —el mayor de los Patterson se levantó y prácticamente corrió hacia su hermana y la envolvió en sus brazos—. ¡Dios mío, eso era todo lo que quería!
—¡Puedes estar seguro de que no lo querías más que yo! —exclamó, y luego de soltarse del abrazo, se sentó en el sofá con sus otros amigos.
Se quedaron charlando un rato hasta que Hope decidió armarse de valor para pedirle a Reggie que diera un paseo con ella por el vecindario. Obviamente el estuvo de acuerdo.
Charlaron y caminaron de la mano, pero a la mitad, Reggie se detuvo bruscamente, mirando el rostro de la pelirroja frente a él y deseando poder besarla.
—Perdón, pero ya no puedo más. —admitió, dejando confundida a la pelirroja.
—¿Qué quieres decir...? —no pudo terminar la frase, pues Reggie había tomado medidas.
Hope sintió una sensación maravillosa, las mariposas en su vientre no se calmaban. La sensación de los labios de Reggie presionados contra los de ella era mágica, como una necesidad. Cuando se separaron del largo beso, una sonrisa apareció en los labios de ambos.
—Lo siento por eso, ni siquiera se si querías hacerlo.
—¿Aún tienes dudas? —preguntó la pelirroja, tirando de el para darle otro beso.
Un calor exuberante recorrió su cuerpo, era una sensación increíble. La chica no podía dejar de sonreír.
—Pensé que sería un beso al estilo de Ron y Hermione. —bromeó Reggie.
—Cállate, no arruines el momento. —bromeó Hope.
La chica tomó la mano de Reggie con firmeza y salió disparada a la casa de Julie. Reían y gritaban, era como una sensación de libertad. Su pelo rojo ondeando al viento, su amor fantasmal siguiéndola y la sensación de poder decirle al mundo, sin palabras, cuánto lo amaba y deseaba estar con el.
