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Poseidón faltó a clases. No era nuevo que lo hiciera pero ese día no se sentía bien por dos razones: deportes y un chico, y eso era nuevo.
Adamas había sido un imbécil jodiéndolo con su pequeño enamoramiento antes de irse a la escuela junto a Zeus, aunque este lo dejó y se llevara el auto para pasar por Adán y Eva.
Karma, diría Poseidón pero ni la palabra le dirigió el rubio así que prefirió irse antes que se le hiciera tarde. A Hades, como el mayor, no le importaba lo que sus hermanos hicieran. No pero lo perturbó que Poseidón esté enamorado de alguien y ese alguien fuera un tipo que en la vida nunca conoció pero estaba seguro que no era un tipo bueno para su pequeño hermano.
Sí, pequeño de estatura además de ser el más bonito. Zeus era menor pero tenía el cuerpo de un adulto de mente morbosa y Adamas estaba seguro que era adoptado y nadie lo quería para importar demasiado.
Luego estaba él. Se había quedado porque la universidad era una mierda y aún tenía cosas que empacar antes de mudarse a Atenas por cuestiones de estudio y todo el asunto.
Pero volviendo con el tipo ese, esperaba que Pose fuera precavido en ello o volvería desde la capital para matar al sujeto que pervierta a su hermanito. ¡Y no era broma!
Estaba inmerso en la manera como torturaría al hijo de perra mientras organizaba y metía la ropa en la maleta grande que sentir las manos de Pose pasearse en su abdomen y rodear su cintura lo hicieron suspirar con ternura. Dejó la camisa que doblaba para acariciar el reverso de las manos frías y pálidas de su hermano.
─¿Qué sucede? Tienes hambre ─sugirió, y Poseidón negó con la cabeza pegada en su espalda. Apretó sus manos con suavidad y llevó una de ellas hasta sus labios, dejando un beso tibio en el dorso antes de girar para encarar la melancólica mueca del menor.
─¿En verdad te irás? ─Pregunta sin alzar la mirada, teniendo la pequeña esperanza que él responda con una negación, sin embargo, su fuerte rezongar contrajo su pecho.
Por su lado, seguiría en lo que aún no acaba pero sintió un poco de pena por el menor en su burbuja depresiva volviendo a su alcoba y por un acto reflejo se dejó hacer y explotó la pompa con el efusivo despeinar a su cabello rubio y del repentino abrazo en sus hombros entregando su peso al menor.
─Vamos a desayunar.
El menor no opuso quejas redirigiéndose a la cocina a preparar el desayuno y también para matar el rato, quizá podía sacarle información de su enamorado secreto y amenazarlo antes que el sábado llegue junto a su partida.
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Así )( así estuve de agregar una escena marrana. Pido perdón si les llega a incomodar, esqueme tiento horrible y ni a dónde ver):
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