Capítulo 18

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Capítulo 18

Sasuke


Sakura estaba prácticamente saltando alrededor de la casa cuando llegué del trabajo el viernes por la tarde. Ella e Ino estaban decidiendo qué se pondrían cuando saliéramos para celebrar su cumpleaños esa noche.

En realidad, no cumplía los treinta hasta el lunes, pero debido a los trabajos de todos, tenía más sentido para el grupo, a quien Tsunade y Mebuki se habían referido acertadamente, pero de manera poco original como "los niños" aunque todos nosotros ya éramos adultos desde hacía tiempo, que nos visitaran durante el fin de semana.

Sakura se había estado preocupada por buscar una niñera después que la emoción inicial sobre su visita hubiera disminuido un poco, pero le prometí que me ocuparía de ello. Itachi me había apartado y me había explicado que las sorpresas para Sakura todavía no habían acabado.

Cerezo estaba sentada a la mesa de la cocina con Ino, el maquillaje esparcido delante de ellas, cuando unos gritos emocionados llenaron la parte delantera de la casa.

―¿Qué? ―preguntó Sakura confundida, toda su cara iluminada mientras empezaba a ver a las nuevas visitas―. Mierda ―gritó, levantándose.

―Feliz cumpleaños ―gritó Mebuki, levantando sus manos y sacudiéndolas de un lado al otro.

―¡No puedo creer esto! ―Sakura abrazó a su madre y me dirigió una gran sonrisa sobre su hombro.

Estaba mirándome como si hubiera curado alguna enfermedad, aunque no había tenido nada que ver con ello. No me importaba, tomaría el crédito si me iba a mirar de esa manera.

Sakura pasó por todos, dándoles abrazos a mi padre de acogida, a Kizashi, a Tsunade, y a Jiraiya mientras parloteaba alegre.

―Hola hijo ―dijo Jiraiya, caminando hacia donde estaba inclinado contra la encimera―. Te he echado de menos.

―También te he extrañado ―le dije, yendo por un abrazo―. ¿Cuánto se quedarán?

―Oh, sólo hasta el sábado ―me aseguró, guiñándome un ojo―. Sin embargo, Tsunade y Mebuki se quedarán un poco más. Querían algo más de tiempo después de que se fuera el resto.

―¿Se van a quedar aquí? ―gritó Cerezo nerviosa por encima del ruido.

―¿Por qué demonios haríamos eso cuando podemos quedarnos en una habitación de hotel con servicio de habitaciones? ―preguntó su padre tranquilamente, riéndose.

―Bueno, todo el mundo se quedará aquí...

―¡Naruto! ―le regañó Mebuki, girándose para fulminar con la mirada a su hijo―. Tu hermana ya tiene suficiente.

―Sólo estaremos aquí un par de días ―gruñó Naruto.

―Traté de decírselo ―intervino Ino.

―Madre mía ―dijo Tsunade, viniendo hacia mí―. No los educamos para que actuaran como un puñado de langostas. Ven aquí ―me ordenó mientras alargaba sus manos, levantando sus brazos.

―Hola, mamá ―dije suavemente, inclinándome para abrazarla. 

 ―¿Cómo te va?

―Bien ―respondí con un asentimiento.

―¿Sí?

Miré a Sakura riéndose con su padre a través de la habitación y sonreí.

―Sí.

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