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—Vamos, deja de llorar — Huijun frotaba la espalda de su hermana mientras esta dejaba sus lágrimas caer, con mucho dolor.

— Es que no puedo creerlo oppa — decía ella en medio de sus palabras inentendibles — no quiero que nos separemos — Huijun solo pudo suspirar, quizás ya eran mayores ahora, pero no habían podido evitar que sus padres decidieran separarse definitivamente, habían sido cosas del destino, cuando en una relación ambas partes dejan de sentirse como en una luna de miel y simplemente comienzan las discusiones por las más mínimas cosas sin sentido.

Yeonjun y SooBin habían caído en la monotonía y en la debilidad de los problemas sin escapatoria, ni siquiera Yerin había podido intervenir, la decisión era definitiva, sin vuelta atrás y algunas lágrimas tendrían que haber sido derramadas, sin contar que aquellas gotas saladas eran las de sus pequeños hijos.

Soojin había presenciado varias discusiones, Huijun había tenido que intervenir en otras tantas, llevándose a Soyeon y Hyunsik con ellos para que no tuvieran una mala imagen de su ambiente familiar, incluyendo a Seonmin quien aún era muy pequeño para entender ese tipo de cosas, porque para sorpresa de todos, el último embarazo de Yeonjun no habían sido gemelos ni mellizos, sino un hermoso niño muy sano.

¿Cómo habían llegado a este punto? Eso ya no tenía importancia, no tenía sentido pensar en eso cuando los hijos mayores veían como su hermosa familia se desmoronaba frente a sus propios ojos.

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Un mes después de la separación, ambos adultos no habían tolerado más tiempo viviendo en la misma casa, Yeonjun había tomado sus cosas y a sus hijos y simplemente había salido por la puerta, SooBin había quedado en shock, quizás no creyó que el más bajo llegara tan lejos, y tampoco esperó que Huijun saliera por la puerta junto con Yeonjun, quien llevaba a Seonmin en los brazos, dejándolo con sus dos hijas y Hyunsik quien solo se limitaba a abrazar a Soyeon.

Huijun decidió acompañar a su omma, no lo dejaría sin protección, como hijo mayor tenía el deber de cuidar de sus hermanos, además sabía del lazo especial que tenía los mellizos con su padre, no intentaría separarlos, pero ver el rostro de Soojin completamente rojo y lleno de lágrimas es una imagen que jamás podría borrar de su cerebro.

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— ¿Seguirás enojado conmigo Huijun? — Yeonjun decía mientras alimentaba a su hijo menor, Huijun lo observaba desde la encimera de la cocina de su nueva casa, la cual no se sentía nada familiar.

— No estoy enojado — dijo claramente demostrando lo contrario.

— No puedes mentirme, te tuve largos meses dentro, te conozco — el joven suspiró de frustración.

— No estoy enojado ¿de acuerdo? — Yeonjun dejó de alimentar a su hijo, para que este pudiera hacerlo por sí mismo y se encaminó hacia su hijo mayor.

— ¿Qué es lo que te está molestando? —  el más alto lo miró indignado.

— ¿Qué crees que me molesta? — su ceño se frunció, pero Yeonjun tenía esa expresión apacible todavía.

— Entiendo que todo esto esté afectándote, pero no debes preocuparte, somos adultos hijo, ustedes estarán bien — dijo acariciando su mejilla como solo su omma podía hacerlo.

— No es así, Soojin está sufriendo, los gemelos... appa, yo... — el adolescente suspiró tomando la mano de su madre sin quitarla por completo de su rostro —... ¿no puedes arreglar las cosas? — Yeonjun sonrió con ternura, aquella expresión le hizo recordar a cuando su bebé era todavía eso mismo, un pequeño e indefenso bebé que había cuidado con tanto amor.

Mudo | ©soojunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora