capítulo 3

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Vamos a toda prisa por la interestatal, no tengo ni la menor idea de a dónde nos dirigimos, miro para afuera del carro y me entero de inmediato de que nos dirigimos al desierto, 

-¿Qué piensas hacer Alejandro, no tenemos gasolina y te meterás por el desierto? - le digo mostrándole que estoy furioso 

-¡Cállate! - me grita y enseguida se calma mi furia 

Dios está enojado y está tan guapo, veo que se oscurece por completo y de un momento a otro el carro deja de moverse 

- ¿Por qué te detienes? - le pregunto muy suavemente 

- La gasolina del carro se terminó - me anuncia con una sonrisa pícara

- pásate al lado mío - me dice señalando el asiento delantero 

Hago caso y en unos segundos estoy al lado de él

- ¿Para esto querías que estuviéramos alejados de la ciudad ? - le pregunto con un tono de voz muy fuerte 

-Tú, tú eres mi persona indicada - me dice mirándome a los ojos 

-¿Qué quieres decir ? - le digo

-Te estoy declarando mi amor, no lo entiendes, cuando te vi pensé que podría jugar contigo como jugué con los demás pero tú me envolviste, contigo sentí lo que nunca había sentido con otros, no me importaba si era mujer o hombre siempre terminaba en mi cama con alguien - se detiene un momento para respirar - cuando me senté a tu lado en el autobús sentí una atracción inmensa por ti, creí que esa atracción podría pasar en cualquier momento pero - vuelve a detenerse, ¡mierda! esta espera me va a matar - cuando nos encontramos en la actividad de física todo cambió, quería sentirte, quería tenerte, quería que fueras mío, y ese sentimiento no cambió nada cuando me enteré de que te gusta Andrea, perdí la esperanza por un momento, luego me fije muy bien en ti y me enteré que podrías llegar a sentir algo por mí, no me rendí y traté de estar contigo la mayor parte del tiempo posible, cuando estábamos en el billar me sentí magníficamente pero no pude dejar de sentir un dolor inmenso aquí - coge mi mano y se la pone en el pecho justo al lado donde está el corazón - no puede evitar abrazarte y consolarte, la felicidad inundó mi cuerpo cuando te besé por primera vez en tu casa, todo iba perfecto hasta cuando detuviste el beso, me marche enojado pero no podía dejar de pensar en ti, no pude resistir ver tu cara en la universidad y me acerqué a ti nuevamente, mi alma se partió en dos cuando te vi salir del cuarto con Andrea, Juan quiero que estés conmigo y solamente conmigo , te amo.

¡Mierda! quedo completamente petrificado ante  esta confesión, ¿por qué yo ? ¿por qué?, no sé por qué pero las lagrimas empiezan a brotar de mis ojos rápidamente, le aprieto el pecho suavemente para sentirle mejor, no puedo darle la cara estoy destrozado me duele que me diga todo esto de repente, no sé que decir ¿yo si lo quiero? ¿si puedo estar con él?, mi cabeza esta hecha masa tengo muchas cosas en las que pensar y sigo sin saber que responderle.

Él levanta mi cara lentamente

- Por favor no llores - me dice abrazándome 

Mi cuerpo hace caso omiso ante esta petición y comienzo a llorar más fuerte, me abalanzo hacia delante y le abrazo con fuerza, no puedo dejar de llorar, son tantos sentimientos encontrados que no sé que hacer, empapo su chaqueta con mis lágrimas

- Háblame, tu silencio acabará conmigo - me dice acariciándome la cabeza

- Solo quiero permanecer así contigo, no quiero hablar por favor - le digo llorando aún más fuerte 

Él me abraza más fuerte y sin decir palabra alguna me sube sobre su regazo, se siente muy bien estar de esta forma, le abrazo por un tiempo mientras mis lágrimas van desapareciendo

DOS CAMINOS ÚLTIMO AÑODonde viven las historias. Descúbrelo ahora