1

2.4K 130 27
                                    

Lo odiaba.

Ella lo odiaba enormemente.

Esa sonrisa amable, esos ojos verdes llenos de esperanza, esa ingenua sinceridad, esa actitud de mierda de siempre querer hacer lo correcto, todas esas características acabarían con él tarde o temprano, el mundo que ella planeaba acabaría con él, el juego de asesinato mutuo acabaría con él.

¿O no?

Ambos eran totalmente diferentes, el yin y el yang, el alfa y el omega, carnívoro y herbívoro, esperanza y desesperación.

Totalmente incompatibles y aun así...

—¡A-Aah...!

Un suspiró gozoso se escapó de la boca de la modelo, incapaz de contenerlo por más tiempo. El chico que le sujetaba las muñecas sonrió, viéndola con una sonrisa y un rubor en las mejillas, viéndola con aquellos brillantes ojos verdes que sólo transmitían esperanza.

Al verlo acercarse, el corazón comenzó a latirle de manera más acelerada, mientras que lentamente cerraba los ojos, lista para recibir cualquier cosa que él quisiese darle; un beso, una mordida en el lóbulo de su oreja, unas palabras cariñosas, cualquier cosa.

Gane.

Esas fueron sus palabras, las cuales provocaron que la blonda abriese los ojos, para luego apretar los dientes y mirarlo con fastidio.

—¿Sabes? Que me hayas hecho gemir primero no significa nada.

—¿En serio?

—Aún así no desistiré de mi plan.

La sonrisa del castaño se amargó un poco, pero en cambio la de ella se amplió. Clavando sus uñas en la espalda del muchacho, lo hizo acercarse, haciendo que su desnuda delantera se pegara al firme pecho del chico. Sin perder tiempo, fue hacia su oído.

—Sólo imagínalo —susurró de manera seductora—. Un mundo sumido en caos, donde nosotros pudiésemos gobernar, seríamos imparables.

Las manos del castaño fueron al trasero de la analista, haciéndola subir su parte inferior para que él volviese a introducirse en ella. Las caderas del castaño volvieron a retomar el ritmo de manera lenta, a lo cual la blonda se mordió internamente la mejilla, ¿cómo se suponía que sabría que el suertudo tendría un arma tan grande?

—Yo no creo que necesites la desesperación, Junko.

—E-El mundo... necesita desespera...

—¿El mundo? ¿No habías dicho que la razón por la que sumirías al mundo en desesperación era porque querías saciar tu aburrimiento? —le cortó, mientras juntaba su frente con la de ella.

—E-Eso...

—Si es así, no necesitas sumir al mundo en caos, me aseguraré de que jamás vuelvas a estar aburrida.

—¿C-Crees que tu aburrida esperanza puede...? —trató de preguntar, aunque su voz comenzaba a sonar débil debido a los movimientos del chico, ella estaba cediendo.

—Claro que lo creo —interrumpió, mientras apretaba con más fuerza las caderas de su amante—, pero también creo en mí. Creo en mi capacidad para entretenerte, para entenderte, para amarte...

—Te has vuelto muy engreído y cursi sólo porque nosotros...

—¿Eh? ¿No me amas?

Amor...

Ella no pudo responder, pero abrió la boca involuntariamente al verlo acercarse, como si algo dentro de ella supiese la respuesta.

Desesperación o... ¿amor? ¿Esto era amor? Sin duda era la primera vez que lo sentía, ya que ahora podía estar segura de que lo que sentía por Matsuda era meramente atracción, pero incluso el neurólogo se había vuelto aburrido para ella.

¿Esperanza o Desesperación? One-ShotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora