3. Huellas perseguidas.

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Esas huellas que dejabas me ayudaban a rememorar ese día lluvioso en el que ambos dejamos la casa, nuestra casa, llena de barro debido a que nos había parecido buena idea acortar por el parque para llegar lo antes posible a nuestro edificio.

Después de cambiarnos la ropa mojada por otra seca tras haber tomado una ducha juntos, tuvimos que dedicar alrededor de 2 horas para conseguir borrar toda esa fila de huellas que se extendía desde la entrada del portal hasta el baño cuyos cristales se encontraban empañados y el suelo húmedo y resbaladizo.

Después de estar tanto tiempo limpiando nuestras huellas, logré memorizar cada forma, marca, surco y endidura de esa suela.

Y seguiste caminando, dejando a tu paso recuerdos espaciados que yo iba recogiendo tras de ti.

Recuerdos olvidadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora