Me despierto con un dulce y delicioso aroma. Doy varias vuelta en mi cama, hasta que en mi mesita de noche veo un plato con pancakes y un bote de nutella. "¿Qué se cree, qué me va a comprar con comida?", pienso. Pero igual cojo el plato. Comienzo a comer.
— ¡Me lo voy a comer, pero quiero que sepas que me indigna muchísimo! —grito con la boca llena para que mi madre me escuche desde abajo. Me la puedo imaginar rodando los ojos.
Luego de terminar ese espectacular desayuno —conste que aún sigo estando un poco molesta—, miro mi reloj y veo que son las 11:35 am. Me levanto y voy a mi cuarto de baño, me cepillo los dientes y me hago una coleta en el pelo.
Salgo y me pongo unos jeans y una sudadera roja —amo el rojo—. Bajo a la cocina para dejar el plato sucio y tirar el bote de nutella a la basura. Tomo un vaso de agua y salgo al salón. Y ahí esta mi madre sentada, supongo que esperándome.
— Buenos días, cariño —da unas palmadas a su lado, indicándome que me siente.
— Buenos días, mamá —hago lo que me indica.
Me mira durante unos segundos y luego al fin habla:
— Fallon, no quiero estar peleada contigo. No quiero que estés molesta, cielo.
— Yo tampoco quiero estarlo. Solo me alteré por la noticia y... perdóname por gritarte, por favor —me pongo a llorar.
Mi madre me abraza y me besa el cabello, mientras me acaricia la espalda y los brazos.
— Te entiendo cariño y claro que te perdono. Tu eres quien debe perdonarme a mi, debí decírtelo antes. Desde el primer momento debí hablarlo contigo.
— No te preocupes —le digo.
— Solo quiero que arregléis las cosas, porque se que te afecta y no quiero que nada te afecte —me toma de la barbilla con delicadeza para que la mire— Además de que las playas de California son magníficas.
— Oh mamá —nos reímos— Te quiero mucho.
— Y yo a ti mi pequeña. Solo quiero pedirte una cosa —la miro espectante— No te pelees mucho con tu padre, tienen el mismo carácter y será inevitable que discutan. Pero trata de sobre llevarlo. ¿Si? —me observa con una ceja enarcada.
— Bueno... no prometo nada... —me lanza una mirada de advertencia— Ok, ok, pero si me saca de mis casillas no me voy a quedar callada.
— Con que lo intentes me basta —nos volvemos a abrazar.
Nos levantamos luego de unos minutos para preparar algo de comer.
— Deberías ir a hacer la maleta, mañana salimos temprano hacia el aeropuerto —asiento, pero antes de irme habla nuevamente— Oh y llevate poca ropa. Tu padre me dijo que te compraría cuando estuvieras allá.
Vuelvo a asentir, me doy la vuelta y subo a mi habitación. Me apoyo en la puerta y me dejo caer hasta el suelo. Suelto un suspiro. "Y ahora también quiere comprarme ropa", pienso. Bueno, hay que resignarse.
Saco una maleta de debajo del armario y la dejo abierta sobre mi cama. Empaco mi ropa interior —eso si que me lo llevo—, varias de mis queridas sudaderas y jeans. Chanclas y tenis. Mi neceser y algunos libros.
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Todo cambió en ese verano
Novela JuvenilFallon Miller, una chica de 17 años, pensaba que pasaría sus vacaciones de verano en Cancún, tal y como lo había planeado con su madre y su padrastro. Pero se llevará una sorpresa al saber que no será así. Su padre, con el que no ha tenido contacto...