Epílogo

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La princesa yacía jugando en aquél hermoso jardín de rosas, era la víspera de su cumpleaños 19. Un año luego de sobrevivir a la trágica historia original y burlar su triste destino.

Ahora gozaba de felicidad, con un padre que la amaba y protegía, un escolta que era un tío para ella y su amada nana que la crió como si fuera su propia hija. Ahora lo tenía todo, incluso un mejor amigo que se convirtió en su confidente y dueño de su corazón. La princesa se recostó en el fresco césped bañado por la luz de la luna, recordando como una sonrisa los momentos más felices de su vida, pero siempre hubo algo muy dentro de ella que sentía como si algo le faltara, que esperaba recordar algo más.

Una parte de aquella historia que nunca nadie supo, nadie más que él.

Como un llamado del destino aquel mago apareció, asustando desde atrás a la rubia.

— ¿No es muy tarde para que la princesa esté jugando con las flores? —la voz del mago resonó con gracia al ver a la joven estirada en medio del jardín rodeada de rosas, como alguna vez lo hizo en su niñez.

— Cállate — respondió con un puchero observando desde abajo el rostro del mago que ahora le tapaba la tranquila luz que la relajaba.

— Estas a punto de cumplir diecinueve años, madura — habló en tono burlón antes de sentarse a su lado.

— Mira quien lo dice, el viejo de miles de años que sigue jugando le bromas a los pobres manos de la torre.

— No lo haría si no fueran mediocres.

— Mientes.

— Es cierto — ni siquiera se tomó la molestia de contradecirla, en su lugar, con una mirada y palmeando delicadamente su regazo le indicó a la chica que apoyará su cabeza.

Al comprender las intenciones del mago ella obedeció, mirando sus caminos ojos que ahora reflejaban calidéz.

— Sabes, como un regalo de cumpleaños te contaré una historia.

Ella se limitó a mirarlo con curiosidad, el no era del tipo que leyera libro de fantasía o algo que no tuviera que ver con magia.

— Hace mucho tiempo, nació una princesa en medio de una rebelión. Fue abandonada por su padre y siempre fue ignorada, la cambiaron por otra chica que se proclamó princesa e hija legítima del emperador, pero todo era mentira, después de inculpar de envenenamiento a la primera princesa esta fue condenada a la horca, nunca fue reconocida por su padre y moriría como un plebeyo por esa misma razón.

— Esa historia ya me la se — la rubia interrumpió con una sonrisa melancólica.

— Espera, por que esta es la perspectiva de alguien que observó de primera fila aquella trágica historia — al obtener la mirada atenta una vez mas continuó con el relato — Hace miles de años, nació un niño en la familia más poderosa de un Imperio, ese niño nació con un agrandó cantidad de poder, tanto que a su corta edad no era capaz de controlarlo. Ese niño fue señalado como maldito, un día sin querer lo dañó a uno de sus hermanos al perder el control, la situación empeoró. Ese niño fue enviado al anexo, donde pasaba los días en soledad leyendo sobre magia para no volver a lastimar a nadie, con el tiempo la soledad lo carcomió y su odio creció.
Un hombre apareció en su peor momento, sin razón, sin dar explicación se lo llevó. Le enseñó sobre magia, lo crió y fue su maestro durante cientos de años... Pero ese hombre se enamoró de una mortal, hizo una familia junto a ella y cuando tuvo que verlos morir no pudo soportar el dolor, murió en frente de ese niño que lo consideraba su padre. El niño volvió a la soledad, en una vida eterna. Con el tiempo el aburrimiento inundó su corazón y su mal humor prevalecía, gracias a su extenso conocimiento y gran poder fue conocido como un gran mayoría ancestral. El rey codicioso de un Imperio poderoso lo llamó con la esperanza de que le enseñara a su hijo. El lo rechazó de forma cruel, fue injusto con ese pequeño príncipe que lo admiraba, pero tras eso el niño solo desarrolló rencor.
El mago cansado de su aburrimiento se re costó bajo un árbol esperando a que su maná se consumiera y morir tranquilamente.

— ¿Eso sucedió antes de conocernos? — preguntó la chica viendo con tristeza al azabache.

— Aún no terminó — posó su dedo en los labios de su princesa para callarla, con una sonrisa trató de tranquilizarla — Una noche, luego de llevar cientos de años dormido fue despertado por una muchacha, una princesa. Ella solo buscaba alejarse del palacio esa noche, pero su encuentro fue algo que marcaría su destino. El resto de la historia ya la sabes —tocó su frente con delicadeza.

Lo recuerdos inundaron la mente de la muchacha, algo olvidado en lo más profundo de su memoria emergió como una luz cálida provocando emociones indescriptibles. Sus ojos se llenaron de lágrimas al encontrarse con los ojos del mago.

Aquellos ojos carmín que siempre se veían misteriosos ahora eran como una llama que derretía sus emociones.

Ella lo recordó, que en su primera vida no sólo rogó por el amor de su padre, sinó que lloraba por la partida de su amado, ese que le prometió que regresaría por ella, aquél a quien prometió esperar con vida. Una promesa que rompió

Se levantó repentinamente para rodear al muchacho con un dulce abrazo, escondiendo su cabeza en su pecho.

— Ese mago, que perdió a su princesa lloró durante días, sumergido en su odio y rencor volvió escombros el Imperio que ella tanto amaba. Pero en medio de ese desastre pudo verla, a ella con los ojos llenos de lágrimas, entonces tomó una decisión.
La buscó en todos lados, en cada línea paralela, en cada espacio temporal, agotó su poder hasta encontrarla, creo un libro para que ella pudiera decidir cambiar su destino y envió su alma de regreso al momento en que todo comenzó a ir mal. Como consecuencia el se quedó atrapado en el mundo donde ella estaba.

— Pero tu estas aquí... —pronunció ella, con la voz rota.

— Hasta ahora, incluso yo no sé cómo fue que regresé, al abrir los ojos tu estabas ahí, pisoteando mi cabello.

— Cállate — separó el abrazo para
a golpearlo.

En un movimiento simple el tomó su muñeca antes de que lo golpeara y la atrajo hacia él.

— Solo agradezco haber regresado a tu lado, aun si nunca se como lo hice.

Sus labios se unieron en un tierno beso, comenzando así el amanecer de su cumpleaños diecinueve.

Ahora todo valió la pena, ahora no necesitaba preocuparse por sobrevivir, ahora estarían juntos por el resto de sus vidas.

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