Capítulo siete

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Jeno no tenía ni jodida idea a dónde iban, y supo que debía pensar rápido cuando el carro parecía tener poca gasolina y un horrible hotel de paso era todo lo que estaba cerca de una gasolinera. Agradece que Jaemin estuviera durmiendo tan plácidamente. Para su suerte luego de cargar un poco de combustible encontró en el GPS una casa de huéspedes, demasiado lejos y antigua como para conservar la popularidad que seguramente debió tener después de la guerra entre las dos Coreas y habían extranjeros y nacionales buscando un lugar donde quedarse por un corto tiempo.

Por fuera tenía la perfecta estructura de un lugar tradicional, sin embargo los colores mostraban la esperanza de sus dueños para mantener con vida los recuerdos de cada visitante que les dejó atrás. Había conseguido bajar con cuidado para ir a rentar una habitación sin despertar al menor, cuando volvió por él la imagen de un Jaemin de mejillas sonrojadas y un mohín en los labios le recibió haciendo que su corazón se agitara, además las pestañas largas bailaban contra los pómulos levantados.

— ¿Dónde estabas? — Fue cuestionado cuando estuvo cerca y el menor se bajó con los brazos cruzados queriendo parecer adorable. Jeno levantó las llaves mostrando el número de habitación que por suerte estaba cerca del estacionamiento.

La dama que le atendió parecía tener el pesar de los años sobre los hombros pero mantenía una sonrisa que demostraba lo enamorada que seguía de la vida, algo tan pequeño le hizo pensar en una de las preguntas de Jaemin "¿Que cuando crezcas las cosas ya no te pueden doler?", ella seguramente había sentido dolor alguna vez pero simplemente no se ahogó en este y siguió. Tal vez sólo estaba pensando en demasiadas tonterías.

El anochecer afortunadamente les alcanzó cuando estuvieron en la habitación cada uno sobre su respectivo futón, uno lejos del otro, mientras afuera la lluvia volvía a caer, pero el frío no le alcanzó cuando Jaemin se puso de pie y jaló la tela hasta estar pegado a él. Un "Tengo frío" fue murmurado antes que Jeno abriera los brazos en una invitación que el castaño no declinó, se acurrucaron en un acogedor momento donde Jeno sólo se dedicó a acariciarle el cabello.

—Te protegeré siempre, Jaemin, incluso de tus propios miedos.

— ¿Por qué?

—Porque mereces ser feliz y deseo que veas todo lo que me gusta de ti, y entonces te gustes.

Jaemin había tenido una vida de colores opacos que se esforzaba por volver a hacer brillar pero era diífíicil y por fin había soltado el pincel, completamente resignado, pero en ese momento con Jeno todo parecía tan brillante entre colores azules y amarillos, el pelinegro no sólo era una compañía grata para su olvidado corazón si no que también era aquel que le mostró un cariño más allá de las apariencias sin juzgarle, incluso en sus tontas decisiones. En ese momento todo olía a café y chocolates de almendras, como ese extraño perfume importado que él siempre usa, junto a ese característico aroma a su hogar. Jaemin entonces entendió que su vida necesitaba de Jeno.

Nada le esperaba cuando volvieran, pero quería guardar su calor y aroma profundamente en su memoria.

— ¿Por qué estás así? — Su vista estaba sobre la silla olvidada al costado de ellos. — ¿Duele? — Jeno sonrió, era la primera vez que alguien por lo menos preguntaba sin morbo o como burla.

—Nací con un problema en la médula espinal que hace que cuando camine duela. Mis extremidades funcionan, por eso puedo manejar, pero el problema es cuando pones todo de manera vertical. Estaba cansado de los hospitales y operaciones que arreglaban algo y me quitaban otra cosa así que preferí quedarme así.

— ¿Eres feliz así?

—No sé ser feliz de otra manera, Jaemin.

—Entonces te amo de esta manera.

—Y yo te amo tal cual eres justo ahora.

Era abrupto, parecía una locura, pero cuando encuentras a la persona que entiende por completo tu corazón ¿por qué dejarlo ir? la vida es corta de todas formas.

Los dos días que pasaron en la casa de huéspedes ninguno quiso romper la burbuja que habían creado; parecían una pareja íntima que se besaba cada vez que tenían oportunidad y al mismo tiempo tenían esos momentos de atrevimiento donde el deseo les sorprendía, como dos adolescentes empapándose la piel del mundo, cuando la sinfonía se levantaba entre las voces de ambos al llegar al nirvana de sus deseos acallados.

No hubieron más comentarios o preguntas incómodas entre los dos, Jaemin prestaba su ayuda cada que Jeno mostraba necesitarla y por otro lado el pelinegro se aseguraba de hacer sentir al contrario protegido y amado, ninguno mencionó a sus amigos o familias, o lo que sucedería al volver, incluso los celulares estuvieron apagados olvidados en el auto. Sólo eran ellos dos, conociéndose, amándose, encontrando los colores de cada uno y enlazando los hilos de dos almas hasta que fue imposible romper la unión.

Pero todos debemos volver a la realidad de la que huímos. Y durante el camino de regreso parecía que dejaban pedazos de recuerdos que no volverían.

Jeno dejó a Jaemin en casa de Haechan quien junto a Mark le ayudaron a bajar las cosas, el moreno le había invitado a quedarse en su casa hasta que pudiera pagar algún otro lado. No hubo despedida o mirada alguna de por medio, ambos sabían que lo suyo se había quedado borrado sobre el techo de aquella casa antigua escurriéndose con la lluvia y el viento.

Por su parte el pelinegro tuvo que soportar el malhumor de su madre y las constantes críticas aunque por lo menos ahora tenía a su padre defendiendolo, además compartió una incómoda plática con su hermano sobre las relaciones poliamorosas, cosa que ni siquiera pidió pero al parecer Doyoung tenía la necesidad de justificarse con él, como si Jeno no le hubiera robado el auto por días enteros.

Habían regresado en el tiempo donde no se conocían de nuevo y sólo compartían un grupo de amigos, ambos estaban cada vez más ocupados con Jaemin ahorrando para poder mudarse y Jeno había comenzado con un trabajo, además de las responsabilidades finales para graduarse. Todo parecía irreal y los recuerdos de ellos dos no dejaban de girar sobre sus mentes pidiendo a gritos volver a besarse como la primera vez bajo el techo cuando la lluvia les salpicaba, y en los deseos más profundos querían poseer el cuerpo del otro entre sentimientos cálidos y el tacto firme de un amante eterno. 

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⏰ Última actualización: Aug 16, 2021 ⏰

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