Capítulo cinco

82 22 8
                                    


Jaemin se sintió extraño cuando demoró más tiempo en acomodarse la bufanda, incluso al arreglarse diferente el cabello. Jaemin se sentía extraño sabiendo que volvería a salir con Jeno aunque le costaba contener la emoción recorrer todo su ser. Llevaban un par de días comiendo aparte de los demás para platicar sobre bandas del 2000, saliendo de vez en cuando porque Jeno se había ofrecido a llevarlo diario a su trabajo luego de clases, igual Doyoung no parecía extrañar su carro, y teniendo pequeñas escapadas al parque o a restaurantes que alguno de los dos quería probar.

Luego de tener una pelea nada agradable con su madre sobre que debía bajar de peso porque sus mejillas eran más voluminosas y que debía tratar mejor a su padrastro, Jaemin esperó sentando en la acera a que el mayor llegara por él.

Después de que su padre hubiera muerto su madre pareció más necesitada de afecto que nada, pero no del afecto de su hijo. Para cuando apenas tenía 10 años ya había conocido a por lo menos 20 novios de la señora Na, algunos trataron de ganarlo con regalos, algunos de verdad le agradaron y otros simplemente preferían ignorar el hecho de que él existía, pero de todas las opciones su madre decidió apenas 5 años atrás casarse con el peor de todos.

Chansung no sólo prefería ignorar que su nueva esposa tenía un hijo, sino que incluso cuando lo recordaba era únicamente para meter ideas en la mujer de sacar a Jaemin de la casa que su padre dejó, él no lo quería y parecería verle como un estorbo en la vida de ellos. Pero Jaemin ya no tenía 18 años para verse afectado por sus comentarios, o por lo menos no para llorar cuando decía que era decepcionante tener un hijo homosexual y, según sus palabras, díficil de ver para decir de manera agradable que era feo.

—Pensé que venía a tiempo pero creo llegué tarde. — La voz de Jeno le hizo regresar al mundo de verdad y sólo atinó a negar subiéndose al auto. —Luces muy hermoso hoy Jaemin.

¿Cómo se supone que puedes aceptar elogios cuando eres incapaz de creerlos? Jaemin había vivido la mayoría del tiempo con un odio hacia sí mismo en un constante autosabotaje, pero entonces al mirar a su lado pudo entender que su vida no parecía tan difícil como para otras personas.

Para ser sábado el mirador estaba casi vacío con algunas familias o parejas, tal vez debido al frío que parecía no ceder ante el otoño cada vez llegando a su fin o, por el exceso de contaminación pero ¿a quién le importa?.

—Jeno la vista es hermosa, nunca pensé que la contaminación pudiera verse así.

— Debes darme puntos por pensar en algo más que una salida al cine.

— Tienes todos los puntos que quieras, el restaurante que elegiste fue muy bueno y la vista, fuera de broma, sí es muy linda. Si pudiera saldría contigo.

— ¿Qué te detiene? Podrías tener a alguien como yo de novio... — El menor se puso de pie sobresaltando al contrario, una risa nerviosa saliendo de sus cerezos pálidos.

— ¿Qué es esto? ¿Una clase de propuesta? Jeno, siempre logras subirme el ánimo y creo que prefiero hablar contigo que con Haechan sobre mis inseguridades, pero en tu condición yo no creo ser el novio indicado. O sea no sé tus medicamentos o...esas cosas, creo que sería bueno que tuvieras a alguien como tú.

— ¿Cómo yo? — Sabía a lo que se refería pero necesitaba escucharlo, necesitaba saber quién era para el menor.

— Tú...ya sabes... tú eres un... Jeno, lo sabes, no me hagas decirlo. — En su mirada se notaba la angustia en Jaemin, sabía que era incómodo para el contrario porque lo reconocía de la forma en que su padre le veía.

— ¿Discapacitado? ¿Paralítico? ¿"Defectuoso"? Supongo que tienes razón.

De todas las salidas esa había sido la más incómoda para los dos, sin Jeno diciendo bromas o Jaemin contando sobre su familia que parecía sacada de un dorama lleno de drama. Sólo estuvieron en silencio hasta que fue hora de volver, Jaemin intentó disculparse pero el tan conocido tono de llamada del celular de Jeno hizo que su despedida fuera tan fría como el día con apenas unas palabras en medio.

Tardes con olor a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora