Capitulo Cuatro

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Una hora después de su llegada Naruto de había dado cuenta de que no podía quitarle los ojos de encima. Intentaba concentrarse en las presentaciones de sus colegas, pero el radiante y sensual vestido rojo de Hinata comenzaba a ser más que una simple distracción. Lo que había comenzado por una mirada para apreciar lo hermosa que se veía, ahora se había convertido en un deseo irracional de llevarla a su oficina, arrancarle el maldito vestido y recostarla sobre la mesa mientras la penetraba una y otra vez como un animal en celo.

Era un estúpido por desearla como lo hacía, ella le había rebatado todo y se había marchado dejándolo sin nada. Sin sus notas sobre un nuevo descubrimiento, y sin un corazón por latir.

Observo que ella se puso de pie y se fue alejando por el pasillo. Miro que su esposa estaba platicando distraída con el cardiólogo Toneri Otsutsuki, y al parecer estaba muy distraída para darse cuenta si él o Hinata no estaban el salón. También observo a Dr. Aburame y se dio cuenta que el hombre estaba más distraído en su celular que el hecho de que su esposa había abandonado la mesa.

Sin analizar lo que hacía, Naruto salió por el pasillo anexo, dispuesta a enfrentarla a solas por primera vez en quince años.

Hinata sabía que alguien la estaba siguiendo, y por más que le doliera admitirlo, conocía muy bien de quien se trataba. Podía sentir la presencia de Naruto y sus ojos observándola como un Alcón durante toda la velada. Es por lo que tuvo que salir de allí y tomar un respiro. Para su desgracia no conocía la casa y ahora estaba perdida. Y como si fuera poco sentía que Naruto la estaba siguiendo.

Comenzó a acelerar su paso, intentando escapar de lo que fuera a suceder si él lograba a alcanzarla. Hinata era una mujer fuerte y decidida, pero no se creía capaz de resistirse a Naruto.

Cuando doblo en la esquina sintió que alguien la tomaba del brazo y la arrastraba a un salón oscuro.

Lo último que sintió fue sentirse acorralada entre una pesada puerta y cuerpo duro y fuerte frente a ella.

Sentía la respiración acelerada de Naruto. Estaba excitado y Hinata lo sabía. Aun así decidió no mirarlo, continuo con su mirada fija al piso, a pesar de que la habitación estaba oscura y solo una pequeña luz lunar entraba por la ventana.

-Mírame Hinata.

Su voz sonaba tan desesperada como su respiración, y Hinata intentaba resistirse a su suplica. Entonces Naruto se apretó con fuerza hacia ella.

-Mírame joder!

Y como parte de un impulso, Hinata levanto la mirada a él. Su respiración se hizo pesada y sus alientos comenzaron a mezclarse repartiendo vida. El alma que Hinata creía haber perdido comenzaba a regresar a su cuerpo, llenándola de éxtasis.

Naruto no podía dejar de mirarla y respirarla. Su aliento lo estaba llevando a un precipicio del que caería sin retorno.

-Naruto.

Escuchar su nombre sobre esos labios con los que había sonado por quince años hizo que perdiera el poco control que le quedaba.

Asalto su boca con un hambre feroz, y en ese preciso momento ambos aspiraron aliento de vida. Era como si todos esos años era unos simples cuerpos vacíos caminando entre el mundo de los vivos, y al besarse recobrara nuevamente la vida.

Hinata lo rodeo por el cuello y sus piernas lo rodearon cuando el la levanto del piso.

Un beso que estaba robándole los sentidos y la razón. Un beso pausado, pero exigente, tierno pero arrebatador. Estaban desesperados por saciar una necesidad escondida bajo las profundidades de un recuerdo.

Mía Por SiempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora