48. La verdad.

2.2K 144 3
                                    

Tengo la cabeza aturdida por tanta información y dudas. Por una parte quiero ser decidida y poder llamar al timbre, pero por otro lado me asusta lo que pueda llegar a pasar. De alguna forma he tenido el suficiente valor para correr hasta aquí y poder dejar las cosas claras.
Quiero a Edén más que a nada pero las mentiras han construido un muro en mi interior. Es algo inexplicable lo que siento; dudas y sentimientos de amor.
Con las ideas poco claras, llamo a la puerta. Nadie llega a abrir, por lo que me doy media vuelta rendida pero algo me hace sobre saltarme.
-¿Samanta?- la voz de mi padre capta mi atención.
Sus ojos muestran sorpresa al verme, estoy segura de que no se esperaba mi visita después de todo este tiempo que he estado escondida de ellos.
-He venido a hablar con Edén ¿Está en casa?.
La peculiar forma de mirarme mi propio padre me hace entender que no es buena idea que tenga que hablar con el chico de ojos grises.
-No creo que...
-Necesito escuchar de su boca la verdad- le interrumpo.
Después de varios suspiros, mi padre abre la puerta y se aparta a un lado para que pueda pasar.
Los recuerdos vuelven a mi cabeza nada más entrar en la casa. Los buenos momentos que he pasado aquí me hacen sacar una pequeña sonrisa.
-¿Ha vuelto a tener síntomas del síndrome?- pregunto interesada.
Él se pasa sus manos por la barbilla.
-No, hija. Le borraron la memoria ¿recuerdas?.
La verdad es que esa respuesta me coge por sorpresa. Sé perfectamente que Edén recordó algo hace unas horas antes, cuando discutimos en casa de mi madre.
-Si... Es verdad- espeto-. Voy a subir a hablar con él.
Mi padre asiente y con ese pequeño gesto subo las escaleras para volver a reencontrarme con aquellos ojos.
Mis sentimientos están a flor de piel cada vez que subo un escalón. Casi tropiezo con el último pero consigo mantenerme y llegar hasta su puerta sin dejarme los dientes en el suelo.
Llamo a la puerta con un suave toque, no obstante, nadie contesta como de costumbre.
-¿Edén?¿Estás ahí?- digo apoyando mi oreja en la puerta.
Miro la cerradura aún colocada en la puerta. Es raro que si Edén no tiene brotes del síndrome lo tengan encerrado como una bestia.
-Edén, he venido para saber la verdad- grito por mis nervios.
En un ataque de ansiedad aporreo la puerta bruscamente, como si se tratara de una asesina que intenta capturar a la víctima que intenta salvarse el pellejo y huir.
-¿Podrías dejar de golpear mi puerta?- esa voz tan tremendamente sexy me hace dar media vuelta y volver a enredarme en esa mirada que ya no odio.
Lo miro fijamente. Está increíblemente guapo con su brazo apoyado sobre la puerta de la que era mi habitación y el torso al descubierto.
-¿Estabas en mi cuarto?- en mi voz se puede percibir un toque de enfado.
Sus boca se entorna mostrando una de esas sonrisas tan atractivas.
-Ya sabes que adoro el aroma de tu cama- dice acercándose a mí lentamente.
Cruzo mis brazos y intento mantenerme rígida y a la vez fría.
-Recuerdas...- no puedo terminar la frase ya que su cuerpo está tan pegado al mío.
Siento como su respiración se entrecorta igual que la mía, y por un segundo mis piernas tiemblan. Mi cuerpo empieza a acalorarse, mis manos están con la necesidad de acariciar su pecho y mi boca se seca esperando un beso que de momento no llega.
-Enana...- me susurra en el oído, dejando que el aire que sale de su perfecta boca choque contra mi oreja-. Me hiciste recordar que eres única en hacerme sentir así- coge mi mano y la pone sobre su entrepierna, la que está dura.
Mi sentidos no hacen caso a mi mente, no me llega la sangre a la cabeza. Ahora mismo solo quiero quitarle la poca ropa que le queda y besarlo hasta que se desgasten nuestros labios.
-Edén...- suelto tan bajito que solo él puede oír mi súplica.
Ignorandome, su boca atrapa el lóbulo de mi oreja y pega un pequeño bocado en él, haciendo que mis bragas se humedezcan.
-Todavía queda pendiente algo- su voz me saca de la excitación.
Cuando estoy más centrada y con el coco de nuevo en orden, le pregunto:
-¿Qué?.
Él sin quitar su ojos de los míos y la sonrisa de su cara, me responde con un "ya sabes".
La realidad es que no lo sé. Ahora mismo estoy muy perdida en la conversación con tantas situaciones extrañas.
-No sé de que hablas, Edén.
-De que tú y yo aún seguimos prometidos.
Mi cara de pánico le hace percatarse de que estoy al cien por cien segura de que ya recuerda todo.
-¡No!- grito.
Él pone su ceño tan fruncido que se le marcan unas pequeñas arrugas en la frente.
-¿Ese grito era necesario?- se mete su dedo índice en el oído, bromeando.
Era muy necesario. Me ha querido engatusar para que olvide que él me había engañado y utilizado. Por un momento yo iba a acceder a besarlo y dejarlo ganar lo que quería. Pero ahora que estoy con la mente bien amueblada, no pienso dejar el orgullo de lado otra vez.
-Edén, me mentiste ¿verdad?- es hora de poner las cartas sobre la mesa.
Por fin se aleja un poco de mí y cruza sus brazos.
-No entiendo a qué te refieres, enana.
¿Por qué intenta ocultarlo?
-Sí, si lo sabes. Me utilizaste como si fuese tu medicina.
Las caras de Edén cambian por cada palabra que suelto.
-Enana, ¿podría ser más clara?
Esto llega a quitarme toda la energía. Estoy  con muchas ganas de llorar y gritar.
-Tú lo sabes Edén. No intentes ser tan cobarde y dímelo.
Él tira de su pelo angustiado y me grita:
-¿¡Qué coño quieres que te diga!?
Mi cuerpo quiere volver a reaccionar de manera brusca y intento controlarlo pero no funciona.
-¡LA PUTA VERDAD, EDEN! ¡LA PUTA VERDAD!
De alguna forma, por la rabia nuestro cuerpos se han ido acercando y ahora mismo nuestras respiraciones van unidas.
Nos miramos con deseo incluso enfadados como estamos.
-A tomar por culo la verdad- dice y junta sus labios con los mios, pegándome contra la pared y devorándome como llevaba tiempo que no lo hacía.

Mi estúpido hermanastro (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora