Capitulo 8

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Siento como la habitación se apodera de mi persona. Estas cuatro paredes siguen siendo las únicas que están conmigo en todo momento. Ayer todo fue un desastre con Edén y cuando pensaba que podíamos volver a estar bien todo se torció. La llamada de Jay lo hizo explotar ¿Qué le molestaba, que Jay viniese por que le cae mal o porque me gustaba? Preguntas y más preguntas que no tienen respuestas. Eso es lo que me está haciendo esta mierda de estar encerrada, comerme la cabeza las veinticuatros horas que tiene un día. Y encima para mi pesar, las cañerías y aquellos ruidos infernales se pasaban toda la noche molestando. Tic,tac. Sigue pasando el tiempo y no hago nada con mi vida.

-A la mierda- digo una vez me levanto de la cama y salgo de la habitación.

No oigo a nadie, ni siquiera a Edén que debe estar en su habitación durmiendo la siesta como siempre hace, o eso es lo que él dice. Si hacía otra cosa yo no lo sabía y tampoco quería saberlo. Bajo las escaleras y cojo una llave que hay en el mueble de la entrada, creo que dicha llave es de Edén pero me da igual. Cierro la puerta despacio para que aquel chico insufrible no sepa que me voy por un largo rato fuera de aquello que llamaba mi hogar. La brisa de la costa me da en la cara, creo que esto es unas de las sensaciones que hace tan especial a este lugar. Saber que la playa está a solo unos minutos de camino es algo sensacional. Mientras caminas ves las palmeras, el mar que por ahora está tranquilo, algunos surferos sentados en la arena y el Toxic de fondo. Me desvío del camino y sigo por otro que no conozco. Quiero perderme, me da igual no saber volver ¿Qué me estaba pasando? Esa pregunta retumba en mi cabeza. La respuesta era sencilla: no quería que viniese Jayden porque prefería estar con Edén. Saber que todo esto le afectaba a él también me afectaba a mí.

-Perdón-digo cuando choco con alguien sin querer.

-¿Samanta?- no podía deshacerme de él ni un día.

-¿Edén? ¿Me estás siguiendo?- lo miro con el ceño fruncido.

Sus ojos en blanco me hacen saber que la respuesta iba a ser negativa. Él siempre negándolo todo y haciendo como si nada pasase entre nosotros. Tal vez no sucedía nada y era todo un plan malévolo de mi cabeza loca.

-Estaba dando una vuelta, necesitaba respirar un poco- pasa por mi lado y me da la espalda para irse.

-¿Dónde vas?- no tendría que importarme pero me jodía no saber de él.

-¿Quieres saber también de donde vengo?- me muestra una sonrisa perturbadora.- He estado con Lilly, una muy buena amiga.

Una molestia interna aparece dentro de mí y una sonrisa triunfante en su cara. Me encantaría decirle todo lo que me duele lo que hace y dice, que sus palabras son como el hielo que quema, pero prefiero callarme y seguir mi camino de perdida. No vuelvo a escuchar ninguna palabra saliente de su mísera boca, sólo noto como sus pasos se alejan. Miro por última vez hacia atrás por encima de mis hombros y veo como ese chico desaparece al cruzar la esquina. No sé por qué pero esperaba que corriese detrás de mí para pedirme perdón y arreglar lo que sucedía entre nosotros. Eso no llegó. Nunca iba a llegar. Mi mundo era todo cuesta arriba como el camino que elijo para dar un paseo. La ciudad es mucho más bonita que la costa, más alegre. La gente de un lado a otro sin parar, como si llegaran tarde a cualquier sitio. Los pitidos de los coches sonaban cada por tres y los centros comerciales están llenos. Me paro en el semáforo y a lo lejos veo una biblioteca pequeña, no hay mucha gente en ella, lo que agradezco. Paso el paso de peatones y me adentro en el pequeño recinto. Bicheo los libros de filosofía, los amo. Elijo a unos de los escritores más fuertes de la hostia de la filosofía, Nietzsche, con su retorno de la vida. Me paso las horas en aquel sitio con ese autor entre mis manos, no quiero dejar de leerlo. Veo como la tarde va cayendo para dejar paso a la noche y decido dejar el libro en su sitio y volver a casa. Cuando salgo, el tiempo es mucho más húmedo, el frío me cala los huesos y decido ir a paso ligero o cogeré un resfriado. Escucho mientras camino unos pasos detrás de mí. Acelero para dejar atrás a esa persona que no me atrevo ni a mirar. Sigo el camino pero ya corriendo porque siento que los pasos se van acercando. Cruzo la esquina y dejo el Toxic y la playa de fondo. Por fin llego a casa con el corazón a mil por horas. Entro y no hay nadie.

-¡Edén!-pego un grito.

Nadie contesta ¿Y si ha sido él? Seguro sí. Edén es de esos que te persiguen y te joden la existencia para cachondearse. Juega con tus miedos para reírse. Mi enfado aumenta aunque llamen a la puerta. La abro y lo veo con esa cara de "¿qué coño miras?"

-¿Has sido tú quién me ha seguido?

-¿Qué coño estás diciendo ahora?- de nuevo negándolo todo.

-Me han seguido desde el centro hasta la esquina de la playa, ¿has sido tú? No tiene ni puta gracia, estaba acojonada.

-Estás loca- dice mientras se va hacia la cocina.

-No, el loco eres tú- le señala con el dedo índice.

Edén no entra en la cocina, se para. Cierro los ojos porque cada vez que hace eso es para volverse y decirme una grosería.

-No vuelvas a llamarme loco- nunca en mi vida he visto a Edén con esa mirada. No sabría describirla pero pareciera que hubiese bajado de a los infiernos y hubiese vuelto.

Me trago las palabras que me gustaría decirle. Sí, en este momento estoy asustada. No pienso que se atreva a hacerme daño pero no me gusta verlo así. Puedo ver en él un demonio asomándose para vigilar que no salga nada más de mi bocaza. Trago saliva y subo rápido las escaleras para llegar cuanto antes a mi habitación. Cierro la puerta y pongo una silla en el pomo para que nadie pueda entrar. Estaba muy asustada. Quien haya tenido la oportunidad de ver esa mirada me entendería ¿Era Edén un monstruo? ¿Me había enamorado de una persona tan fría? ¿Estaba enamorada?

Mi estúpido hermanastro (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora