35. Una gran sorpresa I.

3.6K 179 26
                                    

-¡Eso no es verdad!- niego mirando al chico más guapo del lugar.

-¿Cómo que no?- se alborota su sedoso cabello. -El kétchup es asqueroso.

Lo miro sorprendida. No puedo creer que haiga una persona en este planeta que odie tanto el kétchup cómo Edén.

-¿Alguna vez lo has probado?- pregunto divertida.

-Si, casi vómito- me dice sacando la lengua y arrugando su nariz. Es tan lindo. Parece un niño pequeño cuando hace gestos como ese.

Contemplo su boca cada vez que muerde un trozo de su hamburguesa. Su labios envuelve el trozo de una manera deliciosa. Me encantaría que me besara y envolviera mis labios igual que hace con su trozo de comida.

-¿En qué piensas?-  dubitativo.

-Vaya, el chico que leía la mente es incapaz de hacerlo ahora- me carcajeo.

Edén suelta una risita que hace que quede impresa en mi cabeza. Mi mejor melodía.

-No lo puedo hacer todo el tiempo. A veces me confundes- se relame los labios. -Eres tranparente, pero hay veces que me resultas muy cerrada y no puedo saber que tramas.

Me alegra saber que no soy tan...¿abierta?. Si, esa es la palabra.

Cuando terminamos de comer Edén coge rumbo a casa de mi madre, lo que le doy las gracias por que debe estar echa una fiera por no llamarla. Edén se baja del coche y me abre la puerta, es un gesto muy  caballeroso, pero no soy de las chicas que mueren por estos gestos. Prefiero abrir yo mi puerta.

-Vaya, ahora eres todo un caballero?- le pincho.

Me mira divertido.

-Siempre lo he sido.

-Ni en tus sueños López- bromeo acentuando mucho su apellido.

Edén me mira asombrado. Se ha sonrojado, me encanta.

-Eso... Ha sonado muy sexy. Por que estamos delante de la puerta de tu casa o sino...-llamo al timbre para callar las burradas que pensaba soltar por la boca. -Te recuerdo que me lo debes- ahora susurra.

La puerta de abre para dejarnos ver a mi madre con una sonrisa encantadora. Está guapísima, tiene puesto un vestido sofisticado que le llega hasta las rodillas, abraza de forma elegante sus curva y el escote es en forma corazon. Los tacones son altos de color rojos que pegan con el vestido blanco, hace un buen contraste.

-Hola señora Castro, está usted bellísima- halaga Edén a mi madre.

-No me llames señora, me hace parecer mayor- se carcajea. -Llámame Susan.

Mi novio asiente. Intento despedirme de Edén para poder darme una ducha y arreglarme para ir al Toxic, pero parece ser que sus ideas son otras. Entra en casa con permiso de mi madre y se sienta en el sofá beig. Me siento a su lado y mi madre coge una pequeño banco sueco, se sienta en él para ponerse frente a nosotros. Me huelo que viene después de esto.

-Cariño he pensado, si tu quisieras, comprar las pastillas anticonceptivas.

¿¡Qué!? ¡Ni de coña! No quiero pastillas, ni se cómo se atreve a decir eso cuando sabe que no me gusta tomar medicamentos. Me pongo tensa, que mi madre hable de esto delante de Edén me incómoda. En cambio, él está sonriendo y asintiendo.

-No voy a tomar pastillas- informo a las dos personas que me miran. -Y la verdad, no se me apetece hablar de este tema.

Mi madre ignora mis palabras. Le lanza una mirada a Edén y éste asiente de nuevo. ¿Ahora saben comunicarse telepáticamente? Si es así, me molesta. Dejo la sala refunfuñando para meterme en la ducha y dejar atrás la vergonzosa conversación. El agua cae por mi cara pálida, esto me reconforta, me devuelve a la vida. Echo un poco de champú en mi manos y las llevo a mi cabeza, la masajeo expandiendo el liquido por mi cabello. Después cojo el gel y repito lo mismo, pero esta vez llevo mis manos al cuerpo. Me encanta la sensación de meter mi cuerpo bajo el agua y notar como me relajo. Después de más de media hora estoy vestida con unos pantalones vaqueros ceñido y una sudadera con floreado. Me he maquillado un poco, más que otra veces, pero la verdad es que mis ojos parecen aún más grandes y mi piel tiene algo de color.

Mi estúpido hermanastro (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora