Dani es nuestro vecino de hace un par de años, pero mi mejor amigo sólo desde hace unos meses.
Todo el tiempo supe que ese chico vivía en la casa de al lado, lo veía a diario llegando a casa del instituto. Siempre iba con su mirada perdida en el móvil, al igual que la mayoría de nuestra generación, no me excluyo. Debido a eso nunca me fijé bien en su cara. Lo único que pude apreciar era su ondulado pelo castaño oscuro, pero poco más.
Podría haberme molestado alguna vez en al menos presentarme y conocerlo. Aún así, nunca me interesé ni lo más mínimo en saludarlo, ni mucho menos intercambiar siquiera unas cuantas palabras con él. Sonará bastante estúpido o antipático por mi parte, pero no me va el rollo de socializar.
Pero todo eso cambió una noche lluviosa.
Yo estaba tumbada sobre la cama, con una pierna encima de la otra, mirando una serie de suspense en el portátil. El sonido de las gotas de agua repiqueteando en la ventana junto a mi cama iba aumentando de volumen, cada vez más. Esto hacía que mi piel se erizase a medida que continuaba el capítulo.
La chica de la pantalla con miedo lentamente se aproximaba a una misteriosa y vieja puerta, con intención de abrirla. Puso su mano sobre el pomo y... ¡boom! En ese momento en mi casa se escuchó un estruendoso ruido acompañado de un resplandor y seguidamente se apagaron todas las luces. No soy de asustarme fácil, pero he de admitir que me llevé un susto tremendo. Un apagón. Me jodió un montón, justo en el peor momento dejándome con toda la intriga. Se había cortado la luz y todo estaba completamente oscuro.
Miré el móvil, eran las 23:23. Justo entonces también me llegó la notificación de "Baja batería". Mis padres habían salido a cenar por ahí por lo que estarían fuera hasta muy tarde y mi hermana se había quedado a dormir en casa de una compañera, por lo que estaba sola en casa. ¿Qué se suponía que debía que hacer? Nadie podía ayudarme a subir ningún interruptor o lo que se suponga que hay que hacer cuando se corta la luz. Ni idea. Supuse que lo mejor era dormir o al menos intentarlo (porque aún era bastante temprano para mí) y ya mis padres harían lo que sea que tuvieran que hacer a la mañana siguiente.
Con ayuda de la linterna del móvil cerré el portátil y lo dejé en mi escritorio. Me tumbé en la cama y me giré apoyándome sobre un lateral mi cuerpo, intentando pegar ojo. Fue en vano porque a los pocos minutos un relámpago me cegó, despertándome. Me dispuse a mirar el cielo a través del cristal de la ventana. Todo era de un color grisáceo, pero el hecho de que hubiera tormenta me relajaba, no sé por qué. Disfrutaba viendo los rayos iluminando el cielo.
Al poco rato, vi una luz encenderse en la casa de al lado.
Era la única luz que se veía en toda esa oscuridad. La casa de donde ésta procedía y la mía no estaban pegadas muro con muro. En el lateral de los edificios un pequeño patio los separaba, lo que hacía que nuestras ventanas se miraran de frente pero que estuvieran distanciadas por unos pocos metros. La persiana de aquella ventana estaba subida hasta arriba, por lo que podía ver toda la habitación de donde provenía la claridad con perfecto detalle.
Estaba bastante desordenada y visualicé como el vecino con el que no me hablaba agarraba un pequeño mando. Apuntando a lo que supongo que eran unos altavoces apretó los botones del mando y puso una canción triste. Debió de poner el volumen muy alto porque lo podía escuchar desde mi casa, aún con el sonido de la lluvia. Seguidamente, se tumbó en la cama. Miraba al techo de la habitación, pensativo. Se le veía triste, con la mirada absorta en sus pensamientos.
Era todo muy raro, nunca los vecinos (y menos ESE vecino) habían molestado con la música. Es más ¡¿cómo coño tenía electricidad?! No pude evitar sentir curiosidad.
Iluminándome con el móvil me levanté dirigiéndome hacia el escritorio y cogí un folio. Escribí un "¿Te va la luz?" grande en él. Me acerqué a la ventana y puse el papel sobre el cristal. Tomé el móvil y empecé a moverlo de un lado a otro apuntando a su casa, para captar su atención y que me mirara.
El vecino se percató de mi presencia y rodando la cabeza sobre la almohada miró hacia donde yo estaba con incertidumbre. Rápidamente se frotó los ojos, ¿acaso estaba llorando? Cortó la música. Suspiró a la vez que se ponía en pie y se aproximó a la ventana mirándome fijamente. El chico confundido frunció el ceño para leer mi mensaje y acto seguido imitó mi acción escribiendo algo en un papel mientras reía y lo apoyó en la ventana. Forcé la vista para conseguir leer un "no xd". Le di la vuelta a mi papel y por la cara opuesta a donde estaba el mensaje anterior escribí: "¿me dejas cargar el móvil?".
El chico tras leer mi mensaje sonrió. Bajó la persiana y apagó la luz, dejándome anonadada. ¿Qué mierda acaba de pasar? Había sido todo muy random.
Otra notificación en el móvil me sobresaltó. Me quedaba un cinco por ciento de batería. Necesitaba enchufar el maldito teléfono, me estresaba el hecho de que se quedara sin batería. No podía permitir que se apagara.
Saqué una sudadera grande del armario y me la puse por encima del pijama. Cogiendo el cargador bajé las escaleras con la linterna del móvil. En la entrada agarré un paraguas y las llaves para salir de casa. Abrí la puerta y salí corriendo hacia la casa del vecino, para mojarme lo menos posible. Me resguardé en su porche.
Mirando la puerta me preguntaba si hacía lo correcto en presentarme en su casa, después de que me hubiera ignorado de tal manera. ¿Quién se había creído? Me había hecho un vacío impresionante. ¡Qué rabia! Bueno, lo mismo sólo tenía sueño y era tarde. Quizás debía aguantarme sin móvil y dormirme ya. Lo más seguro es que volviera a pasar de mí y que me quedara sin batería. ¡A la mierda!, lo iba a intentar al menos. Me tragué mi orgullo y decidí llamar al timbre.
¿Iba a hacer el ridículo? Seguramente. Mucho, además. ¿Me importaba? No.