El timbre de la puerta resuena en toda la casa, haciendo callar a los invitados, muchos solo guardan silencio unos momentos y vuelven a sus pláticas aburridas, mientras que otros fijan la vista en la entrada esperando ver a la persona que está a punto de entrar.
La reunión es tan aburrida y agobiante que alguien nuevo quizá agilice el asunto, al menos para los demás. Necesito que la atención de todos tenga la misma dirección. A pesar de que no hay muchas personas, me ha costado tanto trabajo desplazarme por el salón de la casa, siempre hay alguien que me mira e intenta hacer conversación porque no me había visto antes. Y claro que no lo han hecho, estoy aquí por razones completamente diferentes a las de todos los presentes.
La habitación completa gira la vista al hombre castaño que baja los escalones del salón y comienza a caminar entre los invitados, parece que es alguien muy apreciado, porque todos se le acercan para saludarlo.
Busco la salida al pasillo que da directo al despacho del Sr. Pebest. Estudie la casa detenidamente, aunque no haya sido tan necesario, tomando en cuenta a la persona que me contrato. Pero es mi trabajo y debo asegurarlo por mí misma.
Me recargo en el umbral del pasillo y miro la escena por última vez. El castaño habla detenidamente con el Sr. Pebest y casi todas las miradas se enfocan en ellos. Me doy vuelta y comienzo a caminar por el pasillo repleto de puertas. Miro sobre mi hombro para asegurar que nadie me ha visto por aquí. Aunque es fácil decir que me he perdido buscando el baño, pero no me conviene perderme, tendría que abandonar la misión. Como dice mi padre, si algo sale mal desde el principio, seguro todo terminara mal.
Rebusco en el pequeño bolso que cuelga de mi hombro, y saco mis guates preferidos. Es un poco extraño tener unos guantes especiales, en vez de solo usar de látex, pero si alguien te atrapa en un robo, y puedes librarte, unos guates de látex no te dejaran ninguna oportunidad.
Me coloco los guates de cuero en las manos y abro la puerta del despacho. Es muy pesada que temo que haga algún ruido, así que despacio y con cuidado la abro y entro rápido, para después cerrarla con el mismo cuidado.
Es la primera vez que miro el despacho. Las fotografías y el plano no son suficientes para saber que trampas podría tener la habitación.
El lugar está repleto de muebles, me cuestiono, para que podría necesitar tantos. Quizá para dificultarme el trabajo.
Hay una puerta ventana justo frente de la puerta. Es alta y da a un balcón. Las puertas son de madera gruesa igual que la otra. Vuelvo la mano a mi bolso y saco mi pequeña linterna, que enciendo para ver mejor la habitación. Al lado de la ventana hay unos sillones de piel marrones,y a la otra pared un escritorio largo frente a una gran pintura del Sr y la nueva Sra. Pebest.
Por un instante, siento decepción por estas personas, se han casado tantas veces que seguro no recuerdan los nombres de sus antiguas parejas. Es más decepcionante que lo hagan por una ventaja, nunca han llegado a sentir un sentimiento más que interés por sus parejas. El Sr. Pebest, como todos los políticos que he visto, solo buscan piernas largas y curvas, y la nueva Sra. Pebest, como toda mujer joven casada con un político, busca una buena pensión después del divorcio, y en algunos casos eso no le es suficiente, como ahora.
Me concentro en los armarios a los costados del escritorio. Una de las puertas esta abierta, que lo han utilizado últimamente. Me acerco, con cuidado veo por todo el armario. No veo nada inusual, asi que lo abro despacio y busco entre las cosas una caja fuerte, pero parece que solo hay cajas y portafolios pesados. Cierro la puerta y me dirijo al otro armario. Lo observo de igual forma, pero no encuentro lo que busco, cierro procurando no hacer ruido y examino los demás muebles. Aun no soy una experta para descartar lugares, pero cajoneras no son el lugar más indicado para guardar una caja fuerte, el lugar más predecible y de fácil acceso que encuentro es la enorme pintura. Observo alrededor de ella. Una capa de polvo, apenas predecible, cubre sus esquinas, eso no me detiene, las puertas del balcón están abiertas, el polvo se acumula más rápidamente.
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