Intento no correr, mis zapatos no lo permiten, además de que parezco una loca corriendo hasta el edificio, pero justo esto es lo que debo recordar cando quiera dormir cinco minutos más. Miro el reloj de mi muñeca una vez más, odio hacer esperar a mi padre, que vea que soy irresponsable y que no tomo en serio mi trabajo. Lo hago, cada día busco la forma de ser mejor y dar pasos adelante.
Las puertas de cristal se abren solas antes mí, camino normal cuando estoy dentro del edificio, las personas van de aquí para allá, todas comprometidas en su trabajo. Billy, el jefe de seguridad alza la mirada y me sonríe cálidamente, le respondo lo mejor que puedo. Es un empleado muy querido por la familia, y fácilmente uno de los más antiguos y confiables.
Subo al ascensor y presiono el botón que da al último piso. Las puertas se cierran dejándome sola para el recorrido.
Respiro profundo cuando las puertas se abren, me encamino fuera y voy hasta la oficina de mi padre.Observo a la nueva secretaria que mi padre contrato recientemente, que según veo se interesa demasiado en su teléfono móvil.
-¿Podrías avisarle a mi padre que estoy aquí?
Baja el teléfono hasta su regazo cuando me ve. Es muy joven, quiza de mi edad. Se cree una Barbie aunque no lo sea. El cabello rubio teñido, nariz y senos operados, uñas muy bien pintadas y la personalidad de una piedra la hacen casi una Barbie, con la diferencia de que la muñeca sirve para algo. No entiendo como Nicholas se puede volver loco por mujeres como ella.
Hace una mueca de disgusto, presiona el intercomunicador y me anuncia con mi padre, que me hace entrar de inmediato.
-No creo que esa chica sea tu mejor elección-le digo a mi padre una vez dentro de su oficina-Es obvio que no sabe lo que hace y además me mira como si yo no fuera digna de hablarle.
-No es una gran elección, pequeña-contesta apartando los papeles de su rostro para poder mirarme-Pero si no la contrataba yo, tu hermano lo haría y preferí ahorrarme problemas.
Tiene razón. Nicholas se idiotizo con ella, al igual que con todas, y es preferible ver a la chica hacerme mala cara, que verla hacer un drama cuando él la bote diciendo que se la pagara y que no es un juguete sucio y vil. Prefiero ahorrarle la pena.
Me acerco a mi padre y lo beso en la frente, toma mi mano entre las suyas y la besa. Me señala que tome asiento y lo hago. Parece no molestarle mi tardanza.
-¿Cómo estás?-Le pregunto.
-Muy bien-se relaja sobre la silla y me dedica una gran sonrisa-¿Cómo resulto todo anoche?
Regularmente, después de obtener lo que se nos pide, se hace un informe, que solo lo conserva mi padre. Me parece algo sumamente peligroso, pero él dice que es algo bueno. Se guardan junto a un documento firmado por el cliente, donde consta que él nos contrató y que nosotros no conservamos lo que nos haya pedido robar. Eso mantiene un control. Asegura que nadie hable y si lo hacen, no seremos los únicos que vallamos a prisión.
-Todo perfecto-digo. Nunca doy muchos detalles, lo que hice, ya es pasado y no me gusta seguir recordándolo.
Asiente. Busca algo en las cosas que hay sobre su escritorio y me extiende una carpeta roja. Sé que se trata del nuevo trabajo. Doy una fuerte respiración antes de tomarlo. Cada vez que un nuevo trabajo llega, la preocupación me invade. Siempre me pregunto qué cosa será lo que me pidan robar y como algo podría salir mal. Y eso es justo a lo que temo.
-Tienes que hablar con el cliente en...-mira el reloj sobre el escritorio-dos horas.
No abro la carpeta. Nunca lo hago frente a él. Guardo mis emociones para mí.
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