02. martes

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—Podrías decirle a tu vecino, es lindo.

—No, Soobin. No le diré a Hoseok que lo fotografiaré para mostrarlo a mi escuela.

Choi hizo un pequeño y corto puchero para luego dar una mordida a su cupcake.

Taehyung, Soobin y Jimin estaban sentados en una banca de la cafetería de la escuela. Los dos últimos ayudaban a Kim a decidir su personaje para el proyecto.

Anteriormente Taehyung se arriesgó a preguntarles si querían ser parte de su tarea pero no resultó exitoso.

—Soy demasiado tímido para esas cosas, lo lamento, hyung. —dijo Soobin aferrándose al brazo de Taehyung.

—Lo lamento, ese día tengo una cita con un chico de la Facultad. Será en otra ocasión, TaeTae —se disculpó Park y se sentó en la silla.

No quería aceptarlo pero comenzaba a entrar en crisis. Una sesión de fotos casual no era cosa fácil, debía ajustar los lentes necesarios a su cámara, escoger un área con buena iluminación, conseguir ropa adecuada para el modelo, entre otras cosas.

—¡Ya sé! —dijo Jimin lo suficientemente alto y levantándose instantáneamente de la banca de concreto.

Choi y Kim lo miraron curiosos mientras el mayor sonreía como si hubiera descubierto algo impresionante.

—Pídeselo a tu madre, es muy amable y linda.

—Mi madre vive en otra ciudad, idiota.

Park abrió su boca para luego cerrarla de nuevo. Cierto.

Sumen a eso que sería su primer proyecto de esa magnitud y necesitaba una buena calificación o no aprobaría el curso. No es como si afectara a su verdadera carrera universitaria, pero no sería algo muy Taehyung de su parte sacar mala calificación.

Los tres chicos soltaron un bufido y miraron a la nada.

Taehyung paseaba por el parque en abundante tranquilidad. Ese lugar era poco visitado por alguna extraña razón, aunque nunca faltaba lo básico; niños jugando, madres charlando, columpios rechinantes, muchas plantas y por supuesto, muchas áreas perfectas para capturar con su cámara.

Desde niño le pedía a su madre su teléfono para tomar bonitas fotos de cosas que le agradaran, como las diminutas mariquitas en su patio y cosas de ese estilo. A medida que fue creciendo su gusto iba aumentando y pasó de tomar fotos a su jardín con un celular ajeno a comprar su propia cámara profesional -que le costó muchas horas extra en su trabajo como repartidor de pizza- y comenzar a usar distintos lugares, objetos y personas como su enfoque.

Personas...

Ahhh, olvidé mencionarlo, ¿cómo pude ser tan torpe? En aquel mismo parque tiempo atrás, quizá un par de meses, comenzó a asistir un chico que, desde los ojos de Taehyung, lucía tan malditamente atractivo.

Era alto, piel pálida y por lo visto suave, finos labios que resaltaban por su sutil color cereza, algunos lunares y unos ojos... Unos ojos que te quedabas hipnotizado por ellos.

Nuestro protagonista solo ha tenido el privilegio de observarlos fijamente durante un par de segundos, pero lamentablemente el chico desconocido los desvió.

¡Ah! Cierto, el chico iba al parque todos los días a las cinco de la tarde y repetía sus acciones: Llevaba pan en una bolsa de papel café y la lanzaba a las palomas mientras usaba sus audífonos, probablemente con alguna canción reproduciéndose. Cuando marcaban las seis miraba su teléfono y se iba de ahí sin mas.

Ni una palabra, ni un indicio de que se interesara en algo más. Solo él y sus palomas.

Taehyung lo veía algo tierno, porque ver al chico más apuesto de aquel lugar sonreír mostrando sus perlas mientras tarareaba una canción y lanzar pan a las aves a su alrededor se sentía como un verdadero privilegio.

Tampoco era que fuera un acosador, simplemente siempre coincidían en que las bancas de madera que usaban estaban una frente a la otra, un tanto alejadas, pero lo suficientemente cerca como para apreciar la belleza del contrario.

musa, taekookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora