Nuestra rara historia de amor. (Kazuya x Chizuru)

Tenemos que hablar.

El ambiente se tornó tenso entre ambos jóvenes, quienes seguían en la misma posición, petrificados por la gran sorpresa que acababan de recibir.

Creían que debía de tratarse de otra broma por parte del destino, una broma que no les causaba nada de gracia.

Pasaron los segundos, que parecían ser eternos, y seguían completamente congelados. No fue hasta que Chizuru por fin reacciono y, por puro instinto, volvió adentro de su departamento, cerrando la puerta tras de sí.

El cerebro de Kazuya volvió a funcionar cuando escucho el fuerte portazo que había dado la peli-marrón. Sin poder evitarlo, se acercó más a la puerta, apoyando ambas manos e incrédulo de que la chica con la que había tenido sexo se encontrará detrás de esa puerta. Con mucho nerviosismo, procedió a preguntar.

-¿Chizuru-chan? ¿En serio eres tú?- Quería estar seguro de que lo que había visto era real y no un loco sueño, producto de aquel golpe que le propino Chizuru.

Durante los siguientes segundos no obtuvo respuesta alguna. Pensó que, de alguna forma, su cabeza había sufrido algún daño muy severo que lo hacía alucinar cosas (tal vez aquel puñetazo era la principal causa). Sin embargo, la voz de su vecina se hizo presente al otro lado de la puerta.

-¡¿Qué demonios haces aquí?!- A pesar de no poder verla, el peli-marrón sabía que ella estaba igual o incluso más confundida que él. Y no la culpaba.

-¿Ehh...? Bueno, y-yo vivo aquí...- Contestó. -Parece ser que... somos vecinos, jaja...-.

Pesé a que trataba de mostrarse tranquilo, en su cabeza estaba hecho un mar de nervios. Aun así, logró mantener la calma y trató de aclarar esta situación de la forma más pacífica posible. No estaba dispuesto a recibir otro golpe en su rostro... o en otra parte más sensible de su cuerpo.

-¿P-Puedes abrir la puerta... para que platiquemos como buenos v-vecinos? ¿Por favor?- Preguntó, notándose levemente el nerviosismo en su voz.

Paso otro rato sin recibir respuesta, lo cual solo lo ponía más nervioso y preocupado. Pero, para su suerte, vio la perilla girar hacía un lado para después abrirse la puerta, dejando ver una vez más a su vecina, quien mostraba un semblante completamente serio y con las mejillas levemente sonrojadas.

Sin decir una palabra, ella salió de su departamento con una bolsa de basura en su mano derecha, algo grande, y se dirigió hacia las escaleras, pasándolo de largo. Kazuya se quedó muy confundido por su repentina actitud y solo se quedó viéndola bajar las escaleras. Ya una vez en la planta baja, Chizuru paro su andar y dirigió su mirada hacía él.

-¿Qué estas esperando? Baja, rápido.- Dijo, manteniendo su expresión seria y un poco intimidante.

Ante sus palabras, Kazuya quedó aún más atónito e hizo lo que le pidió. Cuando ambos ya se encontraban en la planta baja, ella reanudo su andar y, esta vez, el joven oji-marrón la siguió. Manteniendo su distancia, claro.

Llegaron a un contenedor de basura que se encontraba cerca de su edificio y tiro la bolsa negra dentro de la misma. Inmediatamente, Chizuru volvió a caminar, pero en dirección opuesta a donde se encontraba el pequeño complejo de departamentos.

-¿A dónde vamos?- Kazuya no entendía el por qué se estaban alejando de sus respectivos hogares.

-¿Qué no es obvió? Vamos a platicar en otro lugar más tranquilo... Y en donde no pueda matarte.- Eso último lo dijo casi en un susurro que él fue capaz de escuchar, haciéndolo tener un mal presentimiento.

-¿Debería de preocuparme por mi vida...?-.

Continuaron su camino en un silencio total. Durante el transcurso del mismo, Kazuya pudo apreciar un poco mejor la vestimenta de su acompañante. Ella vestía una sudadera roja holgada, unos shorts azules y unas sandalias rosas con unos calcetines blancos. A pesar de lo simple que podía verse con esa ropa, su belleza no era opacada ni nada por el estilo. Seguía viéndose igual de hermosa. Su pelo suelto le daba un fulgor que era imposible de ignorar y... ¡Y debía de dejar esos pensamientos de lado de una maldita vez!