Prólogo.

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El frío de la pared atravesaba la camisa morada del detective consultor. Estaba quieto, parecía la polvorienta estatua de un viejo y olvidado museo.  Durante un eterno periodo de sendos segundos su propio silencio decoraba la desagradable estampa del caso. Un cadáver yacía acostado sobre una butaca descolorida por los años.
-Causas naturales-dijo acercándose bajo atentas y envidiosas miradas. Del todo ajenas a él.-Posiblemente un paro cardíaco, una insuficiencia de oxígeno quizá.
No dijo más. No lo necesitó, los forenses se llevaron el cadáver. Nadie dijo nada, los policías hablaban entre ellos. El detective prendió un cigarrillo y se lo puso en los labios con su enguantada mano derecha. Sus pasos;elegantes, rápidos y con una firme fuerza que haría ganarse el respeto de cualquiera le dieron un compás mientras se marchaba. No tenía porque seguir allí. Aquellos policías no eran más que perros inútiles para él.

Aún se estaba colocando el abrigo cuando estaba en la calle, en una de las tantas calles abarrotadas de Londres.
Sus enguantadas manos se ocultaron en los bolsillos de su abrigo.
El día había quedado nublado, pero seco sin lluvia. Algo extraño sólo por tratarse de Inglaterra, Londres.

Caminó, vagando a la deriva hasta llegar al hotel que le servía como alojamiento temporal. Mucha gente lo saludo, era molestamente conocido. Ignoro a todo el mundo con el mismo descaro que tenía siempre. Alejado de todo, temido por sus enemigos y extrañamente confidente de sus "amigos".

135.
La llave abrió la puerta de la habitación. Dejando paso a Sherlock una vez abierta.

Los casos llevaban siendo pésimas imitaciones durante los meses en los que él estuvo en Londres, claro que de niño vivía allí pero tras su desaparición en la adolescencia, sus malos hábitos y otras actividades estuvo mas bien muerto para el mundo.

Mando un simple mensaje. Con la respuesta para aquel aburrido caso, ¿qué le importaba a él la víctima si no  le divertía el caso?
Nada. Las víctimas eran marionetas necesarias y la gente como él los titiriteros.

Para él el mundo era frío y mecánico todo pasaba por algo y para algo siempre había intereses medios y todo el mundo era culpable.

El detective se quito el abrigo y la bufanda dejándolos en el respaldo de una silla mientras se paseaba por la habitación hasta pesado y muerto dejarse caer sobre la cama.

Cerro los ojos sin sueño, al margen de todo cansancio. Se centro en dejar la mente lo más tranquila posible. Sus manos aferraron las sabanas bajo él, mientras dejaba escapar un gutural sonido de queja. El mono, la adición, el ansia viva por probarla de nuevo. Se levanto como si tuviera un resorte, como el gato al que le pisan la cola. Se levanto lanzado, acercándose a torpes y rápidas zancadas hacia un estante.

Cuando su organismo detectó aquella dosis de cocaína sufrió un intenso y corto viaje que le hizo caer. Dio una bocanada de aire tirado en el suelo. Con los rizos oscuros alborotados, una torcida sonrisa que mostraba demasiadas cosas y un ansia en aumento. Quería más.

Llevaba demasiado tiempo así y nada le impedía seguir. Nada le iba a hacer cambiar su vida, no a su edad ya era un perro viejo quizá con demasiados trucos pero aun así un perro viejo.

Se levanto del suelo, tambaleante, desorientado, con una extraña euforia pasajera y artificial. Se dejo caer contra una de las paredes de la habitación. ¿Acaso podría el detective tener una vida peor? Presa de la droga y sus efectos, inexperto como ser humano sin ningún tipo de convivencia con nadie que no fuera su familia y de niño, algo que ya había más bien olvidado. Él no sabia tratar a la gente y tampoco le importaba. Solo era una pequeña desventaja. Solo una, nada más.

Cerró los ojos, apretó los párpados y gruñó como si no fuera más que un animal dolorido.
Emitió un par de gruñidos más mientras caminaba algo 'colocado' hacia la cama. Se sentó en dicha, con los ojos cerrados con fuerza y apretando el puente de su nariz.

Los rasgos faciales del detective-definidos, afilados, delicados y con cierta elegancia- adoptaron un aspecto de cierto desagrado, él mismo se daba cierto 'asco' en esas situaciones.

Abrió los ojos, se levanto con suavidad brusca, dando un tumbo una vez en pie. Caminó hasta la gran ventana de la habitación-una de ellas- apoyo el brazo en el marco y apoyó la cabeza en dicho. Miró a la calle, a todas las personas que caminaban por ella, al lejano Támesis, a la lluvia que caía haciendo a toda esa gente correr, él simplemente lo observaba todo y a la vez nada, solo observaba.

Por un segundo estaba cansado de todo lo que había hecho en su vida o casi todo. De todo encontraba un fallo, aunque solo fuera uno y minúsculo pero todo lo que el había echó y haría tendría un fallo o seria de algún modo incorrecto. Pero ¿acaso importaba ya?

Keep Breathing.[Sherlock fanfic.]Where stories live. Discover now