"Caso perdido" 2da Parte

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Liz Anderson
Los recuerdos de como Raúl y yo nos conocimos me hizo perder la noción del tiempo y cuando menos lo pensé ya la profesora Alicia había concluido.
Todos abandonaron el aula y yo seguía sentada. Es muy extraño que Raúl no haya asistido a la clase, nunca se pierde ni una y si estuviera enfermo me hubiera llamado para que lo justificara.
Saqué el celular de la cartera y elegí la opción de llamar a su contacto, lo tenía agregado como “El dueño de mi corazón “, obvio él no lo sabía y lo mejor es que no corría el peligro de que lo viera porque ninguno de los dos tocábamos el celular del otro, tampoco es que tuviéramos una relación amorosa de tóxicos, aunque pedía a gritos que fuera así. 
Timbre, timbre, timbre y buzón de voz. Lo llame más de seis veces y nada, ya estaba más que preocupada, eran las 12 pm y no me llegaban noticias de él. Decidí llamar al teléfono fijo de su casa y no contestaban, quizás su padre no se encontraba. 
Me dispuse a salir del aula, estaba caminando por el pasillo y me di cuenta que todos estaban mirándome no entendía por qué, ¿acaso mi atuendo no les gustaba?, era consciente de que el vestido que llevaba puesto no era lujoso, sabía que era sencillo, pero tampoco estábamos en una fiesta de graduación para llevar un outfit de moda, me dije a mi misma que no haría caso a esas miradas. Me alejé lo más rápido posible de todos, no me gustaba la forma en que cuchicheaban, ¿Qué demonios pasaba? ¿Acaso tenía un payaso dibujado en la cara para que todos se rieran d mí? , esa era la única explicación que tenía para justificar lo que pasaba.
Eran las 2 pm y no sabía absolutamente nada de Raúl , lo llamé y …se hizo la luz, metafóricamente hablando.
-¿Si?.-contestó Raúl la llamada después de cuatro timbres con el sonido de la ducha de fondo.
-Así es como me respondes después de haberte llamado hasta el cansancio?-dije molesta, llena de rabia , ¿ Cómo es que no se daba cuenta lo preocupada que estaba por él?
-Cálmate bebé, no exageres.-respondió Raúl como si nada estuviera pasando, como si no hubiera faltado a clases y como si no contestar las llamadas que le hice fuera normal.
-¿Qué me calme? , ¿ Tú te estas escuchando?.-le pregunté indignada por su comentario fuera de lugar.
No recibí respuesta y escuché cuando la llamada se cortó, no me lo podía creer ¿En serio me había colgado?, me preguntaba a mí misma por lo bajo. A mi entender no había dicho nada para que se molestara. 
-¿Y si voy a su casa?-pensé en voz alta.
En el momento en que me hice esa pregunta apareció gracias a dios mi dignidad y no, decidí no ir a su casa, no me iba a rebajar a tanto después de que me había preocupado y él no lo valoraba. 
Siempre era así, cada vez que mostraba preocupación por el, actuaba a la defensiva, creaba una coraza, no mostraba sentimiento alguno. Éramos mejores amigos, no entiendo por qué hacía eso.
Me encontraba caminando hacia la parada de autobús para regresar a casa cuando sentí el sonido de una burbuja que avisaba la llegada de un mensaje de texto. Saqué mi celular y para mi sorpresa era quien menos imaginaba. Mi corazón empezó a palpitar frenético, estaba al borde del colapso.

“El dueño de mi corazón”
Te espero en mi casa.

¿ Queeeeeeeeeeee? No, no, no, yo no pude haber leído bien. Hubiera querido decirte que no hice caso a su pedido, pero si .¿Recuerdas la dignidad de la que hablaba anteriormente?, pues siento decirte que se fue para jamás volver, cuando se trataba de Raúl, la dignidad y yo no éramos buenas amigas que digamos. 
Es que yo no duraba mucho tiempo molesta con él, cuando lo recordaba en mi mente, con esos ojos que provocaban que me perdiera en su mirada, tan azules como el cielo, transmitían paz y tranquilidad, me olvidaba del mundo .Joder estaba perdida.
Tomé el autobús en dirección a la casa de Raúl, fueron 25 minutos de viaje y sin duda los más largos de mi vida, lo único en lo que pensaba era que le iba a decir cuando llegara, que actitud debía mostrar, no sabía si estar calmada, molesta, ansiosa. No, ansiosa no, queda descartado, no podía permitir que se diera cuenta de mis sentimientos, no, tenía que esperar un poco más, al menos cuando viera que el mostrara algún interés hacia mí, claro que otro interés que no fuera el de amigos. Me sentía tan cansada de ocultar lo que sentía, cuando estaba frente a mí la idea de besarlo o de confesarle lo que me hacía sentir visitaba mi mente, pero mi cerebro era más inteligente que mi corazón o no, tal vez debía decirle y ver qué pasaba, de lo que estaba segura era que no podía arriesgarme a recibir un no por respuesta. 
Tenía un objetivo y estaba claro. 
Misión: Enamorar a Raúl. Activada.
Mi mano derecha temblaba cuando la levanté para tocar el timbre de su casa, al segundo sonido del timbre se abrió la puerta principal y ahí estaba el, con su cabello color miel húmedo, al parecer se había duchado por lo que había escuchado cuando lo llamé. Vestía un pantalón color azul marino que hacia juego con sus ojos, una camiseta blanca que por lo que observé parecía de tela fina, ligera y fresca que dejaba ver sus brazos definidos por el gimnasio, de los que resaltaban sus venas y unas chanclas negras marca Adidas ya algo desgastadas.
Me miró a los ojos con una mirada indescifrable y un poco misteriosa, no desvié la mía, la mantuve, quería descubrir que era lo que pasaba por su cabeza justo en ese momento pero fallé en mi intento. Parecía agotado como si no hubiera dormido bien o incluso no hubiera podido concebir el sueño. Se encontraba pálido al igual que sus labios ¿ Qué estaba pasando?.
-Adelante-me invitó a pasar con una voz tranquila pero cansada.
Caminé hasta el interior de la sala y me senté en el lado izquierdo de un sofá color blanco y apoye mi brazo en él.
-¿Quieres algo de beber? –me preguntó Raúl mientras cerraba la puerta.
-Agua-respondí observando cómo se acercaba a donde yo estaba.
Se dirigió a la cocina y decidí seguirlo, necesitaba saber que le ocurría. Lo observé mientras estaba de espaldas, se veía tan sexy con esa camiseta que le quedaba perfectamente a la medida.
-¿Me puedes decir que te sucede?-pregunté ansiosa por saber la respuesta. Se giró y me miró extrañado como si no se hubiera percatado que me encontraba justo detrás de él, pude ver como se derramó un poco de agua al suelo, probablemente por el susto. 
-¿A qué te refieres?-respondió con otra pregunta y sabia cuanto odiaba eso, se reflejó en su rostro una media sonrisa, mostrándome que sabía lo que hacía y que quería molestarme. Le encantaba hacer eso, pero no estábamos en la situación idónea para esos juegos.
-Estoy hablando en serio Raúl, ya basta de juegos. No fuiste a la preparatoria, te llamé cientos de veces y no contestaste y cuando por fin lo hiciste me colgaste, ¿eso te parece bien?-mi voz se escuchaba molesta, furiosa y era exactamente lo que quería transmitirle, para que dejara de actuar como un estúpido. 
-¡Basta te digo yo a ti!, estoy harto, ¿no puedes por una vez dejar de preocuparte por mí y pensar en ti?-gritó con furia arrojando el vaso de cristal que estaba lleno de agua al suelo.
Sentí miedo y confusión, esas eran las palabras que describían muy bien lo que sentí cuando escuché el estruendo del vaso cuando cayó al suelo y vi los fragmentos de cristal del mismo esparcidos por todo el espacio. No entendía nada, ¿qué hice mal para que reaccionara así? Mis ojos se cristalizaron, y las lágrimas amenazaban con deslizarse por mis mejillas, traté de aguantar, no quería llorar, no ahora, no quería parecer débil.
-¿Para esto me dijiste que viniera? ¿Para humillarme y hacerme sentir mal?, perdón por preocuparme por ti, por tenerte presente todo el tiempo. ¿Sabes qué? No lo haré más, a partir de este momento no existo para ti ni tú para mí, seremos dos desconocidos que nunca fueron amigos. ¿Lo quieres así? , pues así será.-le dije con voz entrecortada luchando por no desplomarme frente a él, esto dolía, joder como dolía.
-Es mejor así.-respondió sin más, sin un ápice de dolor o sentimiento.
Dicho eso salí corriendo de ahí, no podía seguir en el mismo lugar que él, cuando estuve afuera me detuve ,y ya no pude más , por mis mejillas ya corrían  las lágrimas que no pensaban detenerse ,como si no hubiera llorado en años , en ese momento salían sin compasión . Sus palabras venían a mi cabeza, su rostro inexpresivo, su mirada vacía, se reproducía todo una y otra vez. Un dolor desconocido para mi hacía que ardiera mi interior. Ese día conocí una parte de Raúl que jamás pensé que existía. Qué estúpida fui al pensar que podía hacer que se enamorara de mí, ya me había quedado claro que eso nunca iba a suceder. Mi sueño ya se había convertido en una pesadilla, mi mundo se había derrumbado, sí, porque él era mi mundo y mi sueño más hermoso, pero todo había terminado y de la peor manera.
Bajé mi vista para recoger mi celular que había caído al pavimento cuando me di cuenta que estaba en chanclas, no podía ser posible que todo el maldito día haya estado así, comprendí el por qué las miradas de burla de todos en el pasillo de la preparatoria, todo tenía sentido. Comprobado era un caso perdido, una sonrisa apagada se asomó en mi rostro pero recordé todo lo que hace unos minutos había ocurrido y no , no todo tenía sentido,  de hecho nada tenía sentido y nunca lo iba a tener , al menos para mí.

Nota de la autora: Gracias por leer mi historia hasta aquí, actualizaré todos los días, estoy haciendo un gran esfuerzo para poder escribir por la falta de tiempo. Pero dejar de escribir nunca.
Porfa les pido que si les gusta o no la historia que comenten para saber si es de su agrado y voten si les gusta, les prometo que dará un giro de 180 grados. Gracias...

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⏰ Última actualización: Aug 18, 2021 ⏰

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