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Z de zona

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Aprieto ligeramente los puños frustrada conmigo misma y al instante siento unas gigantes manos metálicas posarse en mis hombros con firmeza haciendo que una corriente de frío me recorra la espalda y mis labios suelten un sonido de sorpresa y miedo. Eso hace el supervisor se de la vuelta hacia a mi.

Dirige su vista al guardia que sigue sujetándome, intercambia miradas con él y dejo de sentir el peso, sin embargo; el mal en mis omoplatos se hace presente y trato de encubrirlo.

En cuanto el humano de metal se va de la gran sala dejándome a solas con el hombre encargado de mi, dejo caerme sobre mis rodillas, tratando de acariciar mi espalda para calmar el tormento. No lo consigo por culpa de las cinco esposas que tensan sus dientes internos apretando mis muñecas y siento mis orbes arder y bañarse de agua caliente.

Percibo una figura detrás de mí que empieza a acariciar el dolor, haciendo que poco a poco desaparezca. Se mantiene en silencio y cuando estoy más calmada me ayuda a levantarme.

—Vamos —dice con simpleza señalando una puerta que no da con las habitaciones.

Camino y él detrás de mí. Pronto estamos pasando por la exposición de plantas raras, sus hojas de un verde fuerte me hacen detallarlas con admiración. Siento la tranquilidad en mi mientras camino a pasos lentos.

Seguimos paseando, esta vez pasando por el laboratorio biológico, un grupo de salas separadas de unas paredes invisibles, observo las luces que reflejan algunos objetos, parpadeando e intentando enfocar bien todo lo demás.

Después llegamos a un punto con varios caminos y me tensó en cuanto identifico la larga ruta uno de ellos.

Justo encima del umbral hay una zeta luminosa.

La Zona siempre fue un lugar que evité a toda costa. Un conjunto de habitaciones. Apartado de donde la mayoría convivimos. Las paredes transparentes albergando dentro frías camas metálicas situadas de pie pero inclinadas hacia atrás, en cada una de ellas hay una bola de luz blanca muy potente, dispuesta a cegarte en cualquier momento, acompañadas de numerosas mesas reflectantes con miles de artefactos de metal de diferentes formas y tamaños reposadas con delicadeza, ordenadas.

—¿No piensas decir nada? —espetó delante de mi cara el verdugo, detrás de ellos había doctores observando cada uno de mis movimientos.

Mi respiración estaba agitada del miedo negándome a llorar, la presión involuntaria en mi garganta me impedía hablar.

Pestañeo rápidamente y retomo mis pasos eligiendo ir por los hologramas neuronales.

A veces me siento afortunada, hace muchos años a unas pocas personas nos dejaron hacer una ruta por las instalaciones, dejándonos ver muchas fotografías brillantes de la biodiversidad, el espacio y la biología molecular. A pesar de haber pasado tanto tiempo desde aquello recuerdo todo a detalle.

Escucho el suspiro pesado de la persona que camina en mi espalda y vuelo a otro lugar.

—Está bien —suspira y se rinde escogiendo un objeto de la tercera mesa mientras comienzo a llorar fuertemente —. Tendrás que aprender a las malas.

Tiene en la mano una cajita de plástico con una antena metálica saliendo de ella.

—Vamos a intentarlo otra vez —masculla en voz baja presionando en algunas partes de la cajita.

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⏰ Última actualización: Feb 16, 2022 ⏰

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Mortal Kingdom [Español]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora