¡El Sexo No Lo Es Todo...! ¿O Sí? ✧ GgukTae ❝Adaptación❞

Octavo Orgasmo.

TaeHyung casi pierde la respiración por completo cuando JeonGguk envolvió una de sus manos con la propia, y luego, las entrelazó. Dios, él... él quería tocarle la polla a TaeHyung, y eso le asustó. Normalmente, él no era así y de hecho era un polla-fóbico (si ese termino existía). A él no le iban los penes, o al menos, no tanto como las tetas y las vaginas.

Se sentía extraño, se sentía incorrecto, pero Dios. El ambiente era demasiado cachondo como para que él pudiera concentrarse, todo estaba demasiado caliente, y él se estaba poniendo caliente de igual manera. ¿Hacía tanto calor? JeonGguk soltó una risa sardónica, y cuando él guió su mano a su polla TaeHyung quiso pensar que era un sueño, pero no lo era. Él realmente estaba tocando la no-tan pequeña polla de Jeon.

Lamiendo sus labios, él sintió como JeonGguk guiaba su mano al movimiento, y comenzaba a acariciarse utilizando su mano. Él soltó un grito, él debía apartarse, él debía hacerlo. Eso no era correcto, se comenzaba a sentir mal, pero cuando intentó apartarse JeonGguk apretó su agarre.

Mordiendose un labio, TaeHyung se encontró a si mismo moviendo uno de sus dedos, repasando una de las venas de la caliente extensión. Su piel se estremeció, JeonGguk lamió su cuello y TaeHyung pudo jurar que soltó algo vergonzoso parecido a un gemido.

─Masturbame ─Ordenó, su voz más ronca de lo normal. TaeHyung pudo sentir como la polla en su mano palpitó, y también como su saliva se iba secando poco a poco.

Él no supo por qué, pero obedeció. Tenía la pesada polla de JeonGguk envuelta en su mano, y él la estaba moviendo suave. Joder, eso se sentía bien. Él se sentía bien al estar acariciando la pesada verga, pero también tenía algo de miedo creciente en su interior. Él no iba a tener sexo con JeonGguk, ni si quiera sabía por qué no había salido de esa habitación ya.

─Mueve tu mano más rápido, si no quieres que consiga alguna putita que te reemplace. Creo que no te gustará mucho la idea de que haya alguien gimiendo en esta casa ─TaeHyung frunció el ceño, la ira creciendo en su interior, su mano aumentando la velocidad sin que él se diera cuenta realmente.

Jodido sátiro. TaeHyung movió su mano más rápido, la lengua de JeonGguk trabajando en su cuello como si fuera algo suyo. Él ahora sentía algo extraño en la boca de su estómago y tenía ganas de orinar, esa especie de sensación extraña que te da cuando estás nervioso o tienes miedo de algo, TaeHyung la estaba teniendo y la maldita hacía que él no pudiera pensar con realidad.

TaeHyung se asustó ante los recuerdos que volaron en su cabeza como polillas, y soltando un grito, sintiendo como las lágrimas se acumulaban en sus párpados, intentando derramarse. Él soltó un gritito cuando JeonGguk se vino en su mano y entonces, salió corriendo de esa habitación, intentando ahogar los sollozos que permanecían firmes en su garganta. Él necesitaba pensar, y ésta vez, sin la polla de JeonGguk en su mano.

Cuando llegó a su habitación y se tiró en el mullido colchón, no pasó mucho para que se durmiera. Esa noche su pasado lo atormentó, las imágenes llegaron a su cabeza como una bomba y fue entonces cuando él quiso alejarse de todo y de todos. El haber salido de Daegu había ayudado a que eso no volviera, pero de alguna forma JeonGguk le había vuelto a mostrar sus demonios sin esfuerzo alguno.

Carraspeó, y no despertó si no hasta el siguiente día. No esperó a JeonGguk, no lo despertó. No quería verlo, no podría hacerlo sin sentirse mal y tampoco podría hacerlo sin sonrojarse. Se bañó y metió todos sus cuadernos a su maletín. Había logrado memorizar el camino en cuestión de días, él simplemente debía cruzar algunas calles antes de llegar a la carretera principal, luego seguía totalmente en linea recta hasta llegar a un centro comercial. La universidad quedaba a aproximadamente dos cuadras de ese centro comercial.

Llegó un poco tarde, pero el recorrido le sirvió para pensar un poco en cuanto odiaba el jodido calor de mierda, en vez de pensar en aquello que le carcomía la cabeza. Cuando llegó a su salón, saludó a la simpática profesora y a uno que otro compañero, sin realmente querer hacerlo. Se sentó, y luego dejó que el día transcurriera normal. O al menos eso intentó.