🦋𝟏𝟑🦋

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Eunwoo subió la última pintura al vehículo con sumo cuidado, asegurándose de que estuviera protegida por las mantas acolchadas que habían preparado. Cada movimiento era preciso, como si estuviera manejando una pieza frágil de cristal. Mientras tanto, Jungkook, con gesto serio pero cortés, se encontraba inmerso en una conversación con el dueño del lugar de la exposición. El hombre, de estatura menor a la media y cabello canoso, emanaba una amabilidad que contrastaba con su firmeza al explicar que no había posibilidad de cambiar la fecha del evento.

—Sin duda, las pinturas son geniales, Jeon. Me alegra saber que contaremos con tu trabajo en nuestro espacio —comentó el señor Choi, ajustándose los lentes con un gesto reflexivo. Su atuendo, aunque elegante, transmitía un aire de informalidad que lo hacía más cercano.

—No hay problema, señor Choi. Yo mismo pensaba que no llegaría a terminarlas para el viernes, pero ahora... solo faltan cuatro días, como un abrir y cerrar de ojos —respondió Jungkook con una sonrisa tranquila, aunque por dentro sentía una mezcla de ansiedad y confianza en su habilidad para cumplir con el plazo.

—No dudaba de que podrías hacerlo, Jeon. Ese talento está en tus genes —el señor Choi elogió con una sonrisa, ajeno al verdadero origen de ese talento, mientras sus arrugas faciales se suavizaban con la expresión amistosa.

Jungkook se quedó sin palabras ante el comentario, sintiendo un nudo en la garganta al recordar el legado artístico de su familia, ahora relegado al olvido desde que fue convertido en vampiro. Desde entonces, todo el legado de artistas pertenecía y siempre había pertenecido a él, bajo distintos nombres, una carga que llevaba con resignación y orgullo a partes iguales.

—Bueno, nos veremos el viernes, señor Choi. Siempre es un placer —dijo Jungkook, esbozando una reverencia respetuosa, antes de darse media vuelta para abordar el vehículo junto a Eunwoo.

—Así es. Espero que el joven de tus pinturas también esté presente... ¿Cómo decías que se llamaba? —preguntó el señor Choi, con un destello de curiosidad en su mirada.

—Park Jimin, estoy seguro de que estará allí —confirmó Jungkook con confianza, antes de desaparecer dentro del vehículo.

Con eso, Jungkook subió al vehículo y una vez que Eunwoo lo puso en marcha, ambos se alejaron llevando consigo las pinturas hacia su destino. Jungkook confiaba plenamente en Eunwoo, por lo que sabía que llegarían sanas y salvas, aunque no pudo evitar sentir un ligero nerviosismo ante la incertidumbre del futuro.

Al girarse, algo pareció fuera de lugar. El vecindario estaba envuelto en un inusual silencio, como si incluso los insectos que mantenían el ambiente vivo hubieran cesado sus murmullos. Las nubes grises ocultaron el poco rastro de sol que hubo durante el día y ahora la noche emergente; los últimos días de invierno estaban repletos de fuertes lluvias.

Permaneció inmóvil durante unos breves segundos, esperando, lo que sea, un sonido, un movimiento. Entonces, un sonido estruendoso resonó desde atrás y se volteó al instante.

Un escalofrío recorrió su espina dorsal cuando vio a Min Yoongi, de pie frente a él, con una sonrisa traviesa que denotaba su familiaridad con la situación.

Suspiró aliviado al ver que, después de tantos años, estaba frente a él. Incluso pese a que fuera su más allegado cuando estuvo preso en el laboratorio, nunca lo había visto sano o siquiera sonreír. Vestía con una camisa blanca junto con unos pantalones negros, su palidez contrastaba con su cabello negro; ante los ojos de Jungkook, Yoongi parecía incluso más vampiro que él o cualquier otro que hubiera visto.

—¡Oye! ¿Así me recibes después de 153 años sin vernos? ¿Tanto miedo doy? —la voz de Yoongi rompió el silencio, cargada de emoción y complicidad.

𝐁𝐮𝐭𝐭𝐞𝐫𝐟𝐥𝐲 || ➵ 𝐊𝐨𝐨𝐤𝐦𝐢𝐧 [𝐑𝐞𝐞𝐬𝐜𝐫𝐢𝐛𝐢𝐞𝐧𝐝𝐨]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora