𝐭𝐡𝐞 𝐜𝐮𝐭 𝐭𝐡𝐚𝐭 𝐚𝐥𝐰𝐚𝐲𝐬 𝐛𝐥𝐞𝐞𝐝𝐬 | Larry

12. I'd tell the truth

You never do but if you asked me to
I'd tell the truth lying next to you

La primera vez que Louis se fue, Harry no pudo correr detrás de él.

No es que no quisiera, no es que lo odiara. Es que no pudo.

Aunque quizá estaba siendo un poco suave consigo mismo, porque sí, Harry pudo haberse esforzado más, pero en aquel entonces con diecisiete años no hay mucho que puedas hacer cuando te sientes como si fueras incapaz de nada.

Harry no sólo tenía miedo del mundo, él tampoco tenía ningún apoyo que le susurrara al oído que podía hacerlo por su cuenta y después de todo un adolescente con poca confianza en sí nunca podría ganar una guerra, o seguir a la persona que ama al otro lado del mundo, que se sentía casi como lo mismo.

En aquel entonces el matrimonio de Jay se iba en picada y el de sus padres parecía estar a punto de hacerlo, con aquella confesión inesperada las cosas entre ambas familias habían sido tensas como nunca antes, y Des se había puesto loco, había sido duro e inflexible ante su mudanza, silenciando cualquier queja a basa de palabras duras y si era necesario, golpes. Harry no había podido hacer mucho aunque quisiera, aunque hubiera querido correr tras Louis también tenía miedo de lo que su padre podría hacerle a su madre y hermana si no estaba ahí para frenarlo, agregando el hecho de que Anne tampoco parecía lista para dejarlo, además necesitaba ser mayor de edad para viajar solo, aunque lograra completar para comprar un boleto de avión no podría abordarlo.

Harry era joven y estúpido y había actuado de esa manera cuando Louis le dijo que lo amaba.

Y no es que Harry no amara a Louis, pero aquella declaración fue lo que le hizo abrir los ojos y tener conciencia de ellos dos como seres independientes que podrían estar juntos, y al principio fue aterrador, porque era algo diferente. Antes de aquellas palabras, Harry nunca hubiera pensado en casarse con Louis, pero tampoco en vivir una vida en donde no estuviera a su lado, nunca hubiera pensado en besarlo, pero tampoco en dejar de tomarlo de la mano cada que tenía oportunidad. Era un adolescente criado bajo un matrimonio religioso, en donde no se cuestionaba el amor o silenciaba en nombre del Señor, pero tampoco se hablaba abiertamente de dos chicos besándose, y para cuando entendió que Harry también sentía lo mismo y estaba bien, Louis ya se había ido.

El caso es, que la primera vez que Louis se fue, Harry se vio obligado a quedarse, porque aún era demasiado joven, porque no podía protegerse ni protegerlo, porque aún era demasiado pequeño para lidiar contra su padre y defender a Louis de su padrastro, porque sentía que la situación era algo más difícil de lo que él podía arreglar.

¿Cómo iba un adolescente de diecisiete años intentar explicarles a dos familias que todo lo que han creído no es la única verdad?

Pero ahora Harry tiene veintitrés, es más grande de lo que era entonces y también más maduro, pero sobre todo es valiente, y no correr detrás de Louis es un error que ahora no volverá a cometer.

Por eso está ahí, por eso ha volado todo un océano sin ninguna cosa a su favor, con la esperanza siendo lo único que lo alienta.

Por eso está ahí, llegando de improviso (Louis había dejado el celular en casa de su madre, ¿cómo podía contactarlo?), porque ya sabía lo doloroso que era una vida sin Louis (y sólo habían sido cinco años) y moriría antes de volver a cometer el peor error que cometió cuando era joven.

Louis lo mira desde abajo con el ceño fruncido, aún sorprendido y preguntándose un millón de cosas dentro de su cabeza. Harry nota su ropa, su compañero a su costado, la chica de recepción haciendo un además de reconocimiento hacia él, nota la forma precisa en la que encaja en ese lugar, y le duele un poquito habérselo perdido, pero la tranquilidad de verlo con sus propios ojos, de saber que está (aparentemente) bien, es más grande.