¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
💭 𖦆 🧠 ぃ Chloe deambuló alrededor del orfanato, sus ojos buscando con ansias entre el mar de cabezas infantiles el característico cabello blanco de Norman. Todavía sujetaba el pesado libro contra sus brazos, como si fuera una pregunta tangible que necesitaba respuestas. Su mente seguía zumbando con la misma inquietud; la lógica y la ciencia no le habían dado lo que necesitaba, y no estaba dispuesta a rendirse. No todavía.
Suspiró aliviada cuando finalmente localizó a Norman. Estaba arrodillado junto a Emma, ambos observando con fascinación a un grupo de gusanos que se arrastraban perezosamente sobre la tierra. Chloe sonrió. Claro que esos dos estarían haciendo algo así; Emma siempre tenía ese entusiasmo contagioso por las pequeñas maravillas de la naturaleza, y Norman, con su serena paciencia, siempre estaba dispuesto a acompañarla.
─── ¡Norman, Emma! ─── los llamó alegremente mientras se acercaba a ellos. Emma, siempre la más eufórica de los tres, saltó del suelo y la saludó con una energía desbordante después de sacudirse las manos.
─── ¡Chloe! ¡Mira estos gusanos! ¡Son tan interesantes y tiernos!─── exclamó Emma, sus ojos brillando con emoción, antes de perderse de nuevo en su observación de los insectos y olvidarse de sus acompañantes.
Norman y Emma eran otras de sus personas favoritas en todo Grace Field, al igual que Ray. Cada uno tenía algo que la atraía: la calidez de Emma, la calma inteligente de Norman, y la agudeza analítica de Ray. Pero hoy, necesitaba específicamente a Norman — porque seguramente Emma no tendría idea—. Ella se acercó a él y, con su acostumbrada falta de respeto por los límites personales, invadió el espacio de Norman de manera abrupta. El niño se sonrojó al instante, sus mejillas adoptando un ligero tono rosado mientras bajaba la mirada, cohibido.
Norman tenía un secreto que Chloe aún no había descifrado: él sentía algo más por ella, algo que iba más allá de la simple amistad o del cariño fraternal que compartían con los demás en el orfanato. Aunque ambos solo tenían doce años, Norman no podía ignorar las sensaciones que surgían en su interior cada vez que Chloe estaba cerca.
