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Jisung despertó a la mañana siguiente. Abrió los ojos parpadeando e intentando enfocar su vista en algún lado, estiró sus brazos soltando un quejido y suspiró mirando el techo. Extrañamente se sentía más cansado que de costumbre.

Imágenes borrosas llegaron a su mente de manera rápida y abriendo sus ojos como platos se sentó de golpe.

Recordaba todo, los pasos fuera de su habitación, un extraño entrando y poniendo una tela en su nariz, él despertando amarrado a la cama y oh... Ese fantástico sexo que tuvo después de mucho tiempo. El solo recordarlo casi le causa una erección.

Miró a su alrededor, su laptop estaba abierta con sus audífonos conectados a ella y colocados en sus oídos. Pensó que era extraño, él la había cerrado y se había quitados los audífonos antes de todo...

Sus cosas estaban intactas en su lugar. Se levantó e hizo un rápido recorrido por su casa. Nada faltaba y cuando fue a ver el sistema de alarmas, vio que esta estaba activada.

¿Había sido todo un sueño húmedo?

Pero se sintió tan real...

Caminó al baño de su habitación y al verse al espejo pudo notar que tenía ligeras marcas rojas en su cuello. Miró sus muñecas y estas tenían un ligero color rojo, claro signo de forcejeo. Salió de allí y caminó hacia su mesita de noche, abrió el cajón y revisó su billetera. Le faltaba un condón.

Imposible que fuera un sueño ¿Verdad?

Se sentó en su cama mirando a la nada, pero pensando en infinidad de posibilidades.

Si no fue un sueño, entonces si tuvo sexo con un desconocido, y no solo eso. Tuvo sexo con un ladrón, un caliente y sexy ladrón que lo hizo gemir y gritar mientras lo embestía con vehemencia, teniendo las manos y pies atados.

Realmente tendría una erección si seguía pensando en eso.

Repasó en su mente todo lo que hablaron y recordó que le dijo que lo esperaría el sábado en un restaurante a las dos de la tarde.

Se recostó en su cama suspirando. Algo en ese chico le dijo que había una historia detrás de todo. Que no era solo un ladrón buscando dinero o cosas para vender y así tener la vida solucionada. Algo le decía que debía ayudarlo.

Su mente viajó rápido haciendo que recordara el momento exacto donde el extraño tocó su punto dulce, ese punto que lo hizo gemir y gritar agudo segundos antes de correrse entre ambos cuerpos.

¡Mierda!

Se levantó camino a la ducha, tenía que sacarse el olor a sexo de encima y de paso bajar la erección que se había causado de tanto recordar la noche anterior.

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Eventualmente el sábado llegó. Chris había despertado temprano para hacer sus cosas en la casa, limpiar, ordenar y ver si algo faltaba para comprar en caso de que tuviera algo de dinero sobrante.

Mientras guardaba los pocos juguetes en el piso de la sala, recordó el encuentro que tenía pendiente ese día a las dos, o sea, en una hora más.

Sacudió la cabeza borrando los pensamientos y volviendo en sí. Se prometió que no iría, que seguiría con su vida como si nada hubiese pasado...

Pero el rostro de ese chico gimiendo por lo que él le causaba a su cuerpo lo dejó pensando ¿Se vería igual de lindo que esa noche?

Aún recuerda que después de dormirlo la segunda vez, ordenó todo lo que movió, abrió su laptop y colocó los audífonos en sus orejas, le soltó los pies y muñecas, lo limpió y acomodó su ropa poniéndole una camiseta nueva de su armario ya que había roto la otra, la cual se llevo para botarla a la basura. Antes de salir de la lujosa casa, activó la alarma con el código que estaba anotado en un papel en la nevera de la cocina y se fue. Tontos, no deberían poner esas cosas a simple vista.

Te Quiero Volver a VerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora