Capítulo Uno: La llegada

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Pasos, la madera crujiendo con cada uno de ellos. Era lo que escuchaba por el corredor detrás de mi, no me gire para ver su rostro sabia perfectamente de quien se trataba.

—¿Tienes hambre?— le pregunté, sin esperar una respuesta de su parte.

—Si— dijo para mí sorpresa.

Lo mire, el estaba recargado en la pared con la mirada perdida en el techo.

—¿Estas bien?— la respuesta era obvia, pero no perdía nada con intentarlo, intentar que se abriera un poco más a mi.

No optuve respuesta. Solté un suspiro, nate era difícil, el accidente lo dejó marcado permanentemente. Casi no hablaba, casi no comía y casi no salía a no ser que fuera a despejar un poco su mente y timar aire fresco.

—¿Todo bien chicos?— la tía Sonia apareció en la cocina.

Gire con dos platos de comida en la mano, le serví uno a nate y deje una para mi. El tomó asiento sin decir nada, yo hice lo mismo echandole una mirada a la tía Sonia, ella soltó un suspiro antes de hablar.

—Espero que ya estén listos para Irnos— hace una pausa —se que no les gusta mucho la idea pero no los puedo llevar conmigo, créanme haría lo posible para no dejarlos pero....—

La interrumpi antes de que continuará.

—Descuide, lo entendemos perfectamente.

—Gracias pequeña— coloca su mano en su pecho dándome una sonrisa de boca cerrada, ella tomó asiento aún lado de Nate, el cual no había dicho nada y no era nada inusual. La tía Sonia tomó su mano —¿todo está bien querido?

Nate desvío la mira hacia el suelo, el silencio abrazo la cocina.

—¿Nate?— insiste.

—¿Qué quieres que te diga?— El alza su mirada hacia mí tía que aun sostiene la mano de Nate —que todo estará bien, que por ir a ese internado estaremos mejor ¿eso querías que te dijera sonnia?.

Oh no.

—¡Nate basta!— intervine antes de que romperia algo.

Conocía su carácter, cuando se molestaba rompía algo o golpeaba sus manos fuertemente con la pared. Por eso casi siempre intentabamos no hacer o decir algo que le molestara, mucho menos insistirle en que dijera algo.

Mi tía me hace una seña para que lo deje.

—Entiendo tu dolor— dice.

El rie apartando su mano bruscamente.

—No, no lo entiendes, tu no estuviste en el accidente. No viste como el cuerpo de mi padre ya hacía muerto en el suelo, mientras que el de mi madre se quemaba en llamas.

Por la expresión en su cara puede ver que esta sufriendo, esta adolorido y triste, pero no es el único, los dos estamos pasando por lo mismo, los dos perdimos a nuestros padres en aquel accidente. Solo que yo ya lo había prosesado y había aprendido a vivir con eso. Mientras que Nate no, él seguía sufriendo.

Una pequeña lagrima salio de su ojo, el la limpia rápidamente con brusquedad. Mantiene su mira en el rostro de nuestra tía, sin decir ninguna palabra más se aleja rápidamente en cerrándose en su habitación.

Volteo a ver a mi tía, la cual suelta un suspiro agotador. La entiendo lidiar conmigo y con Nate no es fácil.

Está devastada, desde el accidente no sabe como tratar a Nate hace lo posible para comprenderlo, y animarlo, pero nunca funciona. Le sugirieron que le diera tiempo, por que para el es algo difícil, ya que pues el los vio morir.

El internado Donde viven las historias. Descúbrelo ahora