•CINCO•

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Me senté y los observé, se creó un silencio bastante incómodo, y finalmente mi madre fue la primera en hablar.

-Creo que no hace falta perder más el tiempo contigo. - Calló y con la mirada, dio paso a mi padre para que continuara el.

-Te dimos una oportunidad, y acabas de demostrar que no eres capaz de controlarte, las amistades que tienes aquí no te hacen nada bien. Tu madre y yo ya hemos comprado el billete para que vayas a Sydney. Partirás el dentro de tres días. Sube a tu cuarto y ya puedes empezar a hacer maletas porque te aseguro que si el dia que tengas que irte no están listas, te irás sin nada y allí no habrá nadie para comprarte nada. Tu tía tiene terminantemente prohibido hacer caso a tus caprichos.

Asentí con la cabeza y sin decir más me levante y subí a mi cuarto. De todas formas sabía que esto pasaría asi que no debería sorprenderme.

DOS DÍAS MÁS TARDE.

Joder. Espero no olvidarme nada. Mañana saldríamos a las 7.00 de casa y hoy se supone que tengo que tener absolutamente todo preparado. 

La mañana del tercer día nos dirigíamos al aeropuerto, todos callados en el coche. Mi hermano no me había dirigido la palabra desde la charla que tuve con mis padres. No sé si estaba enfadado conmigo por mi actitud de mierda. En cualquier caso si no se le pasaba, peor para el porque yo me iba y no sabía cuando volvería. 

Llegamos al aeropuerto, y nos dirigimos a mi terminal. Cuando mis padres acabaron de hacer todo el papeleo y me tocaba embarcar, me miraron serios y no hace falta decir que fue una despedida bastante seca y extraña. Sé que me quieren, pero ultimamente lo único que hacen es joderme. 

HOLA SYDNEY.

Bajé del avión y después de bastante tiempo, pude salir y encontrarme con mi tía, que me esperaba con un pequeño cartel con mi nombre en colores llamativos. 

-Bienvenida a Australia!

-Muchas gracias tía. - Hice una mueca y cogí mi maleta para poder salir de una vez de aquel sitio. Ella entendió mi movimiento y a continuación empezó a caminar detrás mío. 

-Ya verás que te gustará la casa. Y podrás unirte al instituto el próximo lunes. 

-Qué bien! - dije sarcásticamente. Después me sentí mal por ser así con ella. De cualquier modo no era su culpa que yo estuviera aquí. 

Llegamos a la casa de mi tía, era un lugar amplio y bastante pintoresco. Entramos y mi vista se fue al gran salon de la entrada. Habían tres sofás, dos más grandes y uno pequeño, con una mesa pequeña al lado. Enfrente del gran ventanal había una mesa grande. Supongo que haciendo la función de comedor. Me sorprendía que mi tía viviendo sola tuviese una casa tan grande. 

-Vamos te acompañaré a que te instales en tu nueva habitación. 

Asentí y la seguí. Nos dirigimos a un pequeño pasillo donde al final habían unas escaleras, muy bonitas por cierto. Subimos y nos encontramos en otro largo pasillo, se veían diferentes puertas. Caminamos casi hasta el final, y en la penúltima puerta, sacó una pequeña llave de su bolsillo y abrió la puerta. Entramos y pude observar una amplia habitación, había una pequeña terraza y una cama bastante grande. Luego vi que habian dos puertas más dentro de la habitación. Mi tía notó el desconcierto en mi cara y me enseñó que una era el baño y la otra era una pequeña habitación armario. Por mi mente pasó el pensamiento de que aquí viviría mucho más cómoda que con mis padres. 

-Bueno te dejo sola un rato para que puedas instalarte. Más tarde vendrá la vecina de enfrente. Tiene un hijo de tu edad y va al mismo instituto que tú. Pueden ser amigos y asi no tendrás que ir del todo sola el primer día de curso. 

-Ah que bueno! Entonces me daré prisa así puedo dormir y darme una ducha.

-Claro, y si necesitas cualquier cosa estaré en la sala trabajando.

Asentí y cuando mi tía por fin salió de la habitación, me tumbé en la cama y cerré los ojos por un instante. Todo esto ha pasado muy rápido. Hace tres días estaba con una resaca que no me dejaba mantenerme en pie, y ahora me encuentro en mi habitación de la casa de mi tía en Australia... Sin darme cuenta me dormí profundamente. 

Alguien tocó mi hombro levemente. 

-Cariño, los vecinos han venido, arreglate un poco y baja. 

Aún con mucho sueño, me dirigí a la maleta y saqué el primer conjunto que encontré. Una camiseta ancha y corta negra y unos shorts de jean. Fui a darme un baño y al salir simplemente peiné un poco mi pelo. Listo. Bajé un poco tímida las escaleras y allí pude observar a una mujer morena, de estatura media y pelo corto. A su lado un chico alto, moreno y pelo negro, decorado con una pequeña mecha rubia. Un tanto llamativa. Parecía simpático. La mujer fijó su mirada en mi y me dedicó una sonrisa. El chico se percató de hacia donde miraba su madre y centro su mirada en mi. No me sonreía, simplemente me observaba callado.

-Oh, hola, tu debes de ser Eli.

-Sí. 

Sonreí, y miré al chico de reojo, el seguía observandome. Después de todo este rato, me sonrió. Tenía una sonrisa encantadora.

-Soy Calum. 

-Encantada. 

Y nos dimos la mano. 

Después de eso, fuimos al salón, donde mi tía había preparado galletas y demás comida. Mientras ella y la madre de Calum hablaban, yo simplemente me dedicaba a mirar de reojo al moreno, mientras él comía galletas de chocolate y bebía zumo. 

-Mamá, saldré fuera un rato. 

-Bueno, puedes ir con Eli. - El realizó una mueca. Supongo que no estaba del todo conforme. Así que cuando salimos, dejé el que fuera a la parte trasera del jardín, mientras yo me quedaba en la entrada de la casa mirando mensajes en mi móvil. De repente, cuando pasó un rato, el móvil se apagó. La batería al fin había acabado. No me apetecía volver a entrar, así me dirigí a la parte trasera del jardín, esperando encontrarme con Calum. Efectivamente cuando llegué, allí estaba el. Cigarrillo en mano, que en cuanto me vio, escondió tras de si. 

-No hace falta que lo escondas. Lo he visto. Y tranquilo, no le diré nada a tu madre.

-Gracias. 

Me sonrió y sacó el cigarro del escondite para seguir fumando.

-No lo hago queriendo. Simplemente me he enganchado y no puedo dejarlo.

-No te preocupes, no te estoy juzgando si es lo que crees.

-No lo creo.

De nuevo sonrisas. Parecía simpático. 

-Así que, vendrás a mi instituto, ¿ no ? 

-Eso parece.- Contesté con un poco de desgana. 

-No pareces muy entusiasmada en estar aquí.

-No lo estoy la verdad. He venido obligada, así que...

-Que mierda... Pero ya verás que aquí te lo pasarás muy bien. 

-Espero... Aún no conozco a nadie aquí.

-Me conoces a mi, y yo te puedo presentar a algunos amigos. Digamos que no soy un chico muy popular, pero mis amigos te pueden caer muy bien.

-Puede ser.- Le sonreí, me pareció un bonito detalle por su parte.

-Vamos a conocer a uno de ellos ahora si quieres. No va a nuestro instituto pero te caerá bien. A fin de cuentas, el es el que nos pasa a buscar en coche para llevarnos cada día.

-Eso es bueno.- Reí y el asintió de forma divertida. 

Me cogió de la mano para salir corriendo e ir a avisar a mi tía y a su madre. Una vez nos dieron el permiso, salimos y me llevo calle abajo. Viviamos en un barrio muy bonito, las casas grandes y con jardines cuidados y verdes. Calum iba casi corriendo y yo acabé cansándome.

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Holaa, bueno espero compensar lo corto que fué el capítulo anterior. No sé muy bien como de largo es, pero bueno. Sé que hay varios cortes, pero la verdad quería avanzar la novela un poco más. 

Out of my limit | Luke Hemmings❌Donde viven las historias. Descúbrelo ahora