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Kazutora se encontraba en su apartamento, sentado tranquilamente en el pequeño balcón de su habitación, relajándose y pensando un poco en su vida, cuando el recuerdo pleno de la suave voz de ___ diciendo esa frase llegó a su mente de manera fugaz — Vaya Kazutora, parece como si estuvieras enamorado de mi, digo, la manera en la que me abrazas por detrás siempre —
Reflexionó sobre ello. Se sentía un completo idiota, al menos desde su perspectiva, ___ sólo quería una relación con el basada en el sexo. Y el la había cagado, porque se había enamorado de ella, y para colmo, ella había notado sus sentimientos. Esta situación era realmente incómoda, no sabía que pensar.
Y amar era algo difícil para el. Su vida no se prestó para ello en ningún momento, ni se lo había dado, ni lo había dejado expresarlo nunca. Tantas cosas nuevas, tantas emociones, sentía como si fuera a volverse loco. Prendió un cigarrillo para intentar relajarse, pero no fue del todo efectivo.
Mientras tanto, ___ regresaba a casa. El clima de ese día era extraño, lluvioso y nublado, bastante frío. Caminaba por la acera, esquivando los charcos de agua con su paraguas y sus botas de lluvia. Ella a veces piensa los días de lluvia logran que la gente entre en un estado de reflexión, que sea más sincera, les permite conectar consigo mismos y pensar acerca de su vida. Y eso es una completa realidad.
La chica pensaba que su respuesta hacia la situación con su vecino no había sido la mejor. Fue muy sincera, dijo exactamente lo que pensaba, y eso no es algo malo, pero este definitivamente no era el contexto ideal.
También pensaba en sus sentimientos. ¿Que era lo que ella sentía hacia el? Era su pregunta sin respuesta en ese momento. Estaba enamorada, pero su anhelo de libertad le impedía admitirlo.
Soltó un suspiro pesado y se frotó los brazos con sus manos, en un intento de buscar calor. Echo una ultima mirada melancólica al cielo nublado y entro al edificio, a paso lento y relajado, con la mirada cansada.
Mientras ___ se preparaba un café para disfrutar a su manera la tarde de frío, justo en el apartamento de en frente, Kazutora solo pensaba en una cosa: estar con ___. Su inestabilidad emocional no le permitía controlar sus impulsos, sus ganas, y mucho menos sus sentimientos. Así que, luego de dar vueltas un largo rato, fue a su casa y tocó el timbre.
— ..¿hola? ¿Quien es? — se asomó ___ por la puerta, con una camiseta larga y una taza de café en su mano, mientras se restregaba los ojos por el cansancio y el sueño que emanan los días fríos de otoño. Al ver a Kazutora se sobresaltó un poco, era una visita sin dudas inesperada. Pero lo recibió con amabilidad, y lo invitó a pasar. El solo se dedicaba a mirarla. A sus ojos, esa imagen de ___, cansada, despeinada, era perfecta.
