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Cuando la vio sentada en frente suyo, con su mirada clavada en los ojos de su contrario, preguntándole, con una expresión que mostraba una mezcla de curiosidad, decepción e incertidumbre, si era realmente verdad lo que acababa de oír, Nahoya no supo cómo reaccionar. —¿Que si es verdad? — Se preguntaba retóricamente para si mismo, sabiendo que la respuesta era un claro y rotundo si.
Imágenes y recuerdos de las primeras veces que había visto a ___ llegaron a su mente, y pasaron por delante de sus ojos con la misma rapidez que la luz.
(...)
Estaba cansado, aburrido, haciendo el mayor de los esfuerzos por prestar atención o mostrar un mínimo de interés en una clase que realmente no le causaba ninguna de esas sensaciones, cuando una voz que conocía perfectamente retumbó por el pasillo que estaba en frente a su salón.
— Está bien, si, estoy en camino. Eres un pesado, no te soporto más... Ok, en 15 minutos estaré allí — al parecer, la chica que había llamado la atención del chico de cabello anaranjado, por casualidad de la vida, pasaba hablando por teléfono con alguien, otro hombre, de voz estruendosa y gruesa.
Nahoya no tenía idea quien era ese chico, ni que iba a hacer ___ con el. Tampoco sabía quien era ella, solamente la había visto en la cafetería un día, y llamo tanto su atención que su nombre, el cual había escuchado por los pasillos del instituto varías veces con anterioridad, se quedó grabado en su mente por las próximas 3 semanas hasta ese afortunado (o no tan afortunado) encuentro.
Su curiosidad se apoderó primero de sus pies y luego de su cerebro, así que salió corriendo por la puerta de la clase hacia afuera, llamando la atención de cada uno de los alumnos que estaban tomando la clase de matemática ese día.
— Kawata, ¿Se puede saber a donde va con tanta prisa? Aun falta 1 hora de clases — Ignorando los murmures que comenzaban a escucharse, respondió lo más rápido posible, porque lo único que estaba en su mente en ese momento era perseguir a la chica misteriosa de la cafetería. — A un lugar menos aburrido que tu clase inútil —
Desde luego, reprobó matemática ese año.
Ignorando ese echo futuro, busco a la chica entre los pasillos, para darse cuenta de que se estaba subiendo a un coche negro, algo viejo pero muy bonito. Se acercó despacio y con cautela al auto, que aún no arrancaba, y lo reconoció instantáneamente.
— ¿ Que hace ___ ___ en el auto de Ran Haitani? — Jamás en su vida pensó que esa niña tenía algo que ver con ese tipo.
Cuando escucho el motor del auto encenderse, no dudo ni un segundo en correr hacia su moto, y avisarle por un mensaje de texto a Souya que hoy llegaría tarde a casa.
