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- Akane, ven, baja rápido!
Es la mañana de Navidad. Hemos pasado juntos tantos años.
Me levanto apurada por sus gritos. Tenemos 56 años y él aún cree que debe gritar para todo. Me abrigo los brazos con la bata color fucsia y calso mis pantuflas. Las escaleras rechinan con mis pasos. Al bajar encuentro a Ranma junto a nuestro árbol de Navidad. Tiene una pequeña caja con un inmenso moño rojo en sus manos.
-Oh, Ranma no tengo un obsequio para darte
Él sonríe. Sus ojos azules siguen siendo tan pícaros como cuando nos conocimos.
-Nunca dije que fuera para ti-me responde y acomoda la caja en nuestro sofá -Ven a verlo, rápido, se ahogará!
Descubro la caja y un pequeño cachorrito se asoma. Lleva una cinta amarillo en el cuello y su pelaje es tan negro como el de...
-Casi te ahogas ahí dentro-Ranma saca al perrito de la caja y lo deja en mis brazos.
Mis ojos se llenan de lágrimas. Hace tantos años que no tenía una mascota. El animalito lame mis lágrimas y ladra lleno de energía. Lo abrazo un poco más a mi pecho
-Ranma, es tan hermoso. Es el mejor regalo de Navidad.
-Y como lo llamarás?
-Pechan, por supuesto, no crees que es igual a él
-Bueno, no tenías que llamarlo pechan, Akane
Estos días me he sentido muy confundida. Olvido tantas cosas y me siento incómoda y molesta por tonterías que antes ni siquiera notaba. En este año que inicia haré una cita con mi doctor.
Aun así, me siento tan feliz por tenerte conmigo, Ranma.