¿Dónde estoy y por qué estoy aquí?
Estoy en un largo sueño del que no sé si quiero despertar, todo es armonía y de un color azul intenso, como si me estuviese hundiendo en el fondo del mar.Escucho una voz lejana que poco a poco se va intensificando hasta que por fin comienzo a ver la luz al querer abrir mis ojos.
Aunque son pesados, logró abrirlos hasta escuchar la voz del muchacho que me llama.- ¿Estás bien, chica? -La voz del chico sonaba algo más tranquila una vez que vio cómo me intentaba reincorporar del sitio.
Estaba cerca de las vías de un tren, tumbada en el césped con goterones de sangre que salían de mi frente. Parecía que me había dado un golpe fuerte.
Antes de decir nada, el joven me ofreció un pañuelo de tela a la altura de mis ojos.
- Toma, lo vas a necesitar, aunque parece superficial.
Tomé su ofrenda y la coloqué en mi cabeza.
- Ay... -Chillé al sentir el dolor, ¿pero que demonios me había pasado?
- ¿Qué te ha pasado? -El muchacho de cabellos rubios parecía que se había adelantado a mi pregunta.
- Me pregunto lo mismo, puesto que no recuerdo nada... -Bufé, realmente no recordaba nada.
Estaba tranquilamente haciendo la cena en casa mientras esperaba a mi marido cuando de repente acabé en este lugar.
- Por cierto, gracias... -Le dije al muchacho.
- Mikey, puedes llamarme Mikey. ¿Tú cómo te llamas?
- Yo... Ah... -¿Pero qué me pasa hoy? - Lo siento, no recuerdo nada. Quizás el golpe en la cabeza ha sido más duro de lo que pensaba.
El joven se agachó hacia mi mientras sostenía el pañuelo contra mi cabeza.
- ¿De verdad que no recuerdas nada? Pues eso es un problema, ¿no lo crees?
Ven, voy a ayudarte a levantarte.Me tomó por lo hombros con delicadeza para levantarme, aunque no tardé demasiado en incorporarme yo sola sin su ayuda. Una vez que quedé de pie frente a él, me quedé mirándole fijamente.
- ¿Pasa algo? ¿Tengo algo raro en la cara?
- No, es solo que... ¿Puedo preguntarte cuánto mides? -Dije, mirando al muchacho de arriba a abajo.
- ¿Te estás riendo de mi después de haberte salvado? -Bufó cabreado.
- N-no, perdona, es que me veo un poco más pequeña ahora mismo... Lo siento, solo sé que hace un rato estaba en mi casa cocinando y ahora no sé dónde estoy, dónde está mi casa o cómo me llamo.
- ¡Contra eso último tengo solución! -Dijo mientras señaló emocionado una camiseta bastante ortera que tenía dibujada una margarita. - Te llamarás Hanako, así podré llamarte Hanacchi.
Estaba apunto de quejarme, aunque tampoco me importó la idea de tener un nombre bonito.
- La niña flor, no está mal, Mikey. -Le dediqué una sonrisa. - Espero recordar pronto mi nombre o no sé cómo la policía me ayudará a llegar a mi casa.
El joven resopló y señaló la moto que tenía aparcada unos metros detrás de ellos.
- Sé que no es mucho, pero puedes venir a mi casa. Soy bueno con la moto, así que no te preocupes por eso.
- ¿M-m-moto? -Me daba miedo. Me daba miedo cualquier vehículo que tuviese más de dos ruedas. Pero antes de poder quejarme, Mikey me tiró el casco que tenía guardado a las manos.
- Vamos, sube, ¿o es que tienes miedo? -Una sonrisa ladina pero infantil se dibujó en su rostro, mientras que el mío enrojeció de la furia.
- ¿Ah, si? Ahora te vas a enterar.
Tomé el casco y lo coloqué correctamente en mi cabeza mientras que ambos montabamos en el vehículo. Consiguió arrancar sin problema y nos pusimos en marcha a la carretera.
Me sujeté con fuerza a sus caderas, aunque no podía evitar apegarme cada vez más a él con cada curva.
- ¡Agárrate y si hace falta, aprieta todo lo que quieras! -Me repetía una y otra vez para tranquilizarme en mi viaje y con suerte, no tardemos mucho en llegar a su hogar.
La casa de Mikey era batalla humilde y espaciosa como para que entrara uno más a la familia.
- Tienes una buena casa, estoy segura de que tus padres estarán contentos. - Dije, mientras desabrochaba mi casco y bajaba de su moto.
- Yo... Solo vivo con mi hermana. Hoy no está porque se ha ido a dormir a casa de una amiga.
Genial, primer día con tu héroe salvador y ya la estás liando.
Trague saliva y seguí al muchacho hasta su casa mientras veía la casa con detenimiento, pues sentía que algo malo pasaba con mi cuerpo.En cuanto pasemos por la habitación de la cocina, no pude evitar entrar sola, observando todo a mi alrededor mientras Mikey se quedaba mirando desde el marco de la puerta.
- ¡Ya sé! Quiero cocinarte la cena para que me perdones por todo. Déjame ayudar en lo que pueda, por favor. -Hice una reverencia hacia el muchacho, a lo que le pilló muy de sorpresa y solo pudo evitar reír con una sonrisa sonora.
- Eres muy graciosa Hanacchi... Claro, te dejo cocinar sin ningún problema.
Mikey se sentó en la silla de la mesa de la cocina mientras me veía cocinar con entusiasmo.
Recordé que me gustaba cocinar aunque no era una de mis grandes pasiones, pero siempre me gustaba cuidar de los demás, por eso cuidaba de mi marido...
- ¿Quién es mi... ?
- ¿Um? ¿Ocurre algo? -Preguntó Mikey.
- Oh, no, no es nada. Solo pensaba en voz alta. -Dije mientras continuaba cociendo el arroz.
Había tenido un pequeño recuerdo, sin embargo, no sabía ni siquiera con quien me había casado y ahora estaba cuidando de un niño pequeño.
- ¿Y vas a la escuela de este distrito? -Volvió a preguntar.
- Hace unos pocos años que no voy a la escuela...
- ¿Ah, no? ¿Es que eres una chica mala? No te imaginaba así con esa cara de inocente que tienes...
- O-oye, ya me he cortado por tu culpa, idiota. No me digas esas cosas. -Mi rostro ya estaba rojo como un tomate. - Además soy muy mayor que tú, ten un respeto. -Dije mientras iba emplatando poco a poco.
- ¿Mayor? Si pareces de mi edad... Hablas muy raro Hanacchi, no te rías de mi... -Mikey se levantó de su asiento y se acercó hasta mi, podía sentir su aliento justo detrás mía. Colocó una mano sobre mi frente sin avisar. - Debes de estar mal por la contusión y tú aquí haciéndome la cena. Luego déjame que te cuide, ¿vale?
Esta sensación me es demasiado familiar...

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Tokyo Revengers [ Mikey x OC ]
Фанфик"La vida me dió una oportunidad para salvarle y no la desperdiciaré por nada del mundo. La bandera de la Tokyo Manji ondea por mi regreso."