4 - Voy a descubrirlo

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¿Esto es una comisaría o un hotel de cuatro estrellas?

Ese fue mi primer pensamiento cuando vi el enorme edificio que se hallaba delante de mí.
Estaba en la dirección correcta, según me había escrito mi amigo.

Me armé de valor y no dudé en entrar. Pensé que si iba con la actitud necesaria no tendría que haber ningún problema por si me echaban del lugar.
Terminé por acercarme al mostrador, había una mujer bastante amable atendiendo a la multitud.

— Buenas tardes, jovencita. ¿En qué te puedo ayudar? —Dijo la mujer en un tono suave.

— E-estoy buscando a un familiar. Es el abogado personal de la policía... —Dije, temblando un poco, pero la mujer no dudó ni un segundo y descolgó el teléfono que tenía al lado de ella.

— Señor Cortés, por favor, acuda a recepción. —Dijo, antes de colgar de nuevo el teléfono. — En seguida viene, puedes tomar asiento mientras esperas.

Con una reverencia, agradecí a la mujer que me atendió. Daba gusto poder encontrar un poco de amabilidad después de tanta pelea.
Tomé asiento en uno de los asientos libres mientras revisaba mi teléfono móvil, el teléfono Emma tenía de repuesto para emergencias.

No sé cómo les voy a devolver estos favores si no tengo casa ni nada...

Observaba con curiosidad el lugar y a las personas que trabajaban allí. De repente, vi a un señor bastante joven, rubio y de piel blanca como la nieve, que se acercaba hasta el mostrador para hablar con el amable mujer.

Guau, qué guapo es. Una pena que ahora mismo tenga quince años.

El hombre estaba hablando con la mujer, hasta que de repente ambos se pusieron a mirar en mi dirección e incluso a señalarme y entonces fue cuando mi expresión cambió por completo.

Ay, mi madre, que me conoce... Y yo aquí pensando en otras cosas.

El hombre se acercó con una expresión confundida, presentándose ante mí.

— Buenas tardes, soy Diego Ruiz. ¿Y usted es...? —Dijo, con una de sus cejas levantadas.

— Soy Yamada Hanako. Un amigo me dijo que podía encontrar a un familiar mío aquí. He sufrido amnesia y no soy capaz de recordar nada.

La expresión del joven se notaba aún más confusa.

— ¿Yamada? ¿Pero qué haces en esta parte de Japón tú sola?

Me encogí de hombros, puesto que no sabía a qué se refería.

El hombre resopló y sacó el móvil de su bolsillo para hacer una llamada, mientras, me indicó con su mano que le siguiera hasta su despacho.
De camino, pude escuchar algo de la llamada desconocida.

— Ryouta, ¿está tu hija allí?
...
No, tranquilo, está aquí, está en mi oficina.
...
No lo sé, me ha dicho que ha sufrido amnesia. Tiene una herida muy fea en la frente.
Déjame que la cuide mientras se recupera, ¿vale?

Unos segundos después, ya estábamos sentados en dos sillas dentro de la oficina. El joven se sentó con las piernas cruzadas, sacando una libreta y bolígrafo por si hacía falta apuntar alguna nota.

— Cuéntame qué ha pasado y después te contaré lo que pasa para no sobrecargarte de información. — Dijo él.

Le expliqué dónde me encontraron y que no podía recordar nada. Le comenté el amigo que me dio la dirección de este sitio y algún que otro detalle.

El individuo cambió la posición de sus piernas, pensando en todo lo que le había dicho.

— Hay algo que no me cuadra de esto. —Dijo.

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⏰ Última actualización: Aug 29, 2021 ⏰

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