It's you

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La sensación de no estar donde debería, me hizo abrir los ojos de golpe.

Mi vista tardó un par de segundos en acoplarse a la tenue iluminación de la habitación, pero poco después, reconocí cada uno de los rincones del lugar. La atmósfera esa mañana, daba toda la impresión de haber diluviado la noche anterior; era húmeda, fría, las nubes seguían teñidas de un espeso gris cenizo y los rayos del Sol era apenas perceptibles cuando chocaban contra algunas superficies visibles a través de la cancelería de vidrio.

Así que volví a ocultar mi rostro entre el edredón y la almohada cuando un específico dolor de cabeza llegó a mi cuerpo, trayendo consigo una necesidad tormentosa por ingerir algo de agua simple y helada.

Una vez que recordé mis últimos momentos de lucidez de la noche anterior, me percaté que mi cuerpo estaba demasiado cómodo. No usaba el vestido gris Oxford ceñido al cuerpo que recordaba, en su lugar, me encontraba envuelta en un pijama azul cielo de algodón dos veces más grande que mi cadera y torso. Y, tras largos minutos meditando mis acciones, una vez que me arrepentí mil veces, una vez que grité contra la almohada siendo consciente de mi estupidez, quise olvidar la estampa que reflejaba lo bochornoso e incómodo que debió resultar aquel momento.

Estiré mi brazo fuera de la ropa de cama para buscar mi celular y no fue sorpresa encontrarlo a pocos centímetros de mí sobre la mesa de noche. Únicamente me atreví a ver la hora, ni siquiera me molesté en revisar las últimas llamadas salientes o entrantes, ya que eso era demasiado obvio.

Salí de la cama, me dirigí al baño de la habitación e intenté arreglar el desastre masivo que representaba el maquillaje corrido bajo mis ojos, el cabello enredado recogido torpemente en una coleta alta y buscar algún cepillo de dientes nuevo en el mueble bajo el lavamanos. Fácilmente pude pasar quince minutos ahí dentro.

Una vez que no hubo mucho por hacer, supe tendría que bajar a la cocina para buscar agua y en algún momento ofrecer mis más grandes disculpas por lo que sea que hubiera hecho la noche anterior.

Bajé las escaleras arreglando los botones mal abrochados del pijama y me propuse seguir el olor de algo cocinándose al fondo de la planta baja de la casa. En el camino, hice un par de reverencias ante los empleados de seguridad que cambiaban de turno y para mi desafortunada situación, me encontré con la Sra. Kang, quien considerando a cada una de las siete almas masculinas en aquella casa como hijos propios, jamás fue capaz de verme con buenos ojos; nos topamos de frente, sonreí, hice mi reverencia y, sin esperar su reacción, hui con destino a la cocina sin mirar atrás.

Lo primero que vi, fue una figura masculina sentada en las bancos blancos en la isla de la cocina, perdido en algún asunto en su celular y comiendo cereal de aros de colores sin mucha intención de terminarlos. Aún escondida tras el muro, abrí los labios para emitir un penoso saludo en cuanto lo reconocí, pero por alguna razón, tal vez por el hedor a vodka que aún emanaba por mis poros, notó mi presencia sin siquiera haber volteado en dirección a la entrada.

— Hola Hyemin — Saludó Hoseok sin despegar la vista del celular. — ¿Dormiste bien?

Jamás entendí razón por la que Hoseok lograba intimidarme tanto, pues de los siete, se trataba del más extrovertido. Nuestra situación era muy graciosa, mientras más brillaba, más sentía aquel pánico incontrolable bloquear mi mente. Por lo general, cuando llegaba a encontrarme con él, procuraba evadirlo. No porque no fuera de mi agrado, no porque su actitud conmigo fuese distinta... Yo lo describiría más bien como una tensión constante de mi parte al no saber cómo enfrentar tanta calidez, amabilidad y vibra positiva.

Así que en ese momento, me encontraba expuesta y ruborizada ante la persona que más lograba intimidarme en el mundo.

— Buen día, Hobi. — Balbuceé tropezando con mis propios pies intentando ocultar mi rostro sin mucho éxito. — Dormí bien, gracias. ¿Y tú?

Like I Need You ~ KSJDonde viven las historias. Descúbrelo ahora