Secuestrada

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Capítulo 27. -Parte 2 de 2-

*ADVERTENCIA: Éste capítulo contiene narración explícita. No me hago responsable por futuros trauma

-¿Estás mejor? -la voz de Thomas suena más ronca de lo normal.

Yo asiento contra su pecho. Su piel caliente está húmeda por mis lágrimas y no ha dejado de abrazarme en lo que parece ser una eternidad.
Su mano acaricia mi cabello suavemente y cierro mis ojos ante su cálido contacto. -Lo lamento mucho -susurro en voz baja, sintiéndome miserable.

-No tienes nada que lamentar, _____. Todo está bien. ¿De acuerdo? -susurra, pero yo sé que nada está bien.

-Yo quiero esto. Lo quiero contigo -susurro con la voz entrecortada.

-Ya habrá tiempo para que suceda, amor. Tenemos todo el tiempo del mundo -me consuela.

-No, no lo tenemos y lo sabes -mascullo hundiendo la cabeza en su pecho.

-Si lo tenemos, _____. ¿Cuál es la prisa? -siento su mano acariciando mi espalda y el gesto me reconforta. Me hace saber que no tiene miedo de tocarme.

Me aparto un poco sólo para levantar la vista y mirar sus ojos. Él me mira como si nada mal hubiese sucedido y me siento aún más miserable. -Disfruto mucho tenerte entre mis brazos. Es suficiente para mí -asegura apartando un par de mechones de mi rostro. Estamos sentados en el tendido, abrazados, desnudos; y al mismo tiempo me siento cobijada por su cuerpo fuerte y poderoso.

-Para mí no es suficiente -digo más para mí que para él-. Quiero volver a intentarlo.

Alzo la vista y noto el pánico pintando su mirada. -De ninguna manera voy a volver a intentarlo. De ninguna manera pienso volver a hacerte llorar, _____.

-Por favor -susurro, avergonzada. Mirando hacia el suelo.

Una mano se apodera de mi barbilla y me levanta el rostro para que nuestros ojos se encuentren.

-Si vuelvo a hacerte daño, jamás me lo perdonaría.

-N-No lo harás-mi voz es un ruego.

-No, _____. Aún no es tiempo.

-¡ Thomas yo quiero esto! -empujo su cuerpo hacia atrás, acomodándome a horcadas sobre su abdomen. Abalanzándome hacia adelante para besar sus labios.

Él corresponde mi beso con urgencia, aferrando sus manos a mis caderas. Mis manos tiran de su cabello con suavidad y gruñe contra mi boca. -_____ -susurra contra mis labios. Escucho la advertencia en su voz.

Sigo besándolo con fuerza, acariciando su cuello, su pecho, su abdomen, sus brazos...

-_____, detente -susurra contra mis labios, pero sigue acariciando mi espalda.

Me aparto de él para mirarlo. Sus ojos están encendidos por el deseo, sus labios están rojos e hinchados por mis besos urgentes, su cabello es un alboroto encantador debido a mis suaves tirones y estoy segura de que quiere esto tanto como yo.

-P-Prometo que, si algo me incomoda, te pediré que pares -susurro, sintiendo el rubor subir a mis mejillas.

-¿Lo prometes? -dice y noto la duda en su voz.

-Lo prometo.

-Lo haremos a mi modo, ¿de acuerdo? -susurra besando mi hombro.

Yo asiento, sintiendo un nudo en mi estómago por los nervios.

-Para empezar, necesito que me mires siempre a los ojos. Necesito que sepa que soy yo quien está aquí contigo -dice y yo asiento, ruborizándome-. Y... -traga saliva-, te quiero así..., sobre mí.

Mi ceño se frunce -¿A-Así? -chillo, nerviosa.

-Sí. Necesito que seas tú quien tenga la oportunidad de apartarse, ¿de acuerdo? -dice, y noto la ansiedad en su voz.

Yo asiento y trago duro, sintiendo el nerviosismo asaltándome. Sus labios viajan a los míos y sus manos se enredan en mi cintura, atrayéndome cerca. Sus manos acarician mi cuerpo lenta y pausadamente. Sus labios recorren mi mandíbula, mi cuello, mis clavículas...

Pequeños suspiros escapan de mis labios y siento sus manos ahuecando mis pechos, acariciándolos con suavidad.

Su boca se apodera de uno de ellos y gimo de puro placer mientras una de sus manos busca entre mis pliegues mi punto sensible.
Uno de sus dedos largos se hunde en mí y entierro mis uñas en sus hombros, reprimiendo un gemido. Sus caricias son lentas, pausadas, dulces y yo no puedo dejar de mirar sus ojos.

Nuestras frentes de unen y siento algo duro contra mi pierna izquierda. Una sonrisa suave se desliza por sus labios y noto cómo se ruboriza al darse cuenta de que lo he sentido.

-¿Estás lista? -susurra contra mis labios y yo asiento.

Sin apartar sus ojos de los míos, deja de acariciarme y aferra sus manos en mis caderas. Recorriéndome hacia atrás. Mi corazón late desbocado y de verdad quiero que esto funcione. Me aferro a sus hombros y elevo mi peso sobre mis rodillas. Thomas lleva una mano entre nuestros cuerpos y lo siento en mi entrada.

-Cuando tú estés lista, amor -susurra y besa mi hombro.

Miro sus ojos y lo único que puedo ver es seguridad. Poco a poco, dejo caer mi peso sobre él y siento mis músculos abriéndose para recibirlo. Mi boca se abre y mis párpados revolotean mientras entra en mí suavemente.

-No cierres los ojos -pide con la respiración entrecortada y me obligo a sostenerle la mirada.

De pronto, está dentro. Nuestras respiraciones son agitadas y mi interior duele un poco mientras nos adaptamos el uno al otro. La sensación es incómoda e invasiva, pero no hay asco o repulsión.

Torpemente, me elevo y hago una mueca al sentirlo salir. Una risita boba asalta a Thomas y vuelve a acomodarse. Ésta vez, cuando dejo caer mi peso, la sensación no es tan incómoda. Sigue siendo invasiva, pero no es tan incómoda como al inicio.

Me elevo sobre mis rodillas con lentitud y vuelvo a bajar, abriendo la boca por la sensación nueva. Repito mis torpes movimientos un par de veces y Thomas toma mis caderas.

-Encuentra tu ritmo, cariño, no lo pienses tanto -ríe y besa mi hombro.

Poco a poco comienzo a moverme, lenta y pausadamente, permitiéndome absorber la sensación que los suaves envites. Pronto, la sensación incómoda desaparece, dando paso a un delicioso entumecimiento.
No me permito apartar mi mirada de la de Thomas y todo es perfecto. No hay recuerdos, no hay náuseas o repulsión. No hay nada más que dos personas amándose en una habitación destartalada.

Thomas mueve sus caderas contra las mías sólo un poco, mientras besa mis labios, mi cuello, mis hombros... Sus manos acarician mi espalda, mis pechos, mis piernas, mis caderas y una sensación placentera comienza a recorrer mi cuerpo.
Un gemido suave escapa de mis labios y Thomas dobla las rodillas debajo de mí, cambiando el ángulo de nuestros movimientos. Haciéndome sentirlo aún más dentro de mí. Mi cuerpo tiembla y zumba con placer y deseo y siento a Thomas temblando también.

Nuestros movimientos son desesperados y, por primera vez, me permito cerrar los ojos. Una mano viaja a mi centro y acaricia mi punto sensible con el pulgar, haciéndome gemir con fuerza. Algo está construyéndose dentro de mí y estoy desesperada por detenerlo.

-_______, n-necesito... Yo... -su voz suena desesperada y su voz es interrumpida por un grito ahogado proveniente de mi boca.

Todo mi cuerpo estalla por el abrasador placer y siento a Thomas tensarse debajo de mí, enterrando sus dedos en la carne de mis caderas.

Segundos después, me derrumbo contra su pecho, haciéndonos caer a ambos sobre el tendido. Estoy agotada y no puedo moverme. Él sale de mí y me estrecha contra su pecho sudoroso y caliente mientras escucho los latidos desbocados de su corazón. Tengo sueño, estoy a punto de quedarme dormida sobre su pecho y entonces, escucho algo que no sé si ha pronunciado o sólo he imaginado, pero hace que mi corazón lata con fuerza:

-Te amo, _____ -susurra su voz, pero estoy a punto de perderme en el sueño profundo. Balbuceo algo incoherente y la oscuridad se apodera de mí.
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