Capítulo 5

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Samhain I

El atardecer se asomaba con prisas en aquel día de otoño.

La hojas caían con gracia y aterrizaban de tal manera en la que los caballos la ignoraban completamente, pasando desapercibidas para ambos jinetes. Chuuya estaba con la mirada al frente, en pleno pensar, sacando algunas conclusiones por lo que había ocurrido días antes.

Ya llevaban tiempo buscando, tanto el lugares inhóspitos como en aldeas llenas de pueblerinos, alguna pista que brindara un avance en su misión. Pero no encontraron nada, absolutamente nada.

Aquello hizo fruncir sus ceja pelirrojas por la rabia acumulada. 

Saber que un desconocido monstruo estaba dando caza a inocentes y él sin tener alguna posibilidad de vencerle o de predecir sus futuras acciones le hacía hervir la sangre. Chasqueó por centésima vez en la caminata, harto por la desesperada situación.

Sabía que con ello no cambiaría nada, pero necesitaba descargar sus emociones de cualquier manera y eso lo comprendía su compañero Dazai, que en esos momentos miraba al frente, ignorando al más bajo.

Su mirada azulada, más brillante que la mar pero más celestial que el cielo, se posó en él. Llevaba noches dándole vueltas a una única hipótesis que tenía relación con el castaño. 

Cuando le observaba, lo único que le llegaba a su mente era el recuerdo de su huida al ver al cadáver.

En cierta manera, él fue quien le dejó que se marchara por contemplar la cara tan blanca de Dazai al ver a la muchacha ensangrentada y sin rastro de vida alguna, sintiendo empatía por el otro. Pero...

¿Qué tardara tanto en aparecer y cuando hizo presencia, lo hizo en el momento indóneo cuando la criatura se escapaba?

Había cosas en esa historia que no le cuadraba mucho.

Por ello se distanció de él, desconfiado en las acciones del castaño y manteniendo un ojo abierto en las oscuras noches. Sin embargo, Dazai aún captando la indirecta del pelirrojo, seguía actuando de la misma manera, como si aquello no le afectara en absoluto.  Aunque esto último no lo sabía el brujo.

—Chuuya.—Le llamó mientras le mandaba una señal con la vista hacia delante.—Hay un pueblo cerca, ¿vamos? Puede que esta vez tengamos algo de suerte...

El mencionado quitó con disimulo su vista de él, fingiendo el no haberle visto por un buen rato.—Está bien. Vayamos a descansar.

La densa penumbra de la noche hizo su bienvenida cuando llegaron al poblado. 

Lo primero que contemplaron fueron los farolillos de papel colgados en los tejados y en las paredes de la viviendas. La luz era cálida, de tonos amarillentos por el color del material mientras que los ornamentos que decoraban el lugar poseían un aspecto terrorífico, casi espantoso.

—Qué bien se lo tienen montado aquí...—Comentó Dazai en un susurro, quitando con delicadeza y asco una tela blanquecina que caía del techo, llena de telarañas.

—Parece que están celebrando el Samhain.—Dijo el pelirrojo con una leve sorpresa, recordando la fecha en la que estaban.

—¿El qué?—Le miró confuso, alzando una ceja y achinando sus ojos al acto.

—Madre mía, estos de la ciudad...—Musitó molesto ante la ignorancia de las tradiciones de Dazai.—Es una de las festividades más importantes de las religiones paganas. Desde el último día de octubre hasta el primer día de noviembre, se honra a los ancestros y guían a las almas en pena hacia su destino. 

El Cazador De Bestias (Soukoku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora