Capítulo 2

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○Siendo atado a la oscuridad por siempre...○∆

~ Dazai~

El amanecer inundaba el paisaje que antes se había formado por la luna, dejando ver los primeros rayos de sol, que lo contemplaba cierto castaño con rostro de nostalgia. Suspiró, era bastante malo aferrarse al pasado que le seguía continuamente, es más, no podía olvidarlo ni podía alejarlo por el simple hecho de estar con vida. Había estado en ese trance cuando puso la vista al horizonte, si a Chuuya le fascinaba la noche pues a él le fascinaba el día. No era por los tonos cálidos que traía, ni tampoco por el paisaje que brindaba, era por el simple hecho de desear estar en la luz...quería ser esa rosa blanca, pero por cosas del destino era la contraria, la rosa negra, por estar en la oscuridad...

Siendo atado a ella por siempre...

Se levantó de la hierba que estaba esparcida por el extenso valle y limpió el pantalón que se había manchado por detrás con las manos. Dirigió instintivamente la mirada a su compañero. Este estaba profundamente dormido, su respiración estaba tranquila, sus ojos cerrados y el pecho levemente subía y baja repitiendo el mismo movimiento una y otra vez. 

Se ve tan tranquilo...—Habló internamente con una sonrisa que se esbozaba a sus anchas. La mirada de orbes cafés se dirigió a la capucha que tenía el cazador puesta, a lo largo de estas horas nunca se había dejado de preguntarse a sí mismo de porque lo llevaba constantemente, es más, lo estaba matando por dentro la curiosidad de saber cómo era su acompañante, lo único que reconocería de él sería su voz, el saco negro que llevaba en la cabeza y la pequeña estatura que toda adolescente hormonada tendría.

El castaño se acercó a paso lento, siendo cauteloso en sus pisadas. La caminata no fue larga, ya que sólo le bastó seis pasos para quedar justamente al lado de este, se agachó mientras los dedos delgados de Dazai se situaban en la prenda que ocultaba el rostro del cazador. 

«¿Por qué lo esconderá? ¿Por una cicatriz? ¿Por alguna imperfección ¿Por feo?» Se preguntaba, sacando todas las hipótesis posibles.

Entonces agarró sobre un extremo de ella y destapó levemente viéndose una parte del rostro del pelirrojo. Dazai se sorprendió, haciendo que sus ojos se abrieran como platos. Tenía una idea de como sería el físico, de cabello ceniciento como la nieve blanca y ojos amarillentos como los de un felino, o eso es lo que estaba escrito en el bestiario. Sin embargo, no le decepcionó el físico de este, sino al contrario, se sintió fascinado hacia él. El cabello rojizo se conservaba con algunos mechones blancos que danzaban a sus anchas, la piel lechosa sin ninguna impureza y con unos tonos rosados en las mejillas, sus labios rojizos que mostraban lo apetitoso que podrían ser al ser besados...

Ay dios mío pero en que estoy pensando...—Pensó el de orbes cafés. Al estar luchando internamente por sus pensamientos desprevenidos, decidió despertar a la bella durmiente.

— Chuuya~—Le llamó dulcemente.— Chuuya despierta, ya se está poniendo el alba.

—Joder Dazai, cinco minutos más... —Se acomodó para volver a dormir otra vez, estaba teniendo un sueño tan placentero que no quería estropearlo mirando a la cara de... de... Bueno le daba igual el sobrenombre que le iba a dar, al fin al cabo era el imbécil hermoso que le ayudaba en esta misión, es lo que reconocería  sobre él. En la noche divagó que su compañero de esta misión era algo atractivo, no podía decir bastante, porque estamos hablando de Chuuya señoras y señores, y con el gran orgullo que tiene no querría decir que lo fuera.

«¡Antes muerto que decirlo!»

— Bueno vale, cinco min... ¡CHUUYA, UN DRAGÓN!— Gritó fuertemente asustado, haciendo que el pelirrojo se sobresaltara girando su cabeza hacia los dos lados.

El Cazador De Bestias (Soukoku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora